domingo, 30 de agosto de 2015

Somos ciudadanos sin lazos de ciudadanía


  
No somos capaces de reconocer en el vicio o el talento que nos falta, las virtudes de que carecemos. Ante cada éxito ajeno quedamos trastornados

(y esto vale para cualquier ciudadano, de cualquier parte del mundo, y muy especialmente para nosotros, los españoles, y aún se quedaría corto en la enumeración de agravios  a la ciudadanía…, por eso me parece muy oportuno compartirlo con todos ustedes. )

Miguel Torga, in "Diário (1985)" 

Es inútil. En ningún área del comportamiento social conseguimos encontrar un denominador común que nos haga la convivencia armoniosa. Procedemos en todos los planos de la vida colectiva como adversarios jurados. Nos hacemos la guerra en la política, en la literatura, en el comercio y en la industria.

Donde están dos portugueses están dos contrarios hostiles a la presidencia de la República, al líder de un partido, a la gerencia de un banco, al jefe de una corporación de bomberos. No somos capaces de reconocer en el vicio o el talento que nos falta, las virtudes de que carecemos.

Ante cada éxito ajeno quedamos trastornados. Y nos vengamos con la sátira,  la mordacidad,  la maledicencia.

En las ciudades o las aldeas, por fas o por nefas, no hay nadie sin apodo, a todos se les coloca un cartel peyorativo. El que quisiera conocer la naturaleza de nuestra relación, lea las polémicas que trabamos a lo largo de los tiempos. Son reveladoras. La celebrada carta de Eça a Camilo o la también conocida la de este al consejero Forjaz de Sampaio dan la medida exacta del berrinche en que nos complacemos en el trato diario.


Gregariamente, somos una suma de ciudadanos sin lazos de ciudadanía.

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