domingo, 30 de agosto de 2015

Somos ciudadanos sin lazos de ciudadanía


  
No somos capaces de reconocer en el vicio o el talento que nos falta, las virtudes de que carecemos. Ante cada éxito ajeno quedamos trastornados

(y esto vale para cualquier ciudadano, de cualquier parte del mundo, y muy especialmente para nosotros, los españoles, y aún se quedaría corto en la enumeración de agravios  a la ciudadanía…, por eso me parece muy oportuno compartirlo con todos ustedes. )

Miguel Torga, in "Diário (1985)" 

Es inútil. En ningún área del comportamiento social conseguimos encontrar un denominador común que nos haga la convivencia armoniosa. Procedemos en todos los planos de la vida colectiva como adversarios jurados. Nos hacemos la guerra en la política, en la literatura, en el comercio y en la industria.

Donde están dos portugueses están dos contrarios hostiles a la presidencia de la República, al líder de un partido, a la gerencia de un banco, al jefe de una corporación de bomberos. No somos capaces de reconocer en el vicio o el talento que nos falta, las virtudes de que carecemos.

Ante cada éxito ajeno quedamos trastornados. Y nos vengamos con la sátira,  la mordacidad,  la maledicencia.

En las ciudades o las aldeas, por fas o por nefas, no hay nadie sin apodo, a todos se les coloca un cartel peyorativo. El que quisiera conocer la naturaleza de nuestra relación, lea las polémicas que trabamos a lo largo de los tiempos. Son reveladoras. La celebrada carta de Eça a Camilo o la también conocida la de este al consejero Forjaz de Sampaio dan la medida exacta del berrinche en que nos complacemos en el trato diario.


Gregariamente, somos una suma de ciudadanos sin lazos de ciudadanía.

TGV: terrorismo a alta velocidad



http://observador.pt/opiniao/tgv-terrorismo-a-alta-velocidade/

El hecho heroico se queda con quien lo practicó, pero la lección es para todos. No tenemos el TGV, sino también tenemos criminales, héroes y cobardes. Tal como había dentro de aquel TGV. Los héroes señalan la diferencia.

Por su carácter excepcional, vale la pena recordar el heroico episodio del sábado pasado, 21 de agosto, a bordo del TGV Amsterdam-París.

Cuando el convoy estaba cerca de la estación de Arrás, en el norte de Francia, aún próximo a la frontera con Bélgica, Ayoub El-Khazzani, armado hasta los dientes, tuvo la tentación de atacar a los pasajeros. Felizmente, en el vagón viajaban también, entre otros, cuatro bravos, que hicieron frente al guerrillero islámico: un consultor inglés de 62 años, Chris Norman; y tres norteamericanos, el estudiante Anthonhy Sandler y sus amigos militares, Spencer Stone, de la Fuerza Aérea, en servicio en la base de Lajes, en los Ancores, y Alek Skarlatos, de la Guardia nacional de los Estados unidos de América.

Que Francia sea socorrida, in extremis, por un británico y tres norteamericanos, tiene su gracia, en este septuagésimo aniversario de la victoria de Gran Bretaña y los Estados Unidos en la II Guerra Mundial… No sé si fue para honrar esa memoria, pero el presidente francés concedió la más alta condecoración de su país, la Legión de Honor, a los principales protagonistas de la acción que frustró este ataque en el TGV francés.

La principal arma de los terroristas no es militar –ametralladoras, bombas o granadas- sino sicológica, o sea, el terror. Sembrar el miedo es lo que, en primer lugar, se pretende con el terrorismo: crear un estado de pánico que, en realidad, impide cualquier tipo de reacción. Por eso, es fundamental que el occidente no se agache ante las pretensiones totalitarias de los extremistas. Por esta razón fue necesario reaccionar contra el atentado al semanario Charlie Hebdo, por más indecentes que fueran  -y lo eran!- sus bromas de muy mal gusto y dudoso humor.

El hecho heroico queda con quien lo practicó, pero la lección es para todos. O sea, no basta que los Estados y las fuerzas de seguridad velen por la defensa de los derechos, garantías y libertades fundamentales; es necesario que todos y cada uno de los cuidados tome conciencia de que este combate también le incumbe.

Ante la inhibición de los ferroviarios que, en vez de hacer frente al terrorista marroquí, se encerraron en la cabina, dejando indefensos a los pasajeros, entre los cuales también había niños, hubo quien tuvo el coraje de poner en riesgo su vida. El héroe no es alguien que, como un loco temerario, ignora el peligro,     sino quien, conociéndolo, le hace frente. Sabe  que también puede morir, pero prefiere perder la vida con honra, que conservarla a costa de una infame cobardía. Esa fue la gran lección que los héroes del TGV dieron a Francia y al mundo entero y que los hizo merecer, con toda justicia, la Legión de Honor.

Dadas nuestras costumbres blandas, no abundan las ocasiones de protagonizar gestos de un heroísmo tal. No tenemos sólo el TGV, sino que tenemos criminales, héroes y cobardes. En un asalto a mano ramada, en plena vía pública, ¿Cuántas personas serían capaces de socorrer a la víctima? ¿¡Cuántos pasajeros de un convoy, autobús o tranvía, tendrían el coraje de hacer frente a un carterista, cogido in flagrante!? ¿No es verdad que la mayoría de las personas, en esas situaciones, prefiere no darse por aludida, dejando impune al atacante ya la víctima entregada a su propia suerte?

En la sociedad postmoderna se ha instalado un cierto terrorismo social, que es el ambiente propicio para el crimen urbano. En vez de solidaridad cristiana, que ve en el otro un ‘alter ego’, hay un clima de indiferencia generalizada, que lleva a que cada cual se importe sólo a sí mismo y con la seguridad de sus familiares y sus bienes. Pero, quien se interesa por el bien común, es también víctima de esa indiferencia y, ciertamente, cómplice, por omisión, de los que se aprovechan criminosamente de esa pasividad,

Faltan héroes de la vida común. En una nomenclatura religiosa, esos defensores de la verdad y del bien tienen un nombre: son los santos. La principal virtud cristiana no es la de la religión, sino la de la caridad: “nadie tiene más amorque el que da la vida por sus amigos” (Jo 15, 13).

Sería asfixiante, como en una prisión o en un campo de concentración, una sociedad  que todos fuesen vigilados. Salvo el caso de guerra, no es deseable que cada ciudadano sea un soldado, sino que todos debemos ser guardianes de la justicia y de la paz. Sólo quien vence el egoísmo, puede osar luchar contra todos los miedos.

Sacerdote católico


sábado, 29 de agosto de 2015

El valor de todo y la importancia de nada


29 de agosto de 2015 https://www.facebook.com/jlmartins?fref=ts



                                                      Ilustração de Carlos Ribeiro

Una de las mejores formas de valorar a las personas y las cosas es esperar a que con el paso del tiempo su importancia se relativice y se revele. Demasiado cerca, todo tiende a parecer absoluto y definitivo. Para comprender cada momento de la vida, es necesario que pase, y que se junte a otros hasta que llegue el momento cierto de ver, con toda claridad, lo que se pasó.

El secreto del discernimiento es al final una cosa tan simple como exigente y dolorosa: paciencia.

Si sólo se comprende la vida cuando miramos hacia atrás, la verdad es que, para  vivir, el sentido es el opuesto. Hacia adelante. Así, una elección determinante de nuestras vidas pasa por saber donde colocamos nuestros ojos y nuestro corazón: en el pasado en busca de comprensión y aceptación; u, en el futuro en busca de más vida.

Nuestro camino pasa por tierras desconocidas y mares lejanos. Nuestra vida es un acabar que nunca acaba. Como no hay un fin definitivo, renacemos de forma constante en muchos lugares y tiempos, y siempre es así, por más cansados y angustiados que estemos… ¡porque nuestra vida quiere vivir más  que nosotros mismos!

