24 de outubro de 2015 https://www.facebook.com/jlmartins?fref=ts
Ilustração de Carlos
Ribeiro
Hablamos de más. Damos,
tantas veces, nuestra opinión aunque nadie nos la pida, aunque tal vez a nadie
le interese. Como si el silencio fuese peor… en verdad, nuestras palabras nos
atan. Por hablar más de lo que debemos, acabamos por volvernos quienes no queríamos
ser. Hay a quien parece gustarle tanto su voz que aprovecha el tiempo que debía
dedicar a escuchar a otros en pensar lo
que va a decir después… no escuchan. Sólo hablan. De más. ¿Cómo puede saber
hablar quien no sabe callar?
En el silencio hay más paz. Más libertad. Se escucha mejor toco lo que está a nuestro alrededor. Lo que dicen los otros y lo que no dicen. Incluso se ve mucho mejor.
La plaza pública es
ruidosa e indiferente. Curiosa, quiere saber mucho pero todo lo olvida muy rápidamente
Es importante que seamos capaces de guardar nuestras palabras para nosotros y para quien nos las pide, más todavía cuando sean las más acertadas, deben solo ser dichas si alguien las quiere escuchar… caso contrario, lo mejor será siempre el silencio. Incluso porque tener razones no es tener la razón.
El silencio es el lugar del amor. La verdad no se dice, se hace. Se cumple. En gestos tan simples como escuchar, sufrir, contemplar, perdonar y agradecer.
“horror vacui”… si lo digo bien y no recuerdo mal el significado de estas palabras, se aplican al niño cuando habla sin parar, por temor asentirse solo. Algo así recuerdo. Pero claro, esas mismas palabras hoy se le pueden aplicar a una sociedad infantilizada, inmadura, temerosa… por eso siempre está la radio puesta, sonando el móvil, o pasando una imagen tras otra, los selfies.
ResponderEliminarComo siempre, tan oportuna hoy la crónica, o más… Muito obrigado