sábado, 15 de agosto de 2015

Las obras y los misterios del amor

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                                                         Ilustração de Carlos Ribeiro

Quien ama no siente el amor en su corazón. Vive en el corazón del amor. El amor que nos ofrece los sueños más bellos y nos hace volar, es el mismo que nos clava las espinas más duras en la carne y se hace amargo en nuestras lágrimas.

El amor hace el querer, donde y cuando alguien lo acepta. No tiene otras manos ni ojos sino los nuestros. La fuerza del amor es aquella de laque fuéramos capaces. Por eso, amar es, ante todo, aceptar.

Hay quien entrega su vida por amor. Quien se abandona a sí mismo, dejando atrás aquello que otros creen que es su mayor tesoro… La vida es para amar, quien no ama, solo sobrevive.

Habrá quien muera de amor. Pero esta vida es solo un pedazo de la otra, mayor, que sólo es vivida por los que tuvieran el coraje imprudente de ser luz y calor en la vida de alguien, aceptándolo como es… y como quiere ser. Sin juzgar. Respetando siempre sus espacios y sus tiempos, su pasado y su futuro.  Amar es corregir y ayudar a quien se ama a ser mejor, pero no obligándolo a nuestros pensamientos y sentimientos, a nuestras palabras y a nuestros silencios. Amar al otro es ser un medio para su verdadera felicidad, no es hacer de él un instrumento de nuestro egoísmo.

En el amor no hay monotonía. O crece al exterior, expandiéndose y creando nuevos mundos; o hacia el interior, alargando los horizontes del sentir y del pensar hasta el infinito.

A veces el amor nos obliga a ser duros, firmes y objetivos, cuidando de forma eficaz de lo que no puede ser hecho de forma amable. Duele a todos, pero el camino cierto sólo raras veces es el más agradable. El mal debe ser combatido. Sin contemplaciones. Grande o pequeño. Viejo o recién nacido. Claro que es mejor que sea cortado de raíz, luego en el inicio. Si tal cosa no fuera posible, entonces que lo sea así que hubiere certeza y fuerza. Pero sin perder tiempo.

Las obras del amor son las decisiones y los gestos de quien ama. Son siempre personales. No hay amor en abstracto. Es siempre algo que va en el corazón concreto del otro, aunque nada venga de allí a cambio.

Cuando se busca a cambio de la sensualidad sin amor, lo que se encuentra son pedazos de tiempo llenos de placer para los sentidos, pero lo que sigue son tiempos de soledad aún más honda que en el interior de todos y de cada uno va forjando la consciencia.

Al contrario de los que aman, los egoístas exigen todo del otro. Pero claro, lo llaman siempre amor. No se dan cuenta de que se van destruyendo a sí mismos.

¡El amor me hace ser mayor de lo que soy!

El amor solo es un sueño al principio. Después vienen los sufrimientos…que se deben afrontar en la certeza de que sólo un vida que se dirige al bien –entre los males- es una vida con  valor.

Casi nadie llega a la cima de las montañas de la vida, no porque tal cosa sea imposible, sino porque la cobardía y el egoísmo  encuentran siempre otros caminos más agradables, descendiendo.

Importa saber que nuestra vida escomenzar y reconocer, comenzar y recomenzar…todas las veces que haga falta. Las derrotas y los fracasos son parte del duro camino de la victoria.

Un vencedor es aquel que vence al dolor. El que triunfa sobre lo peor de sí. El que se da a sí mismo. El que despedaza a su egoísmo, en una lucha en que casi siempre hay espadas que traspasan corazones.

El amor nos embala en una paz celestial, pero también nos quita el sueño cuando nos sacude, muele y amasa hasta quedar maleables a fin de que podamos, en su fuego, crecer y ser pan para otro.

Amar es ser una oración humilde que agradece, pide perdón y suplica  más ayuda.

El amor es una corona, pero es también una renuncia y un martirio. Todas las coronas tienen espinas por dentro, todas, menos las de la gloria.

Si grandes son las obras del amor, mayores aún lo son sus misterios…

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