El vencedor sale muchas veces derrotado. Una de las alturas en que el corazón no debe flaquear es cuando está rodeado de enemigos. La soledad esencial de cada uno de nosotros es tan profunda que asusta a los que nunca se dan cuenta de la inmensidad del mundo dentro de sí.

Yo soy alguien que busca en el otro un ser como él, a partir de él y… para él.

En los tiempos de abandono hay que tener el coraje de la esperanza. Aquella certeza de que nuestro camino pasa por valles de tinieblas, frío y dolor… pero nuestra misión no es ni quedar allí, ni perder nuestra fe en el amor. Nuestras obras deben ser la respuesta al sufrimiento, porque son las obras las que confirman la misión.

¡Hacer lo que debo, estando entero en lo que hago!

Quien no quiere  vencer, no puede esperar victorias.

No. Nuestra existencia no es sólo esto. Es más que esto. Es mucho más que nosotros.

En los éxitos es bueno recordar los fracasos… todo se vuelve más claro. Los éxitos y los fracasos.


Hay una vida inmensa e intensa dentro de mí. La misma vida que anima a los árboles, que florecen y fructifican en primavera… y que, cuando sopla en el viento, las deshoja y libra de sus ramas muertas… la misma fuerza que levanta las olas, hace arena. El mismo coraje que nace e ilumina el corazón invencible de quien aprende a amar.

Debemos osar ser más. Trazar una cruz en el infinito y poner rumbo allá… Mientras no llegue el tiempo de ser nosotros la hoja seca que cae…

Yo soy también mi herencia. El ser de aquellos que me amaron y que acepté.

Cada uno de nosotros es sólo una hoja, una rama o un árbol… pero una floresta, un mundo y un universo.

¿Como no va querer dar todo por la verdadera felicidad? Buscar en el pasado el sentido de la vida es como buscar en los sueños razones de salud.

De noche, las luces son más suaves y verdaderas. El cielo es más bello cuando se pueden ver todas las estrellas centelleantes que nuestra corta vista no alcanza. La luz de la luna  puede ser aún más pura que la propia luz del sol.

El amor llama. A lo lejos, alguien canta. A lo lejos. Hay que esperar. Luchar. Con fe. Aquella certeza de que no estoy solo. Somos nosotros.

domingo, 23 de agosto de 2015

¿La ideología de género, qué género de ideología es?



 http://observador.pt/opiniao/a-ideologia-de-genero-que-genero-de-ideologia-e/

La ideología de género no es la nueva vanguardia de los derechos humanos, de la igualdad sexual o de la no discriminación, sino una nueva versión del marxismo

La pregunta fue formulada en estos términos: “¿Estamos preparados para abrazar la idea de que el género de cada uno depende de la identidad de género y no de las características del cuerpo, como la genitalidad?”

A esta cuestión trata de responder afirmativamente el autor de la tesis de doctorado que, el pasado día 19 de Junio, fue aprobada con distinción por el  ISCTE y que mereció un amplio reportaje en el diario Público el 11 de agosto pasado.

La ideología de género entiende que no se es del sexo a que corresponde la masculinidad o feminidad biológica, sino del género al que cada cual, libérrimamente, decide pertenecer. O sea, como se afirma en la fórmula anunciada, “el género de cada uno depende de la identidad de género y no de las características del cuerpo”. La sustitución del ‘sexo’ que son sólo dos –el femenino y el masculino- por el ‘género’, que no se sabe cuántos son, permite todas las variantes que el lobby LGBT agrega y promueve.

En abono de su tesis, el referido autor entrevistó a 22 transexuales. Está fuera de duda el respeto que les es debido, como a cualquier otra persona, independientemente de su orientación sexual, así como también son excluidas todas las formas de discriminación injustas. Pero, ¿como reconocer, jurídicamente, una identidad sexual variable?

Según el autor de este estudio, “ser transexual no significa tener una identidad sexual”. ¿Quiere esto decir que la transexualidad no es una identidad de género? Si así fuera, entonces no tiene sentido que una condición, que no es identitaria, tenga relevancia en el registro civil. Si, como se dice, “muchos participantes declaran que se reconocen como  mujeres u hombres a lo largo de sus trayectorias, de cuerdo con su identidad de género”, es obvio que tales participantes no pueden, pura y simplemente, ser tenidos como femeninos o masculinos. ¿Si ser transexual no define en una identidad sexual, en la medida en que tal sujeto tanto puede ser hombre como mujer, cual es la relevancia de la transexualidad en términos de identificación personal?

Más allá de las 22 entrevistas a transexuales, el autor también consultó “79 artículos publicados en as ediciones electrónicas de los cuatro principales diarios”, se supone que sin especial relevancia científica; “un extenso reportaje de una revista semanal” que no se identifica; “el debate” parlamentario que antecedió a la aprobación de la correspondiente ley; “la transcripción de un programa de televisión emitido por a RTP”, que tampoco se menciona; “el mensaje del presidente de la República”, de quien se desconoce cualquier especial competencia en esta temática y, aún, “cuatro comunicados emitidos por la mayor organización de derechos de lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBT)”. Si es todo, en realidad es  muy poco.

Si la identidad de género se determina sólo por la opción personal, la identidad sexual, por el contrario, se desprende de la propia naturaleza. Tal vez algunos nieguen la relevancia del sexo biológico, pero el sexo no es, por norma, sólo biológico, sino sobre todo sicológico y hasta espiritual, mucho ante de ser, también, una realidad cultural. O sea, se nace masculino o femenino y esa condición no es meramente anatómica, sino constitutiva de la personalidad del sujeto, al nivel de su intelectualidad, de su afectividad, de su sociabilidad, etc.

El profesor Richard A. Lippa, de la Universidad de California, realizó con el apoyo de la BBC, una interesante investigación sobre preferencias profesionales. A partir de doscientas mil entrevistas a otras tantas personas de 53 países de Europa, América, África y Asia, concluyó que los hombres tienden a los trabajos más técnicos, mientras que las mujeres prefieren las ocupaciones sociales. Es significativo que esta tendencia se mantenga en todos los países y continentes, no obstante la diversidad de culturas y de condiciones socioeconómicas. A su vez, el profesor Simon Baron-Cohen, del prestigioso Trinity College de la Universidad de Cambridge, que es autor de ‘Sex differences in human neonatal social percepción’, llegó al mismo resultado, al constatar que los niños, con sólo pocas horas de vida, fijan su preferencia en objetos mecánicos, mientras que las niñas, de la misma edad, ponen más atención a los rostros humanos.

Pero hay algo en lo que la ideología de género no engaña: su carácter predominantemente ideológico. Si se tuviera en cuenta que ya Engels afirmaba que la primera lucha de clases es la que se da dentro del matrimonio y que la dialéctica de lo femenino y de lo masculino debe ser abolida, no es temerario afirmar que la ideología de género es neomarxista. D. José Ignacio Munilla, Obispo de San Sebastián, fue aún más lejos cuando dice, el pasado 15 de agosto, que esta ideología es una ‘metástasis del marxismo’. “De acuerdo con los más agudos analistas –añadió el prelado español- el marxismo fracasó por haberse centrado en la teoría económica de la lucha de clases, sin atacar directamente a la familia, que es la que verdaderamente configura los valores de la persona. Por eso, en la actualidad,  a través de la ideología de género se procura destruir la familia y la concepción natural del hombre”

No obstante la matriz profundamente anticristiana de la ideología de género, la verdad es que, como enfáticamente escribe la autora del reportaje apreciable, en enero de 2011, “el país decidió” autorizar el cambio de género sin necesidad de esterilización o cualquier tratamiento”. Más aún, “Portugal se convirtió en el primer país europeo” en hacerlo, pues “ni España, ni el Reino Unido habían ido tan lejos”.


