Expulsada de su casa, por sus padres, porque estaba
embarazada. La verdad es que oyes estas cosas y aún parece que eso sólo ocurre lejos, que tú no vas a tener que escucharlo de
primera mano.
Como no tenían donde ir durmieron en “la guardería” (una
“colonia okupa”). Hace pocos días reclamaba un centro-refugio donde pudieran
acudir las personas que se ven de pronto en la calle; este suceso lo hace más
necesario, al menos para pasar la primera noche.
Menos mal que estaban ahí esos ángeles de la noche, acostumbrados
ya a la oscuridad y los peligros, para proteger a un ser inocente y librarlo de
cualquier otra desgracia mayor que la de ser expulsada de su casa por sus
propios padres.
Dos cosas extraordinarias sin embargo protegen a esta chica
de dieciocho años: que quiere tener a su hijo, y que va acompañada del padre
del niño, al que su extrema juventud, o su timidez e inexperiencia, no le han
permitido decir una sola palabra. Son valientes, merecen nuestro respeto y
nuestra ayuda para culminar ese embarazo y la continuidad de la pareja.
En seguida los orientaron a esta oficina, a tomarse siquiera
un desayuno, y de aquí irán a la asociación de Red Madre, donde la recibirán
con los brazos abiertos.
Hoy ha sido por tanto una mañana diferente y hasta cierto
punto feliz, porque una joven madre está dispuesta a sacrificarse por su hijo
aún no nacido, y su compañero está a su lado.
Han dado a sus padres, y a todos nosotros, una lección de
vida: los niños primero; a nosotros nos toca seguir…y después las mujeres y los
ancianos, como nos recomienda el Papa con tanta insistencia.
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