OPINIÓN DE JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS
La culpa pasa y repasa. Pisotea y aplasta. Azota, casi sin
fin. Nunca mata, solo quiere prolongar el sufrimiento.
La libertad nos condena a la responsabilidad. Ser libre es
decidir, pero es, aún más, haber aprendido a vivir con todas las consecuencias
de nuestras elecciones. Buenas y malas. La culpa aparece cuando nos damos
cuenta de haber sido autores de un mal.
Con todo, muchas veces somos irresponsables... no solo no
asumimos nuestras faltas sino que las atribuimos a otros... algunos de los
cuales las aceptan sin comprender que cargan peso que no es suyo.
La falta nunca está en lo que sentimos, sino en lo que
aceptamos sentir. La culpa también.
Lo peor de la culpa es el espacio y el tiempo que abre al
miedo. El culpable que tiene conciencia de eso ya está cumpliendo parte de su
pena, un temor constante que lo paraliza, impidiéndole las alegrías más
simples.
La culpa se redime, no por el pesar y por el remordimiento,
sino por el arrepentimiento. Compromiso por el cual el futuro se altera a fin
de lograr un verdadero perdón por el pasado. Quien se pierde justificándose
solo enmascara su culpa, dando al mal aún mayor fuerza y poder.
El arrepentimiento solo tiene sentido y valor si, de hecho,
las decisiones futuras obedecieran a la noble voluntad de perfeccionarnos y,
recurriendo a todos los medios necesarios, no volvemos a cometer el mismo
crimen contra nosotros mismos.
La voluntad de expiar la culpa es el principio de su fin.
La culpa de tanta infelicidad no suele ser de los otros,
sino de nosotros mismos.
Nacemos para ser felices, no para ser esclavos del pasado,
ni del miedo o la culpa.
(ilustração de Carlos Ribeiro)
http://rr.sapo.pt/artigo/76961/a_culpa_e_a_dor_do_que_nao_fomos
No hay comentarios:
Publicar un comentario