sábado, 20 de julio de 2013

Somos duda. Somos fe.


José Luís Nunes Martins
publicada el 20 de julio 2013 - 05:00





Nada en la vida está garantizado sino  la muerte. La nuestra. La única que conoceremos verdaderamente. Pero, hasta esa certeza encierra en sí un misterio del tamaño de la vida: ¿es  llegada o es partida?

Tenemos dudas. La forma como lidiamos con ellas determina nuestra vida. La sabiduría se caracteriza por tener siempre muchas más dudas que certezas; la ignorancia funciona de manera inversa, siendo la fuente principal de aparentes infalibilidades.

Hay también quien inventa desgracias imaginarias, como si las que hay no le bastasen…
Es cuando menos intrigante que la mayor de las certezas, la muerte, sea tantas veces relegada al olvido, como si se tratara de algo probable o irrelevante. No lo sé.

El hombre está asociado a la muerte. Ella le es absolutamente cierta. Sería mejor que aprendiéramos a vivir dentro de la verdad. Las mentiras son franquezas que intentan engañarnos, a veces con demasiada fuerza ya que las facilidades y potencialidades ilusorias de las alternativas van más allá de la autenticidad. Podemos andar inseguros sí, mas con la obligación de vivir en la verdad. Viviendo la verdad. Si nos dejamos engañar por las tentaciones de la prisa y la pereza caeremos en el mal de no ser nosotros mismos…tantas y tantas veces rendidos a la fantasía de que esta vida es eterna.

La duda afianza la confianza en nosotros mismos, dado que se constituye como un desafío que debemos afrontar. Lo que subsiste a la criba de las dudas prueba su verdad y, por consiguiente, su valor. Demora siempre algún tiempo hasta que consigas percibir la bondad de la duda. Quien es capaz de esperar a los buenos juicios, sin ceder a los prejuicios, sabe que la duda es el camino cierto para la verdad
Antes de decidirnos es normal e inteligente que haya duda; pero también después de la decisión  tomada es bueno que tengamos en cuenta que seguiremos teniendo dudas, y quizá aumenten.
Algunas sociedades luchan contra la ansiedad que ataca constantemente al espíritu humano con respuestas más o menos concretas, y permiten reducir su impacto negativo. Así apareció la ciencia como forma de intentar comprender el misterio y conseguir dominarlo; también el derecho, que permite regular el comportamiento de los otros, permitiendo así una previsibilidad confortable; y, las creencias, que funcionan muchas veces como reducto de explicaciones últimas y fantásticas en las cuales acreditamos estarán todas las respuestas y soluciones a nuestros problemas y el fin de nuestras dudas.

Nada en la vida está garantizado sino la muerte. La nuestra. La única que conoceremos verdaderamente. Pero, hasta esa certeza encierra en sí un misterio del tamaño de la vida: ¿es la llegada, o es una partida?

Unos prefieren lidiar con la contingencia del mundo de forma más extrovertida, compartiendo solidariamente los dolores de la libertad con quien se les cruza en el camino; otros hay, que prefieren profundizar en el recogimiento; la soledad propicia un combate más eficaz…unos y otros luchan por vencer el desasosiego, unos yo otros procuran la paz de la certeza. La fuerza da paz. El sueño. Hay que hacer frente a la nada…hay que luchar por ser.
La fe es  reconocimiento, adhesión y confianza en una verdad de orden superior, donde cada vida concreta tiene un sentido y un valor absolutos.

La fe es una retribución de amor que justifica y hace soportable nuestra existencia, porque amar es experimentar la verdad.

Las dudas viven en el corazón de la fe. Ahí se entable la lucha que nos define.

Somos fe. Aquella que sabe que el amor es el camino.

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