viernes, 4 de mayo de 2012

Sobreviviendo en los márgenes de la Historia



 “¿Es una imagen de su vida? no lo sé, pero si no le obedecen las piernas ni le funcionan las ruedas de la silla, que además es su casa en la actualidad porque duerme en un cajero, sentado, porque no soportaría  el dolor acostado en el suelo, si no le funciona casi nada ¡cómo es que Fermín rueda por la vida y por las calles! Este misterio lo resolví en la breve charla que pude mantener con él a solas, en la acera, interrumpida por el ruido y el olor del camión de los desatascos”…

Escribía este párrafo no hace mucho tiempo en  el post “Sólo los niños son inocentes” sobre nuestro asiduo amigo desde entonces, F. Tan asiduo que aquel vacío sobre su vida se va llenando de datos y de sorpresas, que él quiere contar, al hilo de los diferentes temas de conversación. “Vengo aquí para charlar un rato a gusto”, me decía esta mañana. Reconozco que es “demasiado”,  que es difícil asimilar que no le haya sacado más provecho a un cerebro como el suyo: ágil, perspicaz, capaz de mover su voluntad hacia el objetivo que se propone.  

La mayor sorpresa hoy ha sido descubrir su origen; resumiendo: hijo de familia acomodada, del norte de España, huérfano desde niño y con varios hermanos, mayores que él. ¿Qué pasó entonces con la supuesta herencia? Pues que los hermanos mayores heredaron todo y él quedó al margen y lo metieron en un orfanato. Como era un superdotado salió delante, a pesar de las dificultades propias de aquella sociedad del tardofranquismo. Pero, aquí estaría la primera causa que lo habría conducido a la situación actual, y que yo el otro día no quería saber. ¡Qué injusta era aquella ley de la herencia que predominaba en algunos territorios del norte de España, por la influencia del carlismo, consiguió mantenerse vigente a pesar de la conquista por el liberalismo de la igualdad de los ciudadanos ante la ley, incluso sobrepasarlo hasta nuestros días!

La educación, el conocimiento de la historia: de la evolución del ser humano de todas las épocas y lugares, es una tarea pendiente, necesaria e imprescindible, sólo así se evitaría que grupos reducidos impusieran sus privilegios, que, como en esta historia vemos, los imponen desde la propia familia, ateniéndose a una ley medieval, la ley del mayorazgo,  en pleno siglo XX.

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