sábado, 11 de febrero de 2017

Los nuevos ‘sans-cullotes’


P. Gonçalo Portocarrero de Almada

Paradoja postmoderna: hay libertad total para provocar y escandalizar, pero no se da a nadie ningún derecho a sentirse ofendido por las actitudes indignas.

La imaginación más prodigiosa no logra adivinar los extremos a que son capaces de llegar algunos
energúmenos postmodernos, mas el No Pants Subway Ride puede dar una idea. ¡Se trata de una iniciativa en que muchos neoyorquinos participan todos los años y que consiste, como su propio nombre indica, en viajar en metro sin pantalones! También este año, según la agencia Efe, varias centenas de habitantes de Nueva York anduvieron en metro en paños menores, el pasado día 9 de enero.

Según la plataforma Improv Everywhere, “el objetivo no es ofender, sino “hacer reír a los demás y divertir”. Se acostumbra decir que una disculpa no pedida es una acusación manifiesta. O sea, si la propia organización dice que esta iniciativa no tiene ninguna finalidad ofensiva es porque de hecho la tiene, como es obvio.

Es curioso que, en la sociedad postmoderna, casi no se pueda andar con hábito religioso en la calle,
pero se puede andar en metro mostrando la ropa interior... ¡El crucifijo al pecho, o el velo islámico, ofenden la laicidad del Estado, pero los paños menores no solo no insultan la religiosidad de nadie, tampoco ofenden la decencia de quien aún la tiene! Paradoja postmoderna: hay libertad totoal para provocar y escandalizar, pero nadie tiene derecho a sentirse ofendido por actitudes indignas.

Cualquier día, esta o cualquier otra atrevida institución reedita esta iniciativa pero sin ninguna ropa y los ciudadanos tendrán que aceptar que el espacio público sea invadido por este tipo de adventismos, sin rechistar, pues cualquier actitud de reprobación es, a priori, tenida por reaccionaria, intolerante y fundamentalista. La decadencia de la sociedad occidental en lo mejor, o sea, en lo peor.

“Los organizadores instaron a los participantes a actuar normalmente, como si no se conociesen y respondieran, en caso de que alguien los interpelase, que se trata de ‘una coincidencia’ o que ‘se olvidaron los pantalones en casa’. Por lo tanto, más allá de hacer una triste figura, son también invitados a mentir. A una pregunta tan estúpida, como sería la de indagar la razón del despropósito, nada mejor que una respuesta no menos imbécil, como la que generosamente propone la organización, para el caso de los propios no supiesen qué decir, como conviene a la imbecilidad de quien se adhiere a tan estupidificante iniciativa.

Pero hay más: “Queremos dar a los neoyorquinos una razón para que levanten los ojos de los papeles
y de las pantallas de los móviles y experimenten algo diferente en su rutina diaria”, refirió una de las organizadoras, Jesse Good, en declaraciones a los medios de comunicación locales”. De hecho, es muy probable que la ropa interior de los otros pasajeros sea un importante motivo para dejar para otra ocasión la lectura de las noticias o de un libro.

 “Al final del viaje que terminó en Union Square, los participantes fueron invitados a celebrar la iniciativa bebiendo una copa en un bar de la zona, donde el único requisito para entrar era ‘no usar pantalones’”. Es probable que la bebida, preferentemente alcohólica, ayude a remediar el constipado provocado por la escasez de vestuario y, al mismo tiempo, apagar de la memoria la degradante experiencia. Como en el caso del beodo, que bebía para olvidar... que era beodo.

Como la estupidez no es atributo exclusivo de ningún pueblo, esta acción, que se realizó por primera
vez es 20002 en Nueva York, “se ha extendido a varias ciudades de todo el mundo, como Londres, Praga, Berlín, Varsovia y Milán, entre otras”. Todas ellas, según consta, se unieron, el pasado día 9, en la 16ª edición  de ‘No Pants Subway Ride’”. Según la misma fuente, “la iniciativa llegó  a realizarse en Lisboa y en Oporto” pero, como por lo visto no se repitió, no debe haber tenido éxito, lo que le honra mucho, respectivamente, a ‘alfacinhas e tripeiros’ y a todos los portugueses en general.

Tal vez este caso bizarro no sea más que una excentricidad de mal gusto, sin mayor importancia. Pero puede ser también un síntoma de decadencia a la que ha llegado la sociedad postmoderna desde que se divorció de su matriz cristiana. La primera enseñanza bíblica es la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios. Sin conciencia de su identidad, el ser humano no es más que un animal. En verdad, tan ridículo es un calzoncillo como unos pantalones, como un hombre sin ellas.

San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, decía: “deja una parroquia veinte años sin padre y allí los hombres adorarán a los animales”. La No Pants Subway Ride prueba eso mismo: donde se pierde la noción cristiana de excelencia humana, se extingue también la más elemental conciencia de la propia dignidad.

http://observador.pt/opiniao/os-novos-sans-cullotes/

(No tenía yo ni idea de tal iniciativa...me alegro de ser tan de pueblo e ignorante. Cuando busqué información y vi las imágenes, me pareció oportuno ilustrar el buen texto con las más ilustrativas del bochorno que suponen para quien no aprueba tan ordinaria iniciativa.)


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