En vísperas de elecciones legislativas, los partidos deberían ilustrar al electorado sobre este particular, no suceda que, después, “el país” venga a decidir sobre una ideología que aún ningún partido político tuvo el coraje de decir lo que es.
Sacerdote católico



sábado, 22 de agosto de 2015

Buscando un amo

Hoy, recolocando los pocos libros y otros papeles que aún conservo, encontré este artículo de mi gran maestro J.J. Lozano, al que debo en gran parte la existencia de este humilde e insignificante blog. Así que no resisto la tentación de ponerlo a disposición de quien  quiera leerlo, o tenga interés aún en comprender mejor lo que nos está pasando, como sociedad, como personas…



 

Buscando un amo

POR JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO ESCRITOR. PREMIO CERVANTES 2002

| LA TERCERA DE ABC |



... Las categorías del pensar han quedado aniquiladas, y ni quiera el tiempo ni el espacio son algo significativo, todo es política, nada hay neutro: ni razón, ni palabra, ni modo de conocimiento, ni recoveco de vida ni de alma...

DISTO mucho de ser un jurista ni nada que se le parezca, pero mi paso por la Facultad de Derecho hizo posible que, gracias a la excelencia de buena parte de mis maestros, quedase en mi inteligencia y en mi corazón no menos de un grosor de cuatro dedos de enjundia jurídica, como de cristiandad tenía Sancho; y, desde luego, el suficiente sabor de lo que es Derecho como para distinguir en este orden de cosas la mano derecha de la izquierda. Y para saber, además y por lo tanto, que el Derecho consiste en que vayan reyes do quieren leyes, y no a la inversa; y que toda burla del Derecho se paga, y no tan a la larga, con la esclavitud. Y por supuesto que algunos de esos nuestros excelentes profesores ya nos advirtieron de que, gracias sobre todo al enorme éxito moral de los dos grandes totalitarismos del XX, la figura penal de la prevaricación, pongamos por caso, sería una legal opción jurídica; y que eso significaría el triunfo legal del espíritu de muerte de aquellos totalitarismos, para los que el Derecho era siempre algo instrumental, nunca un obstáculo, ante las necesidades políticas. ¿Cómo podríamos extrañarnos entonces de lo que estamos viendo aquellos jóvenes de entonces para los que esas advertencias sonaban a apocalipsis, pero un apocalipsis que sabíamos que siempre sería posible?

Mi generación despreció y odió a aquellos siniestros totalitarismos como nunca lo serían después, porque las generaciones que vinieron tras la nuestra cedieron a las fascinaciones de uno de ellos o de los dos, y admitieron la política como valor supremo, y la violencia y la mentira fundantes como instrumentos políticos para lograr una extraña justicia en un mundo nuevo, que exigía la destrucción del nuestro. El desplome intelectual, ético, religioso, cultural, y de la mera civilidad, sobrevenido después, en medio del aplauso y de la complicidad que parecía asistir a la epifanía de ese mundo nuevo como en una víspera de Reyes, nos ha instalado donde estamos; esto es, en un mero reniego del pasado, en la quema de todas las naves de regreso a la pura racionalidad como una fiesta, en una pura nada que no va a ninguna parte, pero tampoco desea ir a ninguna, sino sólo hacer el tiempo banal y eterno, sin una arruga y sin que nos rayen el coche, alta metafísica, y ya la única posible. Una verdadera revolución cultural ha sido hecha, y el modo de conocer mismo y el lenguaje han sido cambiados y determinados. La tesis es que no hay verdad alguna ni esencia de las cosas, que nada es sino que se determina y se define, y naturalmente es el poder el que lo hace, medida de todas las cosas y aún creador de la realidad partiendo de la nada, o aniquilador de esa realidad tornándola a la nada. Cuatro patas no son necesariamente más que dos patas, y veintisiete puede ser más que veintiocho, como decía el señor Lenin, a tenor de la decisión del Partido que estaba en el secreto de la historia, pero ahora lo están sus epígonos de la modernidad y el progreso progresado. Nada debe oponérseles, sino que será arrojado a las tinieblas exteriores de la corrección política. Los media implantan higiénica y pedagógicamente en los cerebros tal sentir y doctrina, y lo que se espera de nosotros es autoinculpación y agradecimiento como en los famosos juicios de Moscú, o la alabanza de las reses condenadas al matadero que van clamando: ¡Es por nuestro bien! ¡Es por nuestro bien!

No hay ninguna sustancia y todo es accidente, y sólo el poder dicta lo que puede salvarnos, y lo que igualmente puede salvar del olvido indiferente a las víctimas que fueron sacrificadas igualmente por nuestro bien, y así podremos alimentarnos de cadáveres y engordar con ellos. Ya no habrá guardias nocturnas en el castillo de Elsinor, que antes del canto del gallo y del clarear del día puedan ver el fantasma del padre de Hamlet, porque tampoco hay ya fantasmas, y los muertos sólo se levantan para ser militarizados y apoyar las luchas de los vivos para que haya más muertos; ni tampoco hay Hamlets con dudas ni filosofías.

Las jóvenes generaciones no deben poner sus ojos sobre esos rancios textos de antiguos rostros pálidos europeos, muertos hace ya mucho tiempo, que no nos importan, ni pueden importarnos. Un nuevo mundo se está levantando, y los nuevos adanes, creados a sí mismos como demiurgos, están poniendo nuevos nombres a las cosas, los seres, los aconteceres. Y serán todos ellos los que así las determinen. Hasta en la literatura se habla como si tal cosa de creación del lenguaje, pero un lenguaje único va conformando nuestras mentes, exactamente como se conformó la de las gentes que en la construcción de la Torre de Babel abrían la boca del mismo modo, porque sus mentes pensaban del mismo modo, y al abrir la boca eran conformadas para pensar más del mismo modo, según el diseño del rey Nimrod, el Primer Gran Hermano.

Pero no hay nada sobre lo que pensar, y sólo hay accidentes de esa nada sobre los que se vierten opiniones. Nuestro pensamiento se abre a las opiniones como a la pura nada, como ya enseñó Sócrates, porque de las cosas que se sabe no se opina, ni tampoco de las que no se sabe, ni tampoco se opina sobre aquéllas de las que sólo se sabe algo, porque entonces nacen hipótesis y éstas algún pie de certeza han de tener que las sostenga. Pero ya no son así las cosas, sino que el respeto sólo debido a las personas sólo se pide para las opiniones, que así pueden ser incluso honradas aún siendo necias o sencillamente criminales. Lo que se odia es la construcción cristiana del yo individual y de la persona, y así muy bien pueden ser alabados la necedad y el crimen.

¿Qué es lo que no se podría pensar, hacer y magnificar en este estado de cosas en el que nos encontramos? Las categorías del pensar han quedado aniquiladas, y ni quiera el tiempo ni el espacio son algo significativo, todo es política, nada hay neutro: ni razón, ni palabra, ni modo de conocimiento, ni recoveco de vida ni de alma. Es el Palacio de Cristal dostoievskiano, la cámara oculta como el ojo vigilante del dios nuevo. La Torre ya va muy alta, y sólo un temblor de tierra y una nueva confusión de lenguas para que cada cual moviese sus labios según fuesen su yo y su ánima podrían salvarnos de lo que parece nuestro destino.

Pero, de momento, las que cayeron un 11 de setiembre bien cercano fueron los rascacielos de Nueva York con la advertencia y el estruendo de como Constantinopla cayó en manos de los sarracenos en 1453. Se tardó luego cien años en alejar de Europa aquel peligro, y se logró en Lepanto, porque entonces todavía nuestros abuelos sabían lo que eran y lo que no querían ser en modo alguno; lo que ahora no es nada seguro cuando menos.

En el momento del mayo revolucionario del 68, los alumnos que coreaban consignas de destrucción y nuevo mundo pedían a Jacques Lacan que fuera para ellos un guía, y él les dijo: Ustedes lo que piden es un amo. No se preocupen, lo tendrán.


El silencio de las grandes obras


José Luís Nunes Martins
22 de agosto de 2015 


                                                        Ilustração de Carlos Ribeiro

Querida amiga,

Cualquiera puede destruir una obra de arte, pero sólo un maestro es capaz de crear y erigir… a pesar de todas las adversidades y maledicencias. Después, repetir y hacer otra… y otra… sí, que la genialidad no es ser autor de una obra primera, sino ser capaz de arrancar un proceso de creación y perfeccionamiento permanentes, mientras los otros critican sin cesar.

