(Importante mercado de esclavos de la antigüedad)
JOSÉ MIGUEL PINTO DOS
SANTOS
¿Si una sociedad
permite la esclavitud, cómo no va a
permitir otros abortos jurídicos contra la dignidad humana?
Diógenes
Laercio, un historiador de principios del siglo tercero, cuenta que Platón (428-347 aC ), como consecuencia
de una aventura infeliz en Sicilia, habría sido puesto a la venta en el mercado
de esclavos de Egina, cerca de 387
aC .
Le auxilió en esa
difícil situación Aniceris (fl. séc. IV aC). Este filósofo epicúreo, que se
encontraba allí de paso a su regreso de los Juegos Olímpicos, lo reconoció y,
pagando las veinte minas que pedían, lo puso en libertad. Platón intentará
pagar monetariamente este favor al colega: habiendo recogido la cuantía
equivalente entre sus amigos atenienses intentó entregársela a Aniceris, pero
este siempre la
rechazó, insistiendo que le era suficiente quedar con el placer y la honra de
haber podido ayudar a otro amante de la verdad y de la sabiduría. Dice la
leyenda que después Platón usó las veinte minas para comprar el jardín donde
vino a establecer la Academia. Y las malas lenguas añaden que se sintió de tal
modo agraviado por no haber podido saldar su deuda con Aniceris que, a pesar de
hacer libremente referencia en sus obras a cualquier pardal que hubiese
encontrado en el ágora, nunca mencionó en ellas al benefactor.
Egina era un importante
mercado de esclavos de la antigüedad por donde, después de Platón, pasaron
otros muchos nombres famosos como Diógenes o Cínico (c.412-323 aC ) que, después de
haber sido vendido allí, murió esclavo en Corinto. El modelo de negocio
envolvía las siguientes etapas: primero, piratas y salteadores capturaban
viajantes, mercaderes y pescadores en tierra y en mar; estos eran después
puestos a la venta, directamente o a través de agentes, en la plaza; mientras
tanto, para aprovechar mejor el excedente del consumidor, los vendedores
intentaban hacer discriminación de precio: a los capturados más famosos y ricos
se les daba la posibilidad de enviar mensajeros a contar su infortunio a
familiares y amigos; suponían que estos estarían dispuestos a pagar más que
otros compradores; cuando los familiares y amigos llegaban a la isla redimían
al cautivo a cambio de dinero; si no llegaban dentro de un plazo razonable
excautivo era licitado en la plaza pública.
Mientras tanto, acontecía
frecuentemente que familiares y amigos no traían dinero suficiente según el
precio. Esto dio lugar al desarrollo de otra línea de negocios: la concesión a
crédito. En la plaza había siempre banqueros dispuestos a facilitar la cantidad
que faltaba. Los banqueros debían estar organizados, para avalar las
condiciones practicadas: la cuantía de deuda duplicaba a fin de un mes, y los
acreedores tenían discrecionalidad en la ejecución de la garantía en la persona
del antiguo cautivo, familiares y amigos, tomando posesión de ellos. ¿Cómo?
¿Por medio de los tribunales? Claro que no. Recurriendo a los piratas.
Los griegos sabían que
el negocio de esclavos va contra la ley natural. ¿Pero qué decir sobre el
negocio financiero? A pesar de tener en cuenta la posible organización, se
puede por la cuestión de si la tasa de juro practicada no sería excesiva. Se
puede intentar justificarla por el riesgo del negocio: que la tasa debe
reflejar el riesgo del crédito es sabiduría antigua. Pero el riesgo era
limitado teniendo en cuenta que los acreedores obtenían excelentes garantías
personales: quedaban con el control de hecho sobre las personas del liberto,
familiares y amigos hasta recibir noticia de un corresponsal en Atenas, Corinto
o Tebas de que la cantidad que faltaba había sido depositada, y que ellos se podían
considerar resarcidos. ¿Si el riesgo no explica la tasa desorbitada, que será? Llamarlo
asimetría de mercado sería un eufemismo. Lo que de hecho es, es la nuda y cruda
explotación de una situación de infortunio y necesidad absoluta. Explotación
que los griegos sabían que era injusta y consideraban execrable. ¿Entonces por
qué lo permitían? Por la misma razón que permitían la esclavitud.
La justicia es un etilo
de vida, y la vida es una. No es fácil ser ladrón y no ser mentiroso, y ser
mentiroso y no ser infiel a una mujer. ¿Si una sociedad permite la esclavitud,
cómo no va a permitir otros abortos jurídicos contra la dignidad humana?
Professor de Finanças,
AESE
Hace pocos días escribía yo un post en otro blog
contra la usura de los bancos, actuales y lo titulaba “Impiedad”: ‘Se han
convertido en unas máquinas ciegas de hacer dinero,... Y es que otra vez, …, un
señor, agradecido, que suele venir a saludarnos, y que cobra una pensión no contributiva,
viene quejándose de que la Caja de ahorros lo ha dejado sin dinero en la
cuenta. Aún no se ha enterado que ya no hay cajas, que se han convertido en
bancos, que estos no entienden de descubiertos gratuitos, de charlas amistosas
con el director, y menos de favores…, que estos cobran la demora en el pago de
cualquier deuda contraída al minuto. Son absolutamente serviles con ‘don dinero’,
este amo tirano, inicuo y perverso.
Más tirano que nunca, porque después de haber
creado la crisis ahora nos la hace pagar a todos, ¡pero es que la pagan hasta
los que reciben pensiones no contributivas,
o ayudas sociales de todo tipo! Toda cuenta paga tributo…’
No sé si se puede comparar esto con la
esclavitud antigua, pero con la injusticia sí, ya que define a nuestra sociedad:
‘desarrolladísima en lo material pero egoísta e implacable con el débil’.
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