Otra vez. Otra vez y otra vez, la
misma injusticia: una persona, enferma mental, absolutamente desorientada, incapaz de aceptar ninguna ayuda, tiene que
dormir en la calle.
Lamento no conocer bien como ha
llegado hasta nuestra oficina, supongo que porque ha permanecido en el albergue
(aunque aún no acoge oficialmente a mujeres, a pesar de llevar meses inaugurado...),
y a través de Cáritas se le va a buscar un alojamiento, si no el más adecuado
para ella, en su estado completamente enajenado, al menos que no pasara esta
noche en la calle, una sola noche, ya que mañana tiene plaza en el Hogar
Betania, de cáritas, en Algeciras.
No puede pasar la noche en el
albergue porque han pasado una mala noche, ella y la persona que buscaron para
cuidar de ella. Cáritas no tiene aquí medios para acogerla hasta mañana, y tampoco
puede pagarle una pensión, como ha hecho otras veces, con otras mujeres, dadas
las condiciones en las que se encuentra.
Una sociedad que no es justa con
uno de los suyos, totalmente indefenso, no es justa, ni mucho menos. Hoy los
responsables de la sociedad: políticos, jueces, y muchos ciudadanos con poder
económico, o dueños de poderosos medios de comunicación... no se rigen por un
principio sagrado de humanidad, cada uno interpreta las leyes a su conveniencia,
según su ideología, y así tienen desamparada a media sociedad por lo menos;
desamparada y a menudo marginada, sin preocuparse de poner a su disposición los
de servicios y recursos necesarios para reintegrar a la plena ciudadanía a los
ciudadanos caídos.
Somos injustos casi todos, porque
no nos ocupamos de nuestros semejantes según nuestras capacidades y recursos.
Así me siento hoy yo, como supongo les
sucede a muchos de los que nos dedicamos unas horas al día a los demás, cuando
se presenta un caso de estos, una persona en estado de enajenación mental
total, al no poder ofrecerle la ayuda que necesita con toda urgencia, porque
son un peligro para sí mismos en la calle, o para cualquiera que desconozca su
estado; o también pudiera llegar a ser una víctima fácil, para alguien sin
escrúpulos que quiera hacerle daño...
He visto las caras descompuestas
de las trabajadoras sociales a las que ayudo, tratando de convencer a esta
pobre mujer para que se deje ayudar, buscándole un albergue de acogida permanente, y uno
provisional para esta noche, para mañana
ya le han conseguido una plaza en el Hogar Betania de Cáritas, en Algeciras...
Una de ellas le ha ofrecido llevarla en su coche, y la pobre mujer, no es capaz
de aceptar la invitación.
Está asustada, perdida, desconfía
de todo y de todos. Es necesaria, en estos casos, la intervención de unos Servicios Sociales municipales
eficientes, para que alguien con ‘autoridad’, con capacidad y los recursos
necesarios, facilite a esta persona la ayuda que requiere, aunque sea contra su
‘voluntad’, ya que, por sí misma, no es capaz de controlarla y dirigirla en su propio
beneficio.
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