Es fácil decir que una cosa no está bien y sacarle muchos defectos. Pero esta gente no tiene idea de lo que es estar delante del vacío de una hoja o de una tela en blanco, del silencio de una pauta o de un bloque de mármol en bruto…

Si al menos esos críticos, por una vez, experimentasen hacer aquello que acusan a los otros de hacer mal…

Acumulan tensión como muelles comprimidos, y, en el instante fatal, disparan todo de una sola vez.

Lo mejor que se puede hacer ante una catarata de injurias, insultos y ofensas, por más repintadas y bien vestidas que lleguen, es encogerse de hombros y seguir adelante. Sí, es duro. Durísimo. Pero de nada nos vale otra cosa. Es una pérdida de tiempo, y de fuerza, intentar apedrear a los canes que ladran mientras pasa nuestra caravana. La realidad es así: unos quedan ahí, otros no.

Somos todos miserables. Todos. Algunos tienen conciencia de eso, otros prefieren el juego  infantil de ir apuntando miserias que creen que son sólo del otro. Se creen reyes de un mundo en el que ellos están en la cima y donde todo gira a su alrededor.

Conoce por cierto aquellos malos pintores que trazan líneas sin gran sentido y después intentan convencer a los otros de que la realidad es así, una imagen perfecta de lo que intentaron retratar. Claro, se embarullan en argumentos tan malos que a veces cuesta creer que salgan de la cabeza de alguien inteligente.

Permítame algunos consejos que me repito a mí mismo:

Nunca se crea más que otros. Sólo si se reconoce igual a ellos podrá ser diferente, por las obras que ellos sólo critican.

Hay quien sólo existe a partir de las obras que otro crean por sí mismos.

Aún cuando tenemos razón nos falta acertar en dos cosas: el tiempo y el tono.  A veces, la frase acertada fuera del tiempo o del tono, corre el riesgo de ser mal entendida así como no ser oída.

No piense mal de nadie, por respeto a sí. Esfuércese por comprender al otro, imagine qué razones pueden existir que justifiquen lo que aparenta no tener sentido alguno.

No invente disculpas para sí misma. Perfecciónese. Siempre. Da trabajo. Mucho. Pero usted lo merece. Perfeccione su silencio. Cuanto más limpio estuviere el inicio más bella podrá serla obra que de allí nace.

La verdad es que buena parte de nuestras propias desgracias se deben al hecho de que todos acabamos, casi siempre, por decir más de lo que queríamos decir…

Las grandes obras se hacen con amor, verdad y trabajo, no con palabras o meras intenciones.

No es el peso de la cruz lo que importa, sino la fuerza de los hombros que la cargan.

Las grandes obras se pierden en el silencio que as envuelve.

… en la certeza de que pido también por usted en los silencios de los que soy capaz, le pido que se acuerde de mí en los suyos.
...
muito Obrigado,

miércoles, 19 de agosto de 2015

Histerismos, hitlerismos



http://observador.pt/opiniao/histerismos-hitlerismos/

La cuestión del aborto se presta a histerismos. De los que, con mucho orgullo pero poca caridad, consideran asesinas a las mujeres que abortan. Y también de los que defienden que debe ser subvencionado e incentivado.

La cuestión del aborto es especialmente dada a histerismos. De principio a fin. De los que enarbolan, con mucha razón, la bandera de la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural y consideran, con poca caridad, asesinas a todas las mujeres que abortan. Pero también de los que defienden, con fanatismo irracional, que el aborto es un derecho fundamental de las mujeres y debe ser, por eso, liberalizado, subsidiado e incentivado. A unos y otros hay que pedir  sentido común y, además, serenidad, porque las emociones no suelen ser buenas consejeras, sobre todo en materias tan delicadas.

A nadie le está permitida la condena sumaria de una mujer que aborta, porque hay que tener en cuenta las circunstancias concretas de cada situación. Puede ser, es cierto, un acto consciente y deliberado, en que una vida humana es eliminada, en cuyo caso será difícil no reconocer carácter pecaminoso en esa acción, porque nada puede justificar la muerte de un ser humano inocente.

Pero no todos los abortos se producen así. Pocas son las mujeres que lo hacen con esa fiereza asesina. La presunción es, incluso, la de su inocencia, porque la culpa nunca se presume y deberá ser, en cada caso, probada. Hay bastante gente de buena fe, que no sabe lo que realmente está en cuestión en una interrupción voluntaria del embarazo, incluso porque el eufemismo de esta expresión dificulta, intencionadamente, la comprensión de la realidad en cuestión, así como la de sus dramáticas consecuencias.

Hay quien aborta sin culpa, porque está obligada a ello, especialmente por su pareja, que no acepta la paternidad del ser generado, aunque está obligado a ello, jurídica y moralmente. No deja de ser curioso que, en el caso evangélico de la mujer sorprendida en flagrante adulterio, se omita la referencia a su cómplice. ¿¡Si la acción implica necesariamente dos personas y ambas fueran sorprendidas en el acto, cómo explicar la ausencia masculina?! A Cristo no se le escapó la injusticia de aquellos que, injustamente, sólo acusaban a la mujer, mientras encubrían la culpa del hombre, a caso mayor, en caso de que la hubiera violado o coaccionado. Por eso Jesús, sin contradecir la ley ni justificar el adulterio, no condenó a la mujer.

También hay familias, muy ‘buenas familias’ por cierto, que, ante un inesperado embarazo de una hija adolescente, la fuerzan a abortar, sobre todo cuando el compañero no es ‘flor-que-se-cheire’ y no se prevé, no desea, cualquier fruto de aquella desastrosa relación. Entienden los familiares que la desgraciada joven no puede ni debe quedar sujeta, para el resto de su vida, a aquella pobre criatura, concebida en un momento de locura e irreflexión. Mandan entonces ‘las bunas costumbres’ que se elimine esa diminuta existencia y se devuelva a la joven
su libertad y respetabilidad social. Se presiona y se amenaza, incluso con la expulsión de la familia, a la menor que no acepte el ‘desmancho’, como un mal necesario, la única solución posible para aquel drama personal y familiar. ¿Pero, una mujer así forzada, es a caso responsable de un acto cometido por causa de la desesperación, posiblemente en la mayor y más dolorosa soledad y sufrimiento? Cristo, ciertamente, no la condenaría, ni ningún cristiano digno de tal nombre, en cambio otros defensores de la vida tal vez no tuviesen pudor en considerarla, pura y simplemente, una asesina.

En el campo opuesto, tampoco faltan ejemplos de una retórica tan exagerada que, en realidad, resulta ridícula. Todavía recientemente, apropósito de la aprobación, por la Asamblea de la República, de la “Ley de apoyo a la maternidad y paternidad”, suscrita por cerca de cincuenta mil lectores, al abrigo de una iniciativa legislativa de ciudadanos, se oyeron gritos desesperados, como si la nueva ley fuese una monstruosidad inimaginable, un retroceso de mil años en la legislación social, un regreso a las cavernas del paleolítico inferior, una humillación para las mujeres portuguesas, una ofensa al orden constitucional, una grosera violación del anterior referendo (que, por cierto, una no menos grosera violación el referendo anterior, también no vinculante…), una inaudita falta de respeto al Estado de Derecho, una catástrofe humanitaria, etc.

Hay, por supuesto, algunos diputados y políticos que, cuando peroran sobre estas materias, lo hacen con tan depuradas capacidades dramáticas que se lamentan no haberse dedicado a la carrera artística. Quedan bien esos gestos  teatrales en un escenario, pero son excusados en un parlamento, que debe ser un lugar de reflexión y de debate más racional que emocional, porque sólo un análisis sereno puede fundamentar una decisión ponderada y justa, como deben ser las leyes que rigen una cuestión tan sensible.

