sábado, 10 de octubre de 2015

Egina

(Importante mercado de esclavos de la antigüedad)

JOSÉ MIGUEL PINTO DOS SANTOS 

¿Si una sociedad permite la esclavitud, cómo  no va a permitir otros abortos jurídicos contra la dignidad humana?

Diógenes Laercio, un historiador de principios del siglo tercero, cuenta que Platón (428-347 aC), como consecuencia de una aventura infeliz en Sicilia, habría sido puesto a la venta en el mercado de esclavos de Egina, cerca de 387 aC.

Le auxilió en esa difícil situación Aniceris (fl. séc. IV aC). Este filósofo epicúreo, que se encontraba allí de paso a su regreso de los Juegos Olímpicos, lo reconoció y, pagando las veinte minas que pedían, lo puso en libertad. Platón intentará pagar monetariamente este favor al colega: habiendo recogido la cuantía equivalente entre sus amigos atenienses intentó entregársela a Aniceris, pero
este siempre la rechazó, insistiendo que le era suficiente quedar con el placer y la honra de haber podido ayudar a otro amante de la verdad y de la sabiduría. Dice la leyenda que después Platón usó las veinte minas para comprar el jardín donde vino a establecer la Academia. Y las malas lenguas añaden que se sintió de tal modo agraviado por no haber podido saldar su deuda con Aniceris que, a pesar de hacer libremente referencia en sus obras a cualquier pardal que hubiese encontrado en el ágora, nunca mencionó en ellas al benefactor.

Egina era un importante mercado de esclavos de la antigüedad por donde, después de Platón, pasaron otros muchos nombres famosos como Diógenes o Cínico (c.412-323 aC) que, después de haber sido vendido allí, murió esclavo en Corinto. El modelo de negocio envolvía las siguientes etapas: primero, piratas y salteadores capturaban viajantes, mercaderes y pescadores en tierra y en mar; estos eran después puestos a la venta, directamente o a través de agentes, en la plaza; mientras tanto, para aprovechar mejor el excedente del consumidor, los vendedores intentaban hacer discriminación de precio: a los capturados más famosos y ricos se les daba la posibilidad de enviar mensajeros a contar su infortunio a familiares y amigos; suponían que estos estarían dispuestos a pagar más que otros compradores; cuando los familiares y amigos llegaban a la isla redimían al cautivo a cambio de dinero; si no llegaban dentro de un plazo razonable excautivo era licitado en la plaza pública.

Mientras tanto, acontecía frecuentemente que familiares y amigos no traían dinero suficiente según el precio. Esto dio lugar al desarrollo de otra línea de negocios: la concesión a crédito. En la plaza había siempre banqueros dispuestos a facilitar la cantidad que faltaba. Los banqueros debían estar organizados, para avalar las condiciones practicadas: la cuantía de deuda duplicaba a fin de un mes, y los acreedores tenían discrecionalidad en la ejecución de la garantía en la persona del antiguo cautivo, familiares y amigos, tomando posesión de ellos. ¿Cómo? ¿Por medio de los tribunales? Claro que no. Recurriendo a los piratas.

Los griegos sabían que el negocio de esclavos va contra la ley natural. ¿Pero qué decir sobre el negocio financiero? A pesar de tener en cuenta la posible organización, se puede por la cuestión de si la tasa de juro practicada no sería excesiva. Se puede intentar justificarla por el riesgo del negocio: que la tasa debe reflejar el riesgo del crédito es sabiduría antigua. Pero el riesgo era limitado teniendo en cuenta que los acreedores obtenían excelentes garantías personales: quedaban con el control de hecho sobre las personas del liberto, familiares y amigos hasta recibir noticia de un corresponsal en Atenas, Corinto o Tebas de que la cantidad que faltaba había sido depositada, y que ellos se podían considerar resarcidos. ¿Si el riesgo no explica la tasa desorbitada, que será? Llamarlo asimetría de mercado sería un eufemismo. Lo que de hecho es, es la nuda y cruda explotación de una situación de infortunio y necesidad absoluta. Explotación que los griegos sabían que era injusta y consideraban execrable. ¿Entonces por qué lo permitían? Por la misma razón que permitían la esclavitud.

La justicia es un etilo de vida, y la vida es una. No es fácil ser ladrón y no ser mentiroso, y ser mentiroso y no ser infiel a una mujer. ¿Si una sociedad permite la esclavitud, cómo no va a permitir otros abortos jurídicos contra la dignidad humana?

Professor de Finanças, AESE


Hace pocos días escribía yo un post en otro blog contra la usura de los bancos, actuales y lo titulaba “Impiedad”: ‘Se han convertido en unas máquinas ciegas de hacer dinero,... Y es que otra vez, …, un señor, agradecido, que suele venir a saludarnos,  y que cobra una pensión no contributiva, viene quejándose de que la Caja de ahorros lo ha dejado sin dinero en la cuenta. Aún no se ha enterado que ya no hay cajas, que se han convertido en bancos, que estos no entienden de descubiertos gratuitos, de charlas amistosas con el director, y menos de favores…, que estos cobran la demora en el pago de cualquier deuda contraída al minuto. Son absolutamente serviles con ‘don dinero’, este amo tirano, inicuo y perverso.

Más tirano que nunca, porque después de haber creado la crisis ahora nos la hace pagar a todos, ¡pero es que la pagan hasta los que reciben pensiones no contributivas,  o ayudas sociales de todo tipo! Toda cuenta paga tributo…’

No sé si se puede comparar esto con la esclavitud antigua, pero con la injusticia sí, ya que define a nuestra sociedad: ‘desarrolladísima en lo material pero  egoísta e implacable con el débil’.

No hay comentarios:

Publicar un comentario