No somos capaces de reconocer en
el vicio o el talento que nos falta, las virtudes de que carecemos. Ante cada éxito
ajeno quedamos trastornados…
(y
esto vale para cualquier ciudadano, de cualquier parte del mundo, y muy
especialmente para nosotros, los españoles, y aún se quedaría corto en la enumeración
de agravios a la ciudadanía…, por eso me
parece muy oportuno compartirlo con todos ustedes. )
Miguel Torga, in "Diário (1985)"
Es inútil. En ningún
área del comportamiento social conseguimos encontrar un denominador común que
nos haga la convivencia armoniosa. Procedemos en todos los planos de la vida
colectiva como adversarios jurados. Nos hacemos la guerra en la política, en la
literatura, en el comercio y en la industria.
Donde están dos
portugueses están dos contrarios hostiles a la presidencia de la República, al
líder de un partido, a la gerencia de un banco, al jefe de una corporación de
bomberos. No somos capaces de reconocer en el vicio o el talento que nos falta,
las virtudes de que carecemos.
Ante cada éxito ajeno
quedamos trastornados. Y nos vengamos con la sátira, la mordacidad, la maledicencia.
En las ciudades o las
aldeas, por fas o por nefas, no hay nadie sin apodo, a todos se les coloca un cartel
peyorativo. El que quisiera conocer la naturaleza de nuestra relación, lea las
polémicas que trabamos a lo largo de los tiempos. Son reveladoras. La celebrada
carta de Eça a Camilo o la también conocida la de este al consejero Forjaz de
Sampaio dan la medida exacta del berrinche en que nos complacemos en el trato
diario.
Gregariamente, somos
una suma de ciudadanos sin lazos de ciudadanía.
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