Es tiempo de pasión, es
tiempo de ver pasar la cruz, seguirla, quedarse parado o mirar para
otro lado, pero, se ha adelantado un poco, aún no ha comenzado
oficialmente la Semana Santa, y ya suceden cosas extraordinarias,
muchos hombres y mujeres padecen tragedias, sufren el mal o mejor lo
padecen sin remedio ni control, o para nada, sin objetivo, sin
sentido y sin consuelo, con sus solas fuerzas, sin unir sus
padecimientos a los que sufrió Jesús para salvarnos precisamente de
esta esclavitud en la que vivimos y contra la que nos rebelamos
infructuosamente, considerándonos indignos del sufrimiento,
rechazando así la lección máxima: que Dios se hace hombre para
enseñarnos el camino, y que detrás del dolor y muerte viene la
resurrección.
Pero voy al tema de hoy,
a la tragedia presentida e inevitable, en el que no se ha rehuido el
sufrimiento. N. y su hijo han acudido de manera esporádica a nuestro
servicio de personas sin hogar, según las necesidades los fueran
llevando, hasta que se produjo el desenlace forzoso. N. no podía
afrontar la enfermedad de su hijo (síndrome de asperger) ella sola,
no podía controlar todas las reacciones de la gente ni la de su
hijo, no podía convencer a todo el mundo que tenían que comprender
la enfermedad de su hijo, que tenían que tener una paciencia como la
que ella tiene.
Como no podía
controlarlo todo ha ido poniendo un cerco protector alrededor y le ha
estallado dentro, se ha vuelto contra ella misma, cegada por el mor
incondicional de madre y aprisionada por el instinto protector.
Al final han tenido que
actuar los funcionarios del orden social, para protegerlos de verdad de su propia autodestrucción. Quizá
ahora pueda esta mujer poner orden en sus ideas y pensar en su hijo
con menos agobio, ayudada por profesionales; pero sobre todo
necesitará ayuda humana, comprensión, un buen cireneo que le ayude
a llevar la cruz, así algún día quizá pueda recuperar a su hijo,
y le pueda ofrecer un hogar estable, seguro, alejado de las miradas y
los oídos indiscretos e impíos, y quizá también pueda cumplir el
deseo de ver a su hijo de diplomático, o simplemente se conviertan
en un ejemplo para inmigrantes.
N., J., que encontréis
pronto la paz y un lugar seguro donde vivir.
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