miércoles, 2 de octubre de 2013

Pequeñas empresas fantásticas



(Aunque este blog trata de personas sin hogar, hoy me tomo la libertad de hablar de tres casos de familias porque son un ejemplo cada una en lo bueno y en lo menos bueno, y muchas personas están hoy sin hogar a causa de una separación, y tampoco pueden pasar una pensión para sus hijos, o si lo hacen porque tienen alguna ayuda o pensión, entonces ellos se quedan en la calle o recurren a ir de un albergue a otro.)

Hoy me han producido una pequeña conmoción tres casos de familias, con características parecidas en edad y número de miembros, pero muy diferentes entre sí.

El primero son dos matrimonios asociados para superar la crisis. Han decidido vivir juntos, en la misma casa, compartiendo el alquiler aunque luego hagan cada uno su propia vida. Como los papeles hoy son obligatorios, les exigimos un padrón a cada uno. Pero ahora nos dicen que no les permiten empadronarse en la misma casa.
¿Hay derecho a esto? ¿Se puede prohibir a alguien vivir con quien le de la gana?  ¿Y nosotros, qué hacemos? ¿Acogemos a los dos, como familias independientes, o a una sí y a la otra no? Dios mío, qué lío… y estamos empezando…

El segundo caso es completamente diferente, justo lo contario, es una pareja que se está separando pero comparten el mismo piso… Hoy nos ha lanzado otro reto difícil de solucionar. Tienen la separación pero aún no tienen el régimen de visitas legalizado. Había venido la madre a recoger los víveres, y al rato viene el padre, que es el titular, exigiéndonos que lo borremos, porque su pareja  le da de los víveres lo que le conviene o le parece, y él está harto de cómo lo trata, así que para evitar problemas con ella quiere que lo borremos. Naturalmente nos negamos, ya que la ayuda principal es para los hijos. El no lo entiende muy bien, ya que está ofuscado con su propio problema, las afrentas de su pareja…

El tercer caso es un matrimonio que se ha roto recientemente, ella viene a recoger los víveres, y muy previsora trae los datos de su nueva pareja…si estos datos no nos hacen falta, si lo peor es que su nueva pareja tampoco trabaja y va a vivir de esta ayuda; y lo difícil de entender es cómo éste hombre ha logrado echar de casa al padre de las criaturas, debido a  una relación diaria, nocturna e irresponsable por Internet…

Necesitamos un asesor...Siempre que hay una dificultad decimos esta frase. Pero, en uno de estos casos está la solución, una solución que cada uno, con sentido común, es capaz de encontrar por sí mismo, como han hecho las dos primeras parejas. A mí se me ocurre, o mejor, deduzco, que en el primer caso las dos parejas se quieren y buscan una solución para seguir juntos; además, son solidarios los unos con los otros. Magnífico. Gracias a Dios hay personas con sentido común y los lazos de afecto son fuertes, hay renuncia, hay entrega, y por tanto garantizan el futuro de los hijos. Son auténticas células sanas de la sociedad por lo que cabe la esperanza de salvación.

En Cáritas debiéramos tratar de modificar nuestro sistema de acogida, primero estar bien preparados espiritualmente, ser personas satisfechas cada uno con su propia vida para poder acompañar sin prejuicios,  reservas ni limitaciones, sólo las que  impone el respeto a las decisiones del otro.

Por otro lado, cada día las trabas administrativas son más y más absurdas, y algunas  leyes no se basan en la justicia, son discriminatorias y fuente de división social y pobreza. Debemos ser críticos y estar por encima de ellas. Yo siempre he pensado que Cáritas es como la Providencia, y me gusta seguir pensando que es sobre todo eso, Providencia, que implica preocupación por cada uno, al igual que la Providencia divina es el cuidado amoroso de Dios con todas sus criaturas, conservándolas y dándoles la oportunidad de salvarse.


Los matrimonios son sobre todo amor, pero también son pequeñas empresas fantásticas que nos aportan todo tipo de bienes, materiales y morales, y donde se forman personas sociables, solidarias dispuestas siempre a servir al bien común. Si estas pequeñas empresas fantásticas quiebran, la sociedad empieza a fallar por la base, corriendo  peligro el edificio entero; como en una explosión controlada, la sociedad entera se autodestruye. Pero, como acabamos de ver, aún quedan familias naturales verdaderas, por tanto aún quedan cimientos sólidos sobre lo que poder seguir reconstruyendo las partes dañadas. Desde Cáritas podemos hacer mucho…más que proporcionar alimento material, perecedero.

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