JOSÉ MIGUEL PINTO DOS
SANTOS
16/06/2015 - 05:44
http://www.publico.pt/economia/noticia/macacos-de-imitacao-1699019
La ansiedad por imitar
a los otros cobra un precio en felicidad humana.
El deseo de imitar es
una motivación humana poderosísima. Nosotros, los hombres, tenemos la tendencia
de desear algo, no tanto por la necesidad que tengamos de ello, ni siquiera por
su utilidad o bondad, sino porque el otro lo posee, o porque otro lo desea.
Si alguien duda de
esto, puede comprobarlo fácilmente observando la dinámica de niños de tres años
jugando: el juguete que yacía olvidado en el suelo se vuelve motivo de deseo y
disputa en el momento en que uno de ellos lo coge. La importancia de la
imitación no se desvanece con el paso a través de la adolescencia hasta la edad
adulta, antes al contrario. Esto se puede observar en todas las actividades
humanas. En los mercados financieros, cuando un inversor de referencia comienza
a comprar, se nota que muchos otros dan orden de compra.
Esto era especialmente
evidente cuando, en tiempos que ya quedan lejos, las transacciones se hacían en
sala, o en pits. Un grito de “¡compro!”, con un vigor especialmente entusiástico,
generaba inmediatamente decenas de otras órdenes de compra, sin que nadie
supiera bien por qué. Y lo mismo acontecía, poco después, con los
“¡vendo!” Las euforias y pánicos
financieros son esencialmente fenómenos de imitación. En otras áreas llamamos a
la imitación “moda”. Y hay modas para todo. Hay modas en la alimentación y en
el vestuario. Hay también los cirujanos y los abogados de moda. ¡Hay modas
hasta en poesía y en la espiritualidad!
Este mecanismo de dinámica
social fue descrito minuciosamente por René Girard, un filósofo y crítico
literario, que lo caracterizó como “un deseo mimético triangular”: el sujeto
desea el objeto porque un modelo, o referencia social del sujeto, lo posee o
también lo desea. Porque los recursos son escasos, este deseo es esencialmente
competitivo y, según Girard, está en el origen de la mayoría de los conflictos
que asolan la sociedad humana. Asume un aspecto aceptablemente civilizado en economías
de cooperación voluntaria y más o menos sanguinario en otras formas de
organización social.
Aunque pudiera ser, en
condiciones benignas, un motor de desarrollo económico, esta ansiedad por
imitar a los otros cobra un precio en felicidad humana. El ansia de poseer lo
que los otros tienen, sólo porque ellos lo tienen, es profundamente alienadora
y generadora de insatisfacción, porque es insaciable. Piense en esto antes de
contraer un préstamo para comprar el último modelo de lo que quiera que sea,
especialmente si tuviera uno que aún sirve. Y, para mantener su salud y
libertad, acuérdese del antiguo precepto: “Escucha, Oh Israel: […] Art.º 9 No
desearás la mujer de tu prójimo; Art.º10 No codiciarás los bienes ajenos.”
Professor de Finanças,
AESE
No hay comentarios:
Publicar un comentario