Por otro lado, que no todas las mujeres que abortan son asesinas no supone que ninguna lo sea. Hay abortos sin culpa, como también los hay que son criminosos, cometidos con plena consciencia y total voluntad, a veces de forma reincidente y a expensas del Estado, o sea, de los contribuyentes. Ni todas  criminales, ni todas inocentes. La Ley no debe suponer  una cosa, ni su contrario, sino proteger siempre al más débil y, supuesta la presunción de inocencia, responsabilizar a quien infringe la ley.


Los histerismos están de más. Siempre. Son polución. O peor, una buena imitación de los dictadores más irracionales. No era por casualidad que Hitler discurseaba siempre dando gritos… Es que, a quien le falta la fuerza de la razón, sólo le queda la razón de la fuerza. 

sábado, 15 de agosto de 2015

Las obras y los misterios del amor

https://www.facebook.com/jlmartins/posts/10204622332305807:0


                                                         Ilustração de Carlos Ribeiro

Quien ama no siente el amor en su corazón. Vive en el corazón del amor. El amor que nos ofrece los sueños más bellos y nos hace volar, es el mismo que nos clava las espinas más duras en la carne y se hace amargo en nuestras lágrimas.

El amor hace el querer, donde y cuando alguien lo acepta. No tiene otras manos ni ojos sino los nuestros. La fuerza del amor es aquella de laque fuéramos capaces. Por eso, amar es, ante todo, aceptar.

Hay quien entrega su vida por amor. Quien se abandona a sí mismo, dejando atrás aquello que otros creen que es su mayor tesoro… La vida es para amar, quien no ama, solo sobrevive.

Habrá quien muera de amor. Pero esta vida es solo un pedazo de la otra, mayor, que sólo es vivida por los que tuvieran el coraje imprudente de ser luz y calor en la vida de alguien, aceptándolo como es… y como quiere ser. Sin juzgar. Respetando siempre sus espacios y sus tiempos, su pasado y su futuro.  Amar es corregir y ayudar a quien se ama a ser mejor, pero no obligándolo a nuestros pensamientos y sentimientos, a nuestras palabras y a nuestros silencios. Amar al otro es ser un medio para su verdadera felicidad, no es hacer de él un instrumento de nuestro egoísmo.

En el amor no hay monotonía. O crece al exterior, expandiéndose y creando nuevos mundos; o hacia el interior, alargando los horizontes del sentir y del pensar hasta el infinito.

A veces el amor nos obliga a ser duros, firmes y objetivos, cuidando de forma eficaz de lo que no puede ser hecho de forma amable. Duele a todos, pero el camino cierto sólo raras veces es el más agradable. El mal debe ser combatido. Sin contemplaciones. Grande o pequeño. Viejo o recién nacido. Claro que es mejor que sea cortado de raíz, luego en el inicio. Si tal cosa no fuera posible, entonces que lo sea así que hubiere certeza y fuerza. Pero sin perder tiempo.

Las obras del amor son las decisiones y los gestos de quien ama. Son siempre personales. No hay amor en abstracto. Es siempre algo que va en el corazón concreto del otro, aunque nada venga de allí a cambio.

Cuando se busca a cambio de la sensualidad sin amor, lo que se encuentra son pedazos de tiempo llenos de placer para los sentidos, pero lo que sigue son tiempos de soledad aún más honda que en el interior de todos y de cada uno va forjando la consciencia.

Al contrario de los que aman, los egoístas exigen todo del otro. Pero claro, lo llaman siempre amor. No se dan cuenta de que se van destruyendo a sí mismos.

¡El amor me hace ser mayor de lo que soy!

El amor solo es un sueño al principio. Después vienen los sufrimientos…que se deben afrontar en la certeza de que sólo un vida que se dirige al bien –entre los males- es una vida con  valor.

Casi nadie llega a la cima de las montañas de la vida, no porque tal cosa sea imposible, sino porque la cobardía y el egoísmo  encuentran siempre otros caminos más agradables, descendiendo.

Importa saber que nuestra vida escomenzar y reconocer, comenzar y recomenzar…todas las veces que haga falta. Las derrotas y los fracasos son parte del duro camino de la victoria.

Un vencedor es aquel que vence al dolor. El que triunfa sobre lo peor de sí. El que se da a sí mismo. El que despedaza a su egoísmo, en una lucha en que casi siempre hay espadas que traspasan corazones.

El amor nos embala en una paz celestial, pero también nos quita el sueño cuando nos sacude, muele y amasa hasta quedar maleables a fin de que podamos, en su fuego, crecer y ser pan para otro.

Amar es ser una oración humilde que agradece, pide perdón y suplica  más ayuda.

El amor es una corona, pero es también una renuncia y un martirio. Todas las coronas tienen espinas por dentro, todas, menos las de la gloria.

Si grandes son las obras del amor, mayores aún lo son sus misterios…

miércoles, 12 de agosto de 2015

¿Estamos nosotros realmente salvando el mundo?



Por Mia Couto, in 'Pensatempos' 

http://www.citador.pt/textos/estamos-nos-realmente-salvando-o-mundo-mia-couto

La pregunta a la que nos enfrentamos hoy es simple: ¿Estamos nosotros realmente salvando el mundo? No me parece que la respuesta pueda ser aquella que nos gustaría. El mundo sólo puede ser salvado si fuera otro, si ese otro mundo  naciera en nosotros y nos hiciera nacer en él.

Pero ni el mundo está siendo salvado ni él nos salva en cuanto seres de existencia única e irrepetible. Algunos de nosotros creen que están haciendo cosas importantísimas. Pero pocos creerán que están cambiando nuestro futuro. La mayor parte de nosotros está administrando una condición que sabemos torcida, genéticamente modificada al gusto de un enorme laboratorio para el cual todos trabajamos aunque sin vencimiento.

Si alguna cosa queremos cambiar y parece que cambiar es necesario, tenemos que hacer frente a algunas preguntas. La primera de las cuales es ¿cómo estamos nosotros, biólogos, pensando la ciencia biológica? Antes de ser científicos somos ciudadanos críticos, capaces de cuestionar los presupuestos que nos son entregados como siendo ‘naturales’. La verdad, colegas, es que estamos hoy ante una naturaleza muy poco natural.


Y es aquí donde el pecado de la pereza puede estar ganando terreno. Una sutil y silenciosa pereza puede llevar al abandono de la reflexión sobre nuestro propio objeto de trabajo. Cedemos a unos pocos el cometido de no ponernos más en cuestión quien somos, lo que sabemos, lo que hacemos. Las últimas décadas han tendido a tecnificar las ciencias biológicas. De nuevo, insisten con nosotros en que las soluciones irán de sofisticadas tecnologías y de que poco vale cuestionarnos los desafíos políticos y sociales de nuestro tiempo. A fuerza de tener que sobrevivir vamos aceptando encajes, ofertas y arreglos. La idea de que no vale la pena intentar otra utopía conduce al acomodo y al conformismo intelectual.

La misma idea de Ciencia que nos parece exenta y por encima de toda sospecha es una idea tan exclusivista que puede ser entendida como una idea golosa. Golosa y glotona. Engorda no por comer sino por hacer dieta. Y esa dieta consiste en ignorar otras sabidurías, otros sistemas de conocimiento.

martes, 11 de agosto de 2015

La Ley de Dependencia

Hoy me pide un buen amigo que le ayude a divulgar una denuncia que hace una persona necesitada y enferma. Pues no faltaba más, con todo mi apoyo.

La Ley de Dependencia

Soy Isabel, una ciudadana ya mayor, de 79 años, con varias enfermedades y padecimientos crónicos diagnosticados, los cuales me obligan a estar postrada en una butaca durante todo el día. Alguien que está SOLO, a expensas de aquellas personas de mi familia, amigos y vecinos de grupos de a Parroquia, que por caridad me visitan y atienden, porque el CUIDADO que necesito es TOTAL, no puedo asearme ni comer sola, mi desplazamiento es con andador, y por mis atrofiadas manos, acompañada. Tienen que venir a acostarme, y mi inmovilidad es total, a penas muevo el cuerpo, hasta que me levantan. Cuando pueden me proporcionan algo de compañía.

