Este Estado, bueno,
todos o casi todos, desde la ONU hasta el último rincón de la tierra, han
empezado hace ya un tiempo a hacerse los dueños de la conciencia de las personas.
Están elaborado una red laberíntica de leyes, tan absurdas, que la justicia es
‘un cachondeo’, ¿o qué es si no, que terroristas confesos, y otros criminales, con
penas a medio cumplir, sin haberse arrepentido de sus crímenes abominables,
anden sueltos; o qué pensar de normas de tráfico absurdas, que ni los mismos
políticos cumplen por agobiantes -¡cómo se puede estar controlando
continuamente coches potentísimos, que hasta conducen solos!-, sólo buscan crear ‘delincuentes de tráfico’ y
cobrar multas, para excitar así el miedo y la frustración en los ciudadanos.
Muchos hay que, por ser pobres además, han de cumplir condenas sociales al no
poder pagar tan elevadas multas.
Y ya el colmo, el
empeño en considerar el ‘cambio climático’ consecuencia de la maldad de los ‘hombres-ciudadanos-consumidores’,
al que nos han abocado en cualquier caso por su codicia y su ineptitud; si tan
listos son para verlo ahora lo pudieron haber previsto, los grandes sabios de
la URSS al menos… Ahora debemos pagar todos la culpa que hemos cometido contra
la naturaleza, de la que se creen dueños, ni mucho menos responsables ante Dios
y las futuras generaciones, o ante los mismos ciudadanos que los eligen.
No quisiera meterme con
las leyes que destruyen el concepto de familia, o las que regulan las
separaciones y divorcios (porque soy una víctima más, y puede que no sea
imparcial…jaja) y los demás posibles
estados civiles en la actualidad. No hay forma más atroz de fomentar el odio y
la división, la ruina individualizada, la pobreza, y hasta la exclusión.
¿Hay contradicción más
evidente, visible y desvergonzada que ver escrito en un paquete de tabaco
‘fumar mata’? Pero tú consume, que así elevamos los impuestos y vas pagando
cigarro a cigarro la culpa por fumar, enfermarte… Después, ya veremos si te curamos, por haber sido ‘consumidor- fumador-pecador’ según el concepto
sanitario moderno, que busca la felicidad
en la ‘calidad de vida’, o en la prolongación de la misma, aunque no sé yo bien
para qué, ni cuántos podrán disfrutar de estas ‘bendiciones estatales’ si la
mayoría de la población es pobre.
Y así muchas cosas más:
el relativismo, la ‘falsa tolerancia discriminatoria’ para justificar los
ataques a la Iglesia católica, por ejemplo, o a la fiesta nacional de los
toros, que está muy bien regulada; para impedir algunas manifestaciones
públicas de fe, y en cambio sí permitir otras expresiones artísticas, o
cabalgatas, desvergonzadas, de mal gusto y provocativas; permitir en la
educación de los niños ciertos contenidos y prohibir otros, atentando contra la
libertad de cátedra; así como impedir la objeción de conciencia a los médicos
antiabortistas…
Sigo: ¡la aprobación de
derechos para acortar o interrumpir la vida humana! ¡Cabe mayor despropósito,
pues va contra el respeto sagrado a la vida humana, que indudablemente no nos
pertenece. Estamos obligados a cuidarla, al menos por instinto de supervivencia
de la especie! Matan cristianos o enemigos políticos, mueren africanos que
huyen despavoridos de la miseria económica y política, de la violencia tribal
exterminadora… a un occidente en crisis total, caótico, incapaz de regular su
propia sociedad con verdadera justicia pacificadora.
Y termino, pues no
pensaba extenderme tanto hoy, no quería juntar tantos agravios para no caer el
desánimo. Prefiero elevar una oración al Dios Altísimo, ¡que por los méritos de
la pasión, muerte y resurrección de su querido Hijo, y hermano nuestro, perdone nuestras ofensas, nos salve y nos
proteja de nosotros mismos! para que seamos fuertes, y no caigamos en las
garras del Gran Adulador y sus secuaces.
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