Hoy la crónica es una
descripción cabal de la relación virtual en la que están inmersas muchas
personas hoy en día:
Hoy existen muchas
redes en las que mucha gente establece, alimenta y vive relaciones…que son
reales, pero no necesariamente profundas… y tampoco necesariamente buenas.
Las redes sociales
permiten que las vidas se crucen, pero no potencian la felicidad, porque se
desenvuelven en la superficie.
Hay mucha pereza.
Tendemos a encuadrar a las personas que llegan a nuestras vidas en preconceptos.
Vivir es algo duro y
duradero, más pesado y arrastrado para quien espera que la salvación le llegue
aquí por suerte…
Si somos protagonistas o
antagonistas de nuestra propia felicidad es algo que nos cumple decidir, no con
voluntades o promesas, sino con nuestros actos de cada día.
Por
José Luís Nunes Martins
publicado em 17 Ago 2013 - 05:00
Son muchos los que ocupan la mayor parte de su tiempo en
ver el tiempo pasar… víctimas de sí
mismos no se dan cuenta de que la vida es una obra de teatro en la que tenemos
que crear, representar y asistir a la realización de una obra absolutamente original…nuestra
propia existencia.
Infinitos monólogos ocupan
la mayor parte del espacio y tiempo disponibles…
Hoy existen muchas
redes en las que mucha gente establece, alimenta y vive relaciones…que son
reales, pero no necesariamente profundas…en la mayor parte de los casos, y tampoco
necesariamente buenas.
Construir y mantener un amor con alguien es una tarea que
requiere mucho…en algunos punto del proceso puede exigir hasta una exclusividad absoluta…y,
al final, una elección que implica entregar la vida entera.
Las redes sociales
permiten que las vidas se crucen, pero no potencian la felicidad, porque se
desenvuelven en la superficie.
Hay mucha hipocresía.
Escasa disponibilidad para hablar y escuchar la verdad.
Hay mucha pereza.
Tendemos a encuadrar a las personas que llegan a nuestras vidas en preconceptos…escuchamos
su historia sólo hasta conseguir encajarla en una de nuestras categorías
prefabricadas.
En busca de sí mismos,
a través de las multitudes interminables, que se esconden en casa, transforman
la intimidad en una popularidad tan efímera que solamente alguien completamente
engañado puede llegar a creer que tiene siquiera un fondo verdadero…
Es necesario ser capaz
de discernir valores y prioridades, comprender que lo urgente es siempre
prorrogable y lo importante es que debe merece todos nuestros esfuerzos. Pero,
casi siempre se tiende a posponer lo principal, cumpliendo pequeños e
insignificantes objetivos que se constituyen como un excelente pretexto para
justificar, incluso ante el tribunal de la propia conciencia, la creencia de tener en las propias manos las riendas de
su destino.
Y así se pasan las
horas, semanas y años…en angustia y desesperación controlados, las vidas
pierden valor… desconocen en que momento están… para donde quieren ir… como
llegar. Sueñan buscarse a sí mismas, pero sin estar dispuestas a salir del
mismo sitio… a levantarse del sofá de la comodidad que acabará por encerrar
cada uno de sus sueños…en una casa oscura…
Vivir es algo duro y
duradero, más pesado y arrastrado para quien espera que la salvación le llegue
aquí por suerte…
Se precisa mucha
humildad para aceptar la realidad tal como es y no como las narraciones
virtuales nos describen. Todos se juzgan lógicos y racionales, pero las
decisiones son tantas veces motivadas
por factores extraños a la inteligencia y a la voluntad… las circunstancias van
determinando más que las identidades, sin grandes por qués o para qués… es
preciso ser más fuerte que todas estas inacciones y dar un paso adelante.
La vida no tiene que
ser un monólogo. Debemos abrir espacio en nuestro corazón, día tras día, al
otro. Ir a su encuentro con los brazos abiertos; recibirlo, con los brazos
abiertos. Un amigo es algo magnífico porque nos ayuda a ser quien somos,
mejores, al final nos ve como Dios nos soñó…
Si somos protagonistas o
antagonistas de nuestra propia felicidad es algo que nos cumple decidir, no con
voluntades o promesas, sino con nuestros actos de cada día.
Hasta percibir que
nuestra casa, nuestro mundo, no tiene ventanas y puerta para adentro…sino…
hacia afuera…hasta más allá de las estrellas.
Yo me pregunto a veces, y más después de reflexionar sobre el contenido de esta importante crónica filosófica, si será posible volver a una relación personal libre y espontánea, cara a cara, con las manos libres y sin prejuicios de ningún tipo.
ResponderEliminarNo sé si el culto que rendimos a la tecnología nos permitirá recuperar la cultura clásica a la que le debemos precisamente este desarrollo. Sin agradecimiento a nuestros mayores, a la historia pasada, no hay respeto, ni humildad para reconocer lo bueno, ni capacidad de renuncia para dejar paso a nuevas generaciones bien formadas.
Lo dice también el Papa Francisco cuando denuncia la marginación de los dos extremos de la sociedad: los ancianos, y los niños; estorban, ¿a quién pueden estorbar?... a personas inmaduras y egoístas. Me asusta a veces la cara que ponen algunos jóvenes cuando les hablas, no te entienden…
Por eso cada día me gustan más tus crónicas, José Luis, porque son un análisis riguroso y a la vez amable, porque siempre señalan una alternativa saludable a los
males espirituales que atacan a nuestra sociedad, y además son un testimonio de que no todo está perdido, porque personas jóvenes como tú, pueden educar a nuevas generaciones y evitar que se pierda el sentido de la humanidad.