Sólo voy a dar un dato para corroborar lo que antecede: El Tribunal Médico de la Junta de Andalucía, a través del examen correspondiente, me concedió hace tiempo un 90% de Discapacidad. –Parece ser que este documento para la Administración tiene poca importancia-, y, curiosamente, también para los trabajadores sociales ¿…?

Llevo esperando TRES largos AÑOS para que me pudieran hacer la primera valoración de grado, y la respuesta ha sido la consecución de una ayuda a domicilio de 35 horas al mes, es decir, una hora y pocos minutos al día, excepto los domingos. –No sé si indignarme, tomarlo a risa, o pensarlo un poco.

Ahora llevo meses esperando que me hagan una segunda valoración al no estar, por supuesto, conforme con la primera respuesta dada, y haber efectuado la reclamación oportuna.

Me siento maltratada por los poderes públicos y “me siento un objeto”, pero además inservible y molesto. Aquellos que toman las decisiones en los despachos “no me ven con sus ojos, ni me palpan”, no sienten empatía, por lo tanto, es imposible esperar de ellos la consideración debida. Mi situación personal, para su responsabilidad, consiste en la traducción de mis padecimientos en un coste monetario, a eso se reduce todo. La importancia que le suelen dar a los servicios sociales la comprobamos al ver el lugar que ocupamos en los presupuestos. Y así es, lo mismo, en las tres Administraciones de las que dependemos.

Sufro –sufrimos- si comparamos esa merma de atención tan necesaria con las recientes subidas del presupuesto en un 4% y las de algunos cargos de reciente elección, con el argumento de compensar las bajadas de los años anteriores. Esto es un signo palpable de las prioridades de nuestros gobernantes y su modo de gestionar las arcas públicas, que no debemos olvidar que se nutren de lo que aportamos los ciudadanos. Creo que el dinero público debe administrarse y encauzarse en la cultura de la búsqueda de bienestar social para quienes más lo necesitan, y en la corrección de las injusticias. No se puede decir que perseguimos un mundo más justo, y con nuestras equivocadas decisiones propiciar lo contrario.

Como digo, el ser demasiado mayor, no es un obstáculo para que DENUNCIE una situación que considero injusta a todas luces, y así deberíamos hacerlo, junto con familiares y amigos, sustituyendo la comodidad y la resignación por un mayor compromiso, auténtico y cristiano, y espero que el DEFENSOR DEL PUEBLO tome buena nota de esta denuncia, y zarandee sin miedo a quien deba. Él está para eso, si no, se convertirá en defensor de la Administración y será un funcionario más.

Lo pido y solicito por el colectivo de desfavorecidos, yo, al fin y al cabo, con la edad que tengo, y mi fortaleza en la creencia de un Dios Misericordioso, voy aguantando como puedo, pero lo suplico para todos los implicados, por la JUSTICIA y no por CARIDAD.

Isabel Carrasco Montes



lunes, 10 de agosto de 2015

Donde había pecadores, ahora, por decreto o por descuido, incautos ‘multidelincuentes’


Este Estado, bueno, todos o casi todos, desde la ONU hasta el último rincón de la tierra, han empezado hace ya un tiempo a hacerse los dueños de la conciencia de las personas. Están elaborado una red laberíntica de leyes, tan absurdas, que la justicia es ‘un cachondeo’, ¿o qué es si no, que terroristas confesos, y otros criminales, con penas a medio cumplir, sin haberse arrepentido de sus crímenes abominables, anden sueltos; o qué pensar de normas de tráfico absurdas, que ni los mismos políticos cumplen por agobiantes -¡cómo se puede estar controlando continuamente coches potentísimos, que hasta conducen solos!-,  sólo buscan crear ‘delincuentes de tráfico’ y cobrar multas, para excitar así el miedo y la frustración en los ciudadanos. Muchos hay que, por ser pobres además, han de cumplir condenas sociales al no poder pagar tan elevadas multas.

Y ya el colmo, el empeño en considerar el ‘cambio climático’ consecuencia de la maldad de los ‘hombres-ciudadanos-consumidores’, al que nos han abocado en cualquier caso por su codicia y su ineptitud; si tan listos son para verlo ahora lo pudieron haber previsto, los grandes sabios de la URSS al menos… Ahora debemos pagar todos la culpa que hemos cometido contra la naturaleza, de la que se creen dueños, ni mucho menos responsables ante Dios y las futuras generaciones, o ante los mismos ciudadanos que los eligen.

No quisiera meterme con las leyes que destruyen el concepto de familia, o las que regulan las separaciones y divorcios (porque soy una víctima más, y puede que no sea imparcial…jaja)  y los demás posibles estados civiles en la actualidad. No hay forma más atroz de fomentar el odio y la división, la ruina individualizada, la pobreza, y hasta la exclusión.

¿Hay contradicción más evidente, visible y desvergonzada que ver escrito en un paquete de tabaco ‘fumar mata’? Pero tú consume, que así elevamos los impuestos y vas pagando cigarro a cigarro la culpa por fumar, enfermarte… Después,  ya veremos si te curamos, por haber sido  ‘consumidor- fumador-pecador’ según el concepto sanitario moderno, que  busca la felicidad en la ‘calidad de vida’, o en la prolongación de la misma, aunque no sé yo bien para qué, ni cuántos podrán disfrutar de estas ‘bendiciones estatales’ si la mayoría de la población es pobre.

Y así muchas cosas más: el relativismo, la ‘falsa tolerancia discriminatoria’ para justificar los ataques a la Iglesia católica, por ejemplo, o a la fiesta nacional de los toros, que está muy bien regulada; para impedir algunas manifestaciones públicas de fe, y en cambio sí permitir otras expresiones artísticas, o cabalgatas,  desvergonzadas,  de mal gusto y provocativas; permitir en la educación de los niños ciertos contenidos y prohibir otros, atentando contra la libertad de cátedra; así como impedir la objeción de conciencia a los médicos antiabortistas…

Sigo: ¡la aprobación de derechos para acortar o interrumpir la vida humana! ¡Cabe mayor despropósito, pues va contra el respeto sagrado a la vida humana, que indudablemente no nos pertenece. Estamos obligados a cuidarla, al menos por instinto de supervivencia de la especie! Matan cristianos o enemigos políticos, mueren africanos que huyen despavoridos de la miseria económica y política, de la violencia tribal exterminadora… a un occidente en crisis total, caótico, incapaz de regular su propia sociedad con verdadera justicia pacificadora.


Y termino, pues no pensaba extenderme tanto hoy, no quería juntar tantos agravios para no caer el desánimo. Prefiero elevar una oración al Dios Altísimo, ¡que por los méritos de la pasión, muerte y resurrección de su querido Hijo, y hermano nuestro,  perdone nuestras ofensas, nos salve y nos proteja de nosotros mismos! para que seamos fuertes, y no caigamos en las garras del Gran Adulador y sus secuaces.

domingo, 9 de agosto de 2015

Alicia y la moral en el país de las maravillas


http://observador.pt/opiniao/alice-e-a-moral-no-pais-das-maravilhas/

Lea, vaya al cine y al teatro. Pero, si le ocurre que el libro, el cine o la pieza no tiene ninguna moral, acuérdese de la advertencia de la duquesa a Alicia: ¡Todo tiene una moral, pero es preciso dar con ella!

En el 150º aniversario de la publicación del conocido libro de Lewis Carroll, alias Charles Lutwidge Dodgson, y en pleno tiempo estival, viene a propósito un breve diálogo entre Alicia y la duquesa, que era ‘muy fea’ y de ‘baja estatura’, no obstante a la alteza de su condición social.

 “- ¡No imaginas qué contenta estoy de volver a verte, querida mía!- dice la duquesa, dando una palmadita afectuosa en al brazo de Alicia.”

