(Aunque este blog trata de personas sin hogar, hoy me tomo la libertad de hablar de tres casos de familias porque son un ejemplo cada una en lo bueno y en lo menos bueno, y muchas personas están hoy sin hogar a causa de una separación, y tampoco pueden pasar una pensión para sus hijos, o si lo hacen porque tienen alguna ayuda o pensión, entonces ellos se quedan en la calle o recurren a ir de un albergue a otro.)
Hoy me han producido una pequeña conmoción tres casos de
familias, con características parecidas en edad y número de miembros, pero muy
diferentes entre sí.
El primero son dos matrimonios asociados para superar la
crisis. Han decidido vivir juntos, en la misma casa, compartiendo el alquiler
aunque luego hagan cada uno su propia vida. Como los papeles hoy son
obligatorios, les exigimos un padrón a cada uno. Pero ahora nos dicen que no
les permiten empadronarse en la misma casa.
¿Hay derecho a esto? ¿Se puede prohibir a alguien vivir con
quien le de la gana? ¿Y nosotros, qué
hacemos? ¿Acogemos a los dos, como familias independientes, o a una sí y a la
otra no? Dios mío, qué lío… y estamos empezando…
El segundo caso es completamente diferente, justo lo
contario, es una pareja que se está separando pero comparten el mismo piso… Hoy
nos ha lanzado otro reto difícil de solucionar. Tienen la separación pero aún
no tienen el régimen de visitas legalizado. Había venido la madre a recoger los
víveres, y al rato viene el padre, que es el titular, exigiéndonos que lo
borremos, porque su pareja le da de los
víveres lo que le conviene o le parece, y él está harto de cómo lo trata, así
que para evitar problemas con ella quiere que lo borremos. Naturalmente nos
negamos, ya que la ayuda principal es para los hijos. El no lo entiende muy
bien, ya que está ofuscado con su propio problema, las afrentas de su pareja…
El tercer caso es un matrimonio que se ha roto recientemente,
ella viene a recoger los víveres, y muy previsora trae los datos de su nueva
pareja…si estos datos no nos hacen falta, si lo peor es que su nueva pareja
tampoco trabaja y va a vivir de esta ayuda; y lo difícil de entender es cómo
éste hombre ha logrado echar de casa al padre de las criaturas, debido a una relación diaria, nocturna e irresponsable
por Internet…
Necesitamos un asesor...Siempre que hay una dificultad
decimos esta frase. Pero, en uno de estos casos está la solución, una
solución que cada uno, con sentido común, es capaz de encontrar por sí mismo,
como han hecho las dos primeras parejas. A mí se me ocurre, o mejor, deduzco, que en
el primer caso las dos parejas se quieren y buscan una solución para seguir
juntos; además, son solidarios los unos con los otros. Magnífico. Gracias a
Dios hay personas con sentido común y los lazos de afecto son fuertes, hay
renuncia, hay entrega, y por tanto garantizan el futuro de los hijos. Son
auténticas células sanas de la sociedad por lo que cabe la esperanza de
salvación.
En Cáritas debiéramos tratar de modificar nuestro sistema de
acogida, primero estar bien preparados espiritualmente, ser personas
satisfechas cada uno con su propia vida para poder acompañar sin prejuicios, reservas ni limitaciones, sólo las que impone el respeto a las decisiones del otro.
Por otro lado, cada día las trabas administrativas son más y
más absurdas, y algunas leyes no se
basan en la justicia, son discriminatorias y fuente de división social y
pobreza. Debemos ser críticos y estar por encima de ellas. Yo siempre
he pensado que Cáritas es como la Providencia, y me gusta seguir pensando que es sobre
todo eso, Providencia, que implica preocupación por cada uno, al igual que la
Providencia divina es el cuidado amoroso de Dios con todas sus criaturas,
conservándolas y dándoles la oportunidad de salvarse.
Los matrimonios son sobre todo amor, pero también son
pequeñas empresas fantásticas que nos aportan todo tipo de bienes, materiales y
morales, y donde se forman personas sociables, solidarias dispuestas siempre a
servir al bien común. Si estas pequeñas empresas fantásticas quiebran, la
sociedad empieza a fallar por la base, corriendo peligro el edificio entero; como en una
explosión controlada, la sociedad entera se autodestruye. Pero, como acabamos
de ver, aún quedan familias naturales verdaderas, por tanto aún quedan
cimientos sólidos sobre lo que poder seguir reconstruyendo las partes dañadas.
Desde Cáritas podemos hacer mucho…más que proporcionar alimento material,
perecedero.
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