sábado, 4 de abril de 2015

El viento que decidimos ser


José Luís Nunes Martins

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4 de abril de 2015 


                                                             Ilustração de Carlos Ribeiro


Una de las elecciones más importantes que cada uno de nosotros debe hacer es la de escoger el foco principal de nuestra atención y cuidado. Si lo que quiero cambiar es el mundo a nuestro alrededor,  o el interior de nosotros mismos.

Casi todos los bienes y males de nuestra existencia parten de nuestro interior, por lo que será ahí donde habrá que perfeccionar, de forma profunda, todo lo que existe en nuestro interior.

Uno de los trabajos más importantes de cada uno de nosotros será el de saber bien lo que queremos. El secreto de la felicidad puede estar ahí: descartar lo que nos pueda estar causando innecesarias ansiedades. ¿Cuántas veces dejamos algo fuera de nuestro control?

Existen tres tipos de cosas: las que dependen exclusivamente de nosotros; las que escapan por completo a nuestra decisión; y aquellas sobre las cuales tenemos algún control, pero no total.

Si hiciéramos que nuestra alegría dependiera de algo que no está en nuestra mano, entonces será fácil que nos sintamos privados de algo que, en verdad, nunca fue nuestro. Igual en los casos en que conseguimos obtenerlo, la ansiedad asociada a poseer, además de la probabilidad de perderlo de la misma forma que lo ganamos, es algo que perturba de forma seria nuestra libertad y nuestra tranquilidad.

No tiene mucho sentido que perdamos todo nuestro tiempo intentando conquistar lo que no depende de nosotros. Será  inútil, una pérdida de energía y de tiempo que podía y debía ser utilizado en aquello que es esencial y está al alcance de nuestra mano.

Si yo fuera capaz de dominar mis deseos, procurando valorar más  lo que tengo en vez de buscar lo que no tengo, si yo fuera capaz de hacer todo lo que está a mi alcance a fin de mejorar mi vida, en vez de esperar un milagro cualquiera que me coloque en las manos aquello por lo cual no he luchado, entonces estaré en el camino cierto y seré ciertamente feliz, aunque no llegue a los niveles que sueño. Porque, aún así, habré llegado más alto que aquellos, que en vez de levantarse, prefieren quedar echados a la espera de que sus fantasías se realicen solas.

Algo que está en nuestras manos es la posibilidad, y el deber, de establecer nuestros objetivos. Lo que pretendemos alcanzar y lo que estamos dispuestos a hacer a fin de conseguirlos. Otra dimensión esencial y que depende solo de nosotros, es el conjunto de nuestros valores, así como la determinación de vivir de acuerdo con ellos. Nuestros objetivos y valores debían ser un punto central de nuestra preocupación diaria. Atribuir el debido valor a cada cosa puede evitarnos mucho sufrimiento…

La importancia para nosotros de todo lo que existe en el mundo, interior y exterior a nosotros, es definida por cada uno. Soy yo el que valoro o menosprecio un objeto, una actitud, acción o incluso una persona. La forma como miro el mundo lo altera o me altera a mí. Podemos aprender a escuchar y a comprender de una forma diferente y, con ello, cambiar buena parte del  mundo en que vivimos.

Si mañana saldrá el sol o lloverá no debe ser mi preocupación. ¡Lo que puedo, quiero y debo hacer…eso sí, debía preocuparme hoy y ocuparme mañana! Para ser feliz, debo hacer lo que está hoy a mi alcance… en cuanto al resto, aún cuando no cumpla mi expectativa, no debe ser algo que me frustra por completo… seré feliz, porque lo he merecido. Por encima de todo, más vale merecer lo que no se tiene que tener lo que no se merece…al final, es mejor ser ciego que tener ojos y no querer ver…

Hay que establecer metas, interiores y exteriores. Procurando llevar al límite nuestras fuerzas y talentos.

Ya hay demasiada gente infeliz, los que se preocupan más de ser amados que en amar, no haciendo nada siquiera por mostrarse amables…

La felicidad depende de lo que yo decidiera ser en mi interior, así como también depende del mal que yo puedo impedirme escoger. Que seamos buenos, humildes y diligentes depende solo de nosotros. Sólo de nosotros. Si no lo llegamos a ser, la responsabilidad es nuestra. Ninguno de nosotros sería feliz por casualidad, sino siempre debido a un conjunto de elecciones profundas… que nos definen… tal como queremos ser.


Rumbo a lo mejor de mí, no es el viento el que me lleva, sino mi voluntad.

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