Así comienza el noveno capítulo, que tiene por título “la historia de la falsa tortuga”, pero que, en realidad, se debería titular “La historia de la falsa neutralidad moral de las historias del país de las maravillas y no sólo”.

¿Por qué? la respuesta está en la conversación que continúa. Alicia, perdida en sus pensamientos, ignora por completo a la duquesa. Por eso, “con alguna sorpresa le susurra al oído:

“- Estás pensando en cualquier cosa, querida mía. Incluso te olvidas de hablar. En este momento no puedo decirte cual es la moral de esos pensamientos, pero intentaré encontrarla.

 “-Tal vez no exista ninguna moral – se atrevió a responder Alicia-.

 “- ¡Cállate, niña! –dice la Duquesa. –Todo tiene una moral. Basta que demos con ella”.

Hasta las historias menos moralistas tienen también una moral. Sería ingenuo pensar que hay romances, películas o telenovelas que, desde el punto de vista ético, son absolutamente neutras.

Por ejemplo, las producciones cinematográficas norteamericanas generalmente incluyen, en uno de los papeles principales, algún negro. Obviamente, tal cosa no sucede por casualidad, sino a propósito que, en este caso, es el loable principio de la inclusión y de la igualdad de todos los seres humanos.

No siempre, con todo, es así. Po supuesto, hay virtudes morales que las producciones artísticas, sean ellas literarias o cinematográficas, transforman en vicios, y vicios que son presentados como si fuesen virtudes. Por ejemplo, la obediencia raramente es elogiada, porque se prefiere exaltar la rebeldía. La infidelidad conyugal, por regla general, no es vista como un mal a evitar, sino como un mérito añadido, porque un héroe, o una heroína, quiere ser capaz de provocar pasiones arrebatadoras.

Mientras tanto, lo mismo cuando se infringen ciertos cánones éticos, las novelas modernas nunca son totalmente amorales. Por eso, es inimaginable que una producción artística proponga un Hitler galante y glamoroso. Pero un glamoroso Che Guevara que, por supuesto, no era mucho mejor, ya sería aceptable. Un bebedor empedernido puede transformarse en un príncipe encantado, pero nunca sería un compulsivo fumador.

Es muy positiva esta unanimidad en la condenación del nazismo, pero es una pena que no abarque otros totalitarismos, no menos nefandos. No se puede alentar el tabaquismo, pero es curiosa esta hipersensibilidad ética en relación a un mal menor, cuando desórdenes mucho mayores no son proscritos ni censurados por la poderosa industria del divertimento. No sería preferible una heroína, o un héroe, que sea buen ciudadano, buen cónyuge, buena madre o buen padre, honesto, trabajador pero fumador, en vez de alguien infiel en el matrimonio, mal progenitor, desleal en materia profesional, bebedor y tramposo pero que… no fuma?


En tiempo de vacaciones, lea, vaya al cine y al teatro. Pero, si le ocurre que el texto, la película o la pieza no tienen ninguna moral, desengáñese. Acuérdese de la sabia advertencia de la duquesa a Alicia: “Todo tiene una moral. Basta que demos con ella”.

sábado, 8 de agosto de 2015

¡Perdone, ayude y olvide!


José Luís Nunes Martins
https://www.facebook.com/jlmartins/posts/10204577391342311:0


                                                   Ilustração de Carlos Ribeiro

Caro amigo,

Es posible amar a una persona y detestar todo lo que en ella es malo, cada uno de los vicios que la estragan. Tenemos un montón de imperfecciones. Pero más que quien nos eche en cara  los errores, necesitamos de quien nos ame y enseñe a amar. De quien nos perdone, nos ayude y olvide nuestro mal. ¡E incluso si olvida que nos perdone!

Supongo que le cueste la idea del olvido… La herida sólo se cura cuando ya no se ve el rastro de la cicatriz.

Pero, para algunos, perdonar no es olvidar. Perdonan con la condición de dejar bien claro en el otro la evidencia de la imperfección. Contabilizando para sí un perdón más.

Ahora bien, el amor sólo se concibe de una forma: o es entero o no es. El amor exige que quien ama no haga cuentas, entregue su corazón, entero.

Ser justo con alguien que amamos también es duro para nosotros, pues eso implica apuntarle los errores que son de su responsabilidad (¡no otros!) sin excluirlo nunca, ni siquiera un momento, de nuestra intimidad.

Es mucho más fácil y cómodo apuntar con el dedo y condenar. Incluso al que no tiene culpa. No se distingue la falta (que es siempre censurable) del que la comete (que debe siempre ser comprendido), incluso porque ese proceso deja la ilusión de que ese juez es superior a aquellos que rebaja. Ser justo implica ser capaz de aceptar también lo que el otro tiene que decirnos respecto de nuestras faltas. Debemos siempre escucharlo. Incluso aunque no nos perdone, no nos ayude y recuerde lo malo en nosotros.

Recuerde que las palabras duras de un amigo son señal de lealtad y cuidado, el beso del enemigo no.

Cuidado con las generalizaciones. Una persona que falta a la verdad no es un mentiroso, ni es un ladrón quien alguna vez dejó de saldar las cuentas. Es frecuente que después de que descubrimos equivocado en alguien, esa persona parece perder todo su valor. O que, ante una desilusión de alguien en particular,  juzguemos que todos los demás son iguales y, siendo así, lo mejor es cerrarnos en nuestra perfección. Ahora bien, no sólo no estamos lejos de ser perfectos sino que también la soledad egoísta es un gesto grave de orgullo. Todos erramos. En eso todos somos iguales.

No crea que existe alguien perfecto que le espera en una isla desierta, lejos del tiempo, del mundo y de los otros.

Muchos se quejan tanto de los otros que resulta claro que no tienen idea de lo que en ellos mismos existe de venenoso. Bajo las capas de ingenuidad y de victimización  se esconden puñales bien afilados, a la espera solamente de mejor oportunidad para… vengarse, según creen o dicen. Porque, en su idea, su mal está siempre justificado por lo que sufrieron antes.

No debemos juzgar al otro, pero eso tampoco significa que tenemos que admirar los defectos que lo degradan. Ni tampoco censurarles las virtudes, porque también hay quien piensa que toda virtud ajena es defecto y, claro, que todo defecto personal, es virtud… Amar a alguien es ser capaz de ayudar, sobre todo a través del ejemplo, de la lucha contra los propios vicios.

Debemos desear siempre el bien, más aún cuando estamos ante el mal. En un primer momento, perdonando. Considerando que tal cosa no se debe a una intención por pura bondad de él mismo. Después, ayudando, dando con nuestra presencia la fuerza y confianza para una lucha que será siempre personal. Por fin, olvidando. Sí, quien ama olvida. Quien no olvida el mal, no ama. Amar es suplir las faltas de otro. Anulándolas. En todos lados. Para siempre.

La diligencia es la prisa propia de quien ama. También debemos perdonar sin demora y olvidar. Al final, también nosotros sólo debemos ser perdonados en la medida exacta en que hubiéramos sido capaces de perdonar.

Amar, a veces, exige que el amor supere nuestra razón.

Amar es olvidarnos de las faltas del otro. Es ayudarlo, olvidándonos de nosotros. Es perdonándolo, perdonándonos a nosotros mismos por la mala voluntad de no querer olvidar.

Permítame un consejo más: Que sus brazos sean un lugar (y un tiempo) donde el otro pueda llorar… sin que nunca se crea, por eso, en el  derecho de saber el por que de ninguna de esas lágrimas.

Así hace quien ama: perdona, ayuda y olvida.

