http://observador.pt/opiniao/a-ideologia-de-genero-que-genero-de-ideologia-e/
La ideología de género no es la nueva vanguardia
de los derechos humanos, de la igualdad sexual o de la no discriminación, sino
una nueva versión del marxismo
La pregunta fue
formulada en estos términos: “¿Estamos preparados para abrazar la idea de que
el género de cada uno depende de la identidad de género y no de las
características del cuerpo, como la genitalidad?”
A esta cuestión trata
de responder afirmativamente el autor de la tesis de doctorado que, el pasado
día 19 de Junio, fue aprobada con distinción por el ISCTE y que mereció un amplio reportaje en el
diario Público el 11 de agosto pasado.
La ideología de género
entiende que no se es del sexo a que corresponde la masculinidad o feminidad
biológica, sino del género al que cada cual, libérrimamente, decide pertenecer.
O sea, como se afirma en la fórmula anunciada, “el género de cada uno depende
de la identidad de género y no de las características del cuerpo”. La
sustitución del ‘sexo’ que son sólo dos –el femenino y el masculino- por el
‘género’, que no se sabe cuántos son, permite todas las variantes que el lobby LGBT
agrega y promueve.
En abono de su tesis,
el referido autor entrevistó a 22 transexuales. Está fuera de duda el respeto
que les es debido, como a cualquier otra persona, independientemente de su
orientación sexual, así como también son excluidas todas las formas de
discriminación injustas. Pero, ¿como reconocer, jurídicamente, una identidad
sexual variable?
Según el autor de este
estudio, “ser transexual no significa tener una identidad sexual”. ¿Quiere esto
decir que la transexualidad no es una identidad de género? Si así fuera,
entonces no tiene sentido que una condición, que no es identitaria, tenga
relevancia en el registro civil. Si, como se dice, “muchos participantes
declaran que se reconocen como mujeres u
hombres a lo largo de sus trayectorias, de cuerdo con su identidad de género”,
es obvio que tales participantes no pueden, pura y simplemente, ser tenidos
como femeninos o masculinos. ¿Si ser transexual no define en una identidad
sexual, en la medida en que tal sujeto tanto puede ser hombre como mujer, cual
es la relevancia de la transexualidad en términos de identificación personal?
Más allá de las 22
entrevistas a transexuales, el autor también consultó “79 artículos publicados
en as ediciones electrónicas de los cuatro principales diarios”, se supone que
sin especial relevancia científica; “un extenso reportaje de una revista
semanal” que no se identifica; “el debate” parlamentario que antecedió a la
aprobación de la correspondiente ley; “la transcripción de un programa de
televisión emitido por a RTP”, que tampoco se menciona; “el mensaje del
presidente de la República”, de quien se desconoce cualquier especial
competencia en esta temática y, aún, “cuatro comunicados emitidos por la mayor
organización de derechos de lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBT)”.
Si es todo, en realidad es muy poco.
Si la identidad de
género se determina sólo por la opción personal, la identidad sexual, por el
contrario, se desprende de la propia naturaleza. Tal vez algunos nieguen la
relevancia del sexo biológico, pero el sexo no es, por norma, sólo biológico,
sino sobre todo sicológico y hasta espiritual, mucho ante de ser, también, una
realidad cultural. O sea, se nace masculino o femenino y esa condición no es
meramente anatómica, sino constitutiva de la personalidad del sujeto, al nivel
de su intelectualidad, de su afectividad, de su sociabilidad, etc.
El profesor Richard A.
Lippa, de la Universidad de California, realizó con el apoyo de la BBC, una
interesante investigación sobre preferencias profesionales. A partir de
doscientas mil entrevistas a otras tantas personas de 53 países de Europa, América,
África y Asia, concluyó que los hombres tienden a los trabajos más técnicos,
mientras que las mujeres prefieren las ocupaciones sociales. Es significativo
que esta tendencia se mantenga en todos los países y continentes, no obstante la
diversidad de culturas y de condiciones socioeconómicas. A su vez, el profesor
Simon Baron-Cohen, del prestigioso Trinity College de la Universidad de
Cambridge, que es autor de ‘Sex differences in human neonatal social percepción’,
llegó al mismo resultado, al constatar que los niños, con sólo pocas horas de
vida, fijan su preferencia en objetos mecánicos, mientras que las niñas, de la
misma edad, ponen más atención a los rostros humanos.
Pero hay algo en lo que
la ideología de género no engaña: su carácter predominantemente ideológico. Si
se tuviera en cuenta que ya Engels afirmaba que la primera lucha de clases es
la que se da dentro del matrimonio y que la dialéctica de lo femenino y de lo
masculino debe ser abolida, no es temerario afirmar que la ideología de género
es neomarxista. D. José Ignacio Munilla, Obispo de San Sebastián, fue aún más
lejos cuando dice, el pasado 15 de agosto, que esta ideología es una ‘metástasis
del marxismo’. “De acuerdo con los más agudos analistas –añadió el prelado
español- el marxismo fracasó por haberse centrado en la teoría económica de la
lucha de clases, sin atacar directamente a la familia, que es la que
verdaderamente configura los valores de la persona. Por eso, en la actualidad, a través de la ideología de género se procura
destruir la familia y la concepción natural del hombre”
No obstante la matriz
profundamente anticristiana de la ideología de género, la verdad es que, como
enfáticamente escribe la autora del reportaje apreciable, en enero de 2011, “el
país decidió” autorizar el cambio de género sin necesidad de esterilización o
cualquier tratamiento”. Más aún, “Portugal se convirtió en el primer país
europeo” en hacerlo, pues “ni España, ni el Reino Unido habían ido tan lejos”.
En vísperas de
elecciones legislativas, los partidos deberían ilustrar al electorado sobre
este particular, no suceda que, después, “el país” venga a decidir sobre una
ideología que aún ningún partido político tuvo el coraje de decir lo que es.
Sacerdote católico
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