viernes, 18 de mayo de 2012

Muchos tiran a matar





Y eso que no estamos en guerra, pero muchos tiran a matar. Digo esto, muy dolido aún por el enfrentamiento que tuve ayer con un amigo y compañero de voluntariado. Yo le había prometido que no discutiría más de política, pero claro, como para el socialismo todo es política, pues venga a darle a los obispos, y ahí es donde yo me dejé llevar y ataqué, digo ataqué con todas las letras, porque las consecuencias han durado y siguen durando hasta este momento en que escribo para desahogarme, o mejor dicho, para echar este demonio fuera no sea que vaya a incubar algún resentimiento.

No puedo evitar sentirme molesto, incluso atacado, cuando alguien, en nombre del “buenismo”, el progresismo y un concepto idealizado de humanidad, arremete contra un obispo, persona ejemplar, porque ha dado su opinión en una iglesia, movido sin duda por su celo pastoral y el deber de ser un guía seguro ante los peligros que acechan a los cristianos y a los hombres en general.

Y reconozco que me molesta especialmente que cualquier persona, por eso de que tiene derecho, pero resulta que lo que le falta es capacidad de juicio, se atreve a atacar sin ninguna piedad ni consideración, incluso sin sentido del ridículo, a personas e instituciones que han aportado y aportan un valor de ejemplaridad y son la mejor garantía para seguir progresando con un mayor sentido de humanidad, y que son la mejor garantía de la defensa de la dignidad del hombre, porque su modelo es el mismo Dios hecho hombre por amor, y un amor universal y eterno.

Pero precisamente por eso, por tener a Dios tan cerca, muchos no lo reconocen, les parece mentira. Unos piensan en clave hedonista y buscan el placer a toda costa, otros piensan en clave marxista para lograr una sociedad mejor y más justa, por eso son partidarios de la lucha (odio) de clases, la división entre ricos y pobres, la dictadura (violencia) del proletariado; quieren hacer un cristianismo a medida de los impacientes, los que se creen mejores porque defienden ideas revolucionarias o progresistas; esto les parece más creíble que el perdón, la conversión, el amor al enemigo, la paciencia y la esperanza en merecer un día la vida para toda la eternidad.

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