12 de dezembro de 2015
Nunca llegamos a conocer a alguien de manera plena. Ni a nosotros mismos. Cada uno de nosotros es un ser profundo cuya esencia está en constante cambio, no siempre se perfecciona, a veces se deteriora. El amor es siempre una decisión de fe, porque aun sabiendo quien es la persona ahora, es imposible saber quien será después. Algunos cambian poco, otros cambian todo.
La vida está llena de paradojas. Si por un lado
no debemos colocar nuestro agrado en aquello que pasa, tenemos también la
obligación de estimar de forma especial lo bueno que es posible que podamos perder en cualquier instante.
Vivir bien implica tener la luz de saber querer
lo mejor, en cada momento.
El amor es una saeta enviada, por la voluntad más profunda, con toda la fuerza que puede tener… sigue libre… hasta alcanzar la soledad de otro, hiriéndola de forma definitiva. Nunca más será rehén de la tristeza del abandono. Le llegarán otros dolores, otras espinas se le clavarán en la carne… pero la soledad no… quien tiene el don de amar nunca más estará solo.
Porque te amo, te entrego no solo este momento, sino todo el futuro. Lo que soy y lo que seré, aceptándote como eres y como serás…
El amor nos marca en lo más hondo de nosotros. Nos perfecciona. Para siempre…
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