Por José Luís Nunes Martins
publicada el 13 de julio 2013 - 05:00
publicada el 13 de julio 2013 - 05:00
Sólo hay vida cuando hay amor y el
amor es intensidad. El amor es suma, nunca resta. Amar es más, nunca ser menos
¿Cuántas veces el deseo
de estabilidad nos conduce a la mediocridad? ¿A cuántos sacrificios nos
sometemos teniendo la seguridad como horizonte?¿Cómo puede alguien juzgar qué
es renunciando al ser capaz de alcanzar la felicidad?
¿Qué queremos en el
fondo, paz o felicidad?
Son muchos los hombres
que , por miedo a la inestabilidad, se refugian en los niveles más bajos de sus
capacidades. Se quedan con una previsibilidad que llaman paz, pero que es, en
verdad, una sólida y pesada flaqueza.
La existencia humana
es, en su esencia, inestable. Ser hombre pasa por vivir activamente. Asumir
riesgos. Saltar. Caer. Magullarse. Sonreír. Volver a arriesgar. Enfrentarse a peligros
y esperas. Sin abdicar nunca de ser más,
Quien no corre riesgos,
no vive. O mejor, tiene una vida estable, pero no tiene valor alguno…¿Cuánta
holgazanería e inercia se esconde detrás de una supuesta necesidad de sosiego?
La única estabilidad
que interesa es la firme convicción de que nuestra vida implica un esfuerzo
constante para mantenernos en pie y… un pie delante del otro, para ir hacia
delante… aún cuando no se vea con claridad.
En los peores momentos
hay que ser capaz de dar la esperanza que garantice que todo cambia…a mejores
momentos; la lucidez da la certeza que garantiza que todo muda…en una especie
de constancia interior frente a la inconstancia exterior. Todo muda.
Es preciso nacer de
nuevo a cada día. No hay tiempo en esta vida para grandes previsiones. Vivir es
ser hoy.
Es en las tempestades
donde se asienta la firmeza de nuestra fe, por la determinación con que nos
agarramos a la voluntad de ser felices.
Sólo hay vida cuando
hay amor y el amor es intensidad.
El amor es suma, nunca resta.
Amar es ser más, nunca ser menos.
Es preciso dejar todo,
comenzar de cero, a veces sin seguridad… olvidar los sosiegos, pues, ser feliz
es soportar innumerables tragedias, reír en otras tantas comedias…mas nunca
quedarse quieto, como quien espera que algo o alguien llegue a rescatarnos del
foso donde estamos…a morir sosegadamente. Vivir es salir de estos sofás. Es
sonreír cuando llueve, o mejor, ¡Sonreír también porque llueve!
Equilibrio, orden,
ritmo y armonía son cualidades que pueden esconder cobardía: la negación de la
fe.
Fuera del amor es el desierto,
que puede parecer paz, mas no lo es.
La excelencia de la
vida es su intensidad y el coraje con que cada día debe ser afrontado, implica
que cada uno de nosotros sepa que esta vida es, toda ella, tiempo de intensa
lucha… ora envuelta en tristezas, ora en alegrías desbordantes…una navegación
rumbo a lo mejor de nosotros… y del mundo
Hay quien no percibe
que no hay dos días iguales, dos flores iguales, dos brisas iguales…viven en
una estabilidad extraña, lejos de la verdad, como si no percibiesen, que el
tiempo aquí se consume; como no se den cuenta que cada respiración es un regalo…que
nos deja siempre más cerca de la muerte…
De qué vale soñar un
paraíso si no se percibe que es preciso
conquistarlo con suprema bravura, entregando la propia vida por conseguirlo?
Cualquier felicidad se vuelve
infierno cuando nos contentamos con ella.
No es pues la estabilidad
lo que debemos desear, sino la intensidad de una vida plena.
Los caminos estables y
derechos no llevan a ninguna parte. La felicidad llega por lo más duro… por
donde sólo el amor consigue darnos fuerza a las piernas y fe al alma que nos afirma
los pies.
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