Lo admiro, en especial, por esa humildad de concederme el derecho de entrar por su corazón adentro… permitiéndome sí conocer toda la grandeza de su vida…


Muy agradecido y un abrazo, grande.

domingo, 2 de agosto de 2015

La venganza de un judío errante



 http://observador.pt/opiniao/a-vinganca-de-um-judeu-errante/

Un judío británico, nacido austríaco, ‘se vengó’ de los cristianos que, en 1938, lo salvaron de una muerte cierta por los nazis, creando un fondo para el recate de los cristinos perseguidos en Oriente Medio

Arthur George Weidenfeld es un joven británico que, el próximo día 13 de septiembre, cumple 96 primaveras. Nació austríaco y tenía 18 años cuando, en 1938, el ejército nazi ocupó su país. Siendo judío, lo más cierto es que hubiese sido deportado a uno de los numerosos campos de concentración donde, con toda probabilidad, encontraría la muerte, como tantos otros judíos y no sólo. Pero tuvo la suerte o, mejor dicho, la gracia de tener quien lo librase de ese más que probable destino. En efecto, fue socorrido por cristianos, que también propiciaron su emigración a Gran Bretaña, donde consiguió residencia y trabajo.

Desde entonces, Weidenfeld, a quien la reina Isabel II hizo par del reino y barón, se siente en deuda con los que lo salvaron, porque entiende que les debe su supervivencia, seriamente amenazada después de la anexión de Austria por el Tercer Reich. Los años transcurridos desde entonces – ¡más de setenta!- no bastaron para olvidar esa deuda de gratitud y, por eso, quiso ‘vengarse’ de sus benefactores de 1938,creando un programa que se propone  rescatar los cristianos que son perseguidos en países de Oriente Medio, sobre todo por el auto intitulado Estado Islámico, responsable del asesinato de millares de seguidores de Cristo. La Weidenfeld Safe Havens Fund se propone rescatar aproximadamente dos mil cristianos, en Siria y en Irak, durante los próximos dos años.

A pesar de la dimensión trágica del referido genocidio, pocas han sido las veces que se levantaron para condenar esta implacable persecución religiosa, que todos los días cosecha nuevas vidas. El Papa Francisco parece ser la excepción que confirma la regla, pues se ha referido con frecuencia a este nuevo holocausto. Pero sus alertas no han tenido la virtud de despertar la comunidad internacional, que parece más interesada en resolver la crisis financiera que en defender los millares de cristianos que están en peligro inminente de vida en la atormentada región del próximo Oriente, en Pakistán –donde la católica Asia Bibi, condenada a muerte por blasfemia, continúa presa-  en Nigeria, en Sudán, etc.

Aún el 9 de julio pasado, el Papa confesó el dolor que lleva en el alma: “asistimos consternados a la persecución de cristianos en el próximo Oriente y en otras partes del mundo”, donde “tantos de nuestros hermanos y hermanas son perseguidos, torturados y muertos por su fe en Jesús”, especialmente en Irak y en Siria, donde no sólo algunos cristianos son decapitados, por razón de su fe, también los supervivientes son forzados a convertirse al Islam. No obstante la insistencia de las apelaciones, las organizaciones políticas y humanitarias optaron hasta la fecha, por lo que parece, por una cómplice indiferencia.

Gracias a Dios, no ha sido ese el caso de lord Weidenfeld, que en buena hora tomó la iniciativa de lanzar esta operación de rescate de cristianos perseguidos en la Tierra Santa y en toda la región. Según información facilitada por la Lugar-Tenência de Portugal da Ordem do Santo Sepulcro, una organización pontificia mundial al servicio de los Santos lugares y de las respectivas comunidades cristianas, este proyecto, a pesar de tener sólo unas semanas de vida, ya expatrió, hacia Polonia, ciento cincuenta cristianos Sirios.

No obstante la naturaleza humanitaria de la operación, surgirán algunas críticas al carácter  confesional del apoyo que este fondo presta. Arthur George Weidenfeld explicó, mientras tanto, que la iniciativa nació de la deuda contraída por él y por muchos otros jóvenes judíos, integrados en los Kindertransports, para con las confesiones cristianas que los salvaron, llevándolos a Inglaterra.

Habrá quien diga que los judíos son muy ‘vengativos’ y materialistas y, si así fuera, el promotor de esta iniciativa no es la excepción. Con todo, su ‘venganza’ es muy especial, porque es expresión de su gratitud y totalmente desinteresada. Una actitud que el querría ver compartida por todos los miembros de su pueblo: “nosotros, los judíos, debemos ser también agradecidos y hacer alguna cosa por los cristianos en vías de extinción”.

Mientras tanto, el barón Weidenfeld no tiene razón cuando afirma que, como no puede salvar a todo el mundo, se contenta con ayudar a algunos cristianos. La verdad es que, al contrario de lo que afirma, quien salva a un hermano, sea o no cristiano, se salva a sí mismo y salva al mundo también.

Sacerdote católico



sábado, 1 de agosto de 2015

Los milagros no se dejan ver

José Luís Nunes Martins
1 de agosto de 2015 


                                                       Ilustração de Carlos Ribeiro

 Cuando se hace un bien, importa cuidar las apariencias, revelando sólo lo esencial. ¡El ideal se consigue cuando todo parece fruto de la casualidad! El mal procura siempre crear grandezas pomposas en torno a sus gestos. La vanidad es señal clara de un mal que pretende disfrazarse.

El amor y la inteligencia exigen delicadeza. Sólo a través de ella se alcanzan las profundidades. No se trata de una fragilidad, en el sentido de flaqueza, sino de una perfección que solamente busca no dejarse ver a los ojos de la multitud.

Del mismo modo cuando son grandes milagros, pasan desapercibidos. Hay gente que no sabe que el suelo que pisa es sagrado, que no se da cuenta de que lo fundamental de su existencia no es lo que parece…

La fuerza bruta puede muy poco. Los milagros parecen muchas veces insignificancias. ¿Quien no ha visto que cosas pequeñas se revelan como enormes y cosas grandiosas sin ningún valor?

No se trata de un disfraz, un fraude o engaño. Sino que sólo el bien cuida de no manifestarse de forma evidente como su autor. Recogiéndose, sin ocultarse.

Importa aprender a mirar. Distinguir los aspectos sutiles y delicados de cada cosa, reconocer las relaciones, las diferencias y las armonías.

Es necesario que el corazón aprenda a estar atento.

Los milagros no son tan raros como parece. Los árboles crecen y las flores brotan todos los días, siempre sin el mínimo alboroto. Esla belleza pura, solamente.

Todos los días, hay gente que nace y gente que muere… mientras muchos otros creen que en el mundo continúa todo igual… la creación es una constante del tiempo.

Lo que comienza siendo una sospecha, puede revelarse, cuando se es capaz de ver hasta el fondo, un milagro. Una especie de enigma que se aprende a develar y, después, a admirar.

No hay suertes ni destino, el bien está en el corazón y en las manos de los que saben soñar, vivir y amar. Lejos de las apariencias engañadoras y vanidosas. La libertad humana tiene los ojos bien abiertos y no tiene alas ni ruedas en los pies. Sólo la voluntad de crear, de dar al mundo un mundo mejor. La capacidad de crear por pura bondad. El bien quiere construir mundos nuevos y buenos en tanto que el mal es constante en deshacer todo, destruyendo cada cosa.

Hacer que ocurra un milagro es posible a cualquiera de nosotros. Alimentar a un hambriento, acoger con la mirada a aquel que es invisible a los otros, sonreír cuando se llora, dar la mano a quien sufre… acoger en la intimida de nuestros silencios a aquellos que más  necesitan de nuestro amor.

Nada sucede por casualidad. No hay fado ni suerte. Esas cosas sólo tienen sentido en las mentes que han desistido de comprender, haciendo a su enemigo más fuerte, al entregarle las armas que deberían servir para combatir. Más: para, en seguida, pedirle benevolencia y perdón por el bien y por el mal que no se hace…

Frágil es quien no sabe lo que quiere.

Es así mismo posible conducir el propio destino, llevándolo de la mano.

La sabiduría conoce y usa la dosis cierta de cada gesto. La perfección es siempre simple, mínima y sutil. ¡Aún así, a pesar de toda su divina delicadeza, hay milagros que se repiten hasta alcanzar su propósito!