http://observador.pt/opiniao/poema-eleitoral/
(Aunque el autor hable de Portugal, bien pudieramos considerar sus palabras muy útiles para aplicarlas a las innumerables elecciones que sufrimos en nuestra patria, las cuales no nos traen ni prosperidad ni tranquilidad, sino cadavez más incertidumbre y consiguientemente, pobreza también.)
Mestro Zhuang se hizo
famoso por su discurso en el que rechazó la invitación a ser primer ministro,
en el que comparaba ministros con bueyes de engorde y los corredores del poder
con antros de depravación.
Zhuangzi (c.369—286 aC)
no es una referencia obvia para las próximas elecciones legislativas. Está
demasiado distante de nosotros en el espacio y el tiempo: era chino y murió
hace ya mucho tiempo. Era filósofo, uno de los más importantes de su generación
y de su escuela, y si fuese griego sería catalogado como cínico, una versión
china de Diógenes de Sinope (412—323 aC), un campeón en impopularidad. Era de
vida austera por convicción política y filosófica, un superlativo de José
Mújica, y además poeta, habiendo escrito buena parte de su crítica al
confucionismo y al modismo en verso.
Con todo, Maestro
Zhuang no era una nulidad en el arte de la política y en la gestión de las
finanzas públicas, en una nación donde el ingenio en el gobierno, conjuntamente
con la buena administración del erario real, siempre fue considerada la
disciplina más importante y elevada. En prueba de esto se cuenta que, habiendo
oído el rey Wei (¿ -329aC.), del estado de Chu, del discernimiento y
competencia de Zhuangzi , le habría pedido que aceptara convertirse en primer
ministro de su gobierno, habiéndole ofrecido para ello, en señal inicial de
gratitud, título nobiliario y mil libras de plata. Uno de los motivos de la
fama de maestro Zhuang, entre generaciones posteriores a aquella, menos ligadas
a la filosofía y más atentos a lo que es episódico en la vida política, es su
discurso de rechazo a la invitación y al presente. Después de comparar a los
ministros con bueyes de engorde y los corredores del poder con antros de
depravación, termina diciendo a los dignatarios reales: “Id en buena hora deprisa y no me ensuciéis más
con vuestra presencia. Prefiero revolcarme en un charco de lodo a emporcarme
con los humores y caprichos de la real corte. Firmemente he decidido no aceptar
nunca más cualquier cargo para así poder gozar más libremente de mi propia
carga”.
Para poner en
perspectiva este rechazo será bueno considerar que la carrera política, en la
China del siglo IV a.C. así como en el Portugal de hoy, era una de aquellas que
mejor podía asegurar el gozo de la materialidad de la vida, esto a pesar de
todos los riesgos que su ejercicio conlleva. El poder de poner a disposición y
la capacidad de solicitar y gozar de un ministerio eran contrapesados muy someramente por la
posibilidad futura e incierta de una dimisión por un capricho del soberano,
seguida de la acusación de corrupción, prisión, y otras experiencias más
dolorosas. Tanto allí como aquí.
Parece pues apropiado y
oportuno, en este período electoral, una pequeña infusión de sabiduría de
Zhuangzi, que podría recordar algunas verdades básicas a nuestro soberano
aparente, el pueblo, y a los candidatos a ministros del soberano. No bajo la
forma de un programa, que el soberano no tendría paciencia para leer, sino de
un poema electoral, sin lirismos de promesas sino con realismo cauteloso,
fresco hoy como hace 2.400 años atrás:
Gong-Wen Xuan viu um
funcionário real manco,
Que, consequência da má fortuna política,
Mais não tinha que o apoio de um pé.
“Que tipo de homem é esta monstruosidade?” perguntou ele,
“De quem é a culpa? Do Céu, ou do Homem?”
Que, consequência da má fortuna política,
Mais não tinha que o apoio de um pé.
“Que tipo de homem é esta monstruosidade?” perguntou ele,
“De quem é a culpa? Do Céu, ou do Homem?”
“Do Céu”, respondeu o
outro.
“Quando o Céu me deu a vida,
Desejou que me destacasse dos outros,
Enviou-me para o governo,
Para me poder distinguir.
Olha como sou diferente: um só pé”
“Quando o Céu me deu a vida,
Desejou que me destacasse dos outros,
Enviou-me para o governo,
Para me poder distinguir.
Olha como sou diferente: um só pé”
O faisão dos pântanos,
Tem de saltar dez vezes,
Para debicar um grão,
E tem de dar cem passos,
Para engolir um gole d’água.
Tem de saltar dez vezes,
Para debicar um grão,
E tem de dar cem passos,
Para engolir um gole d’água.
Mas nunca pede que lhe
deem guarida num galinheiro,
Embora lá pudesse ter tudo o que poderia desejar.
Prefere correr e pular,
Procurar por si o seu sustento,
A viver engaiolado.
Embora lá pudesse ter tudo o que poderia desejar.
Prefere correr e pular,
Procurar por si o seu sustento,
A viver engaiolado.
(Zhuangzi, Volumes
Interiores, 3-3)
El Maestro Zhuang
escribió este poema, de principio a fin, al pensar en los candidatos a
ministro. Al recordarles que las tejas del poder son una prisión tipo
gallinero. En cambio parece que él puede servir igualmente bien como
inspiración del pueblo soberano en el próximo acto electoral. El voto es el
arma del pueblo. Pero después de votar el pueblo queda desarmado e indefenso,
también él en un jaula, preso de políticas que lo alimentan con apoyos a la inversión,
subsidios de reinserción y reformas doradas, como dorado es el mijo para
gallináceas. Preso, por algún tiempo…
Professor de Finanças,
AESE
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