Por José Luís Nunes Martins
publicado em 24 Ago 2013 - 05:00
publicado em 24 Ago 2013 - 05:00
El verdadero amor se
materializa…dejando espacio, tiempo y verdad para que el otro se pueda realizar…
para que sea feliz.
Un simple día de vacaciones
puede durar para siempre en la identidad y en la memoria de alguien. Es cuando tenemos
mayor libertad, aparecemos como somos de verdad ante nosotros mismos y ante
mundo. Las horas y los días sin grandes obligaciones son momentos propicios
para que la vida encuentre espacios y tiempos para hacernos llegar sus mejores
metas y enseñanzas.
Las vacaciones nos construyen.
Siendo igualmente el tiempo en que nos manifestamos de forma más auténtica.
Lo que somos hoy se
fundamenta en muchos hechos del pasado, mejor o peor recordados… con una
extraña prevalencia de acontecimientos en periodos de vacaciones… no fue en el aula donde aprendemos que una
rodilla desollada puede ser un tatuaje de felicidad, o que un simple roce de
nuestros labios con los de alguien puede
traer, de forma milagrosa, tantos y nuevos
colores al mundo… no habrá sido ningún
profesor el que nos enseñó que acostarse tarde es una forma subversiva de vivir
más, robando horas a los días…
Hoy los adultos tenemos
el deber de propiciar y potenciar las vacaciones de nuestros hijos… es
importante que percibamos que son tiempos excepcionales… donde la libertad
resultará responsabilidad… tiempo en que, con humildad, nos cumple dejar que los
más jóvenes crezcan… aprendiendo por sí
mismos.
Cuidar de nuestra
propia vida llevará a los otros a seguirnos en ese gesto de verdad, humildad,
dignidad. Se educan por el ejemplo, no por el consejo.
Cuantos padres son
capaces de contar a sus hijos sus historias de niños formales y alegres, sin
rodillas despellejadas ni labios besados… con muchos castigos épicos, soportados
siempre con particular heroísmo, por faltas de educación siempre mínimas… ¿no
se dan cuenta que están enseñando a sus hijos a mentir?
Podemos llamar a
nuestros hijos hoy mismo y contarles, atendiendo a sus edades, la mayor y más bella
serie de aventuras y desventuras que conocemos: las verdaderas historias de
nuestras vacaciones.
En nuestro país hay sol
y aire puro, montañas y mar… hay espacio y tiempo de sobra para que un niño
haga su camino y en él aprenda a ser feliz. Es preciso dejarlo en paz… promover
su autonomía. Encararnos, todos (comenzando por nosotros mismos), con las
dependencias como algo malo. No se trata pues de ofrecerles baños en piscinas
de cinco estrellas, o juguetes de alta tecnología… se trata, sí, de darles lo más
valioso: su vida… insertándonos en una familia donde hay verdad… donde todos
son de carne y hueso. Un puerto donde serán siempre bienvenidos con todas sus
epopeyas, descubrimientos y naufragios…
Los hijos no deben ser
nunca la segunda oportunidad para los fracasos de los padres. Acaban así por
reproducir, tantas veces, nuestros mismos errores… tal vez porque nunca existió
coraje para contárselos tal cual.
Es así como el
verdadero amor se materializa…dejando espacio, tiempo para que el otro se pueda
realizar… para que sea feliz.
Una de las lecciones más
importantes de los buenos tiempos es la de que inevitablemente llega la hora
del adiós, siempre con angustias, sueños, promesas y certezas… algunas veces
para nunca más volver; otras, sí, volveremos, porque al final las vueltas que
da la vida esconden secretos e infinitas sorpresas.
Agradezco a mi padre
que un día tuvo el coraje de contarme sus primeros besos y amores, agradezco a
mi padre por haberme enseñado con su vida y muerte que amar también es dejar
libertad… le agradezco lo que soy. Su nieta, sonriendo, sigue su camino… también
por sí misma.
La educación empieza en casa. Lo decimos ahora porque hemos visto el fracaso educativo, muchos padres han delegado la educación de sus hijos en los colegios; cierto que los profesores no advirtieron del peligro que eso suponía, que llegaría el día en que unos por otros…la casa por barrer, o sea, los niños se quedarían en medio de nadie, a su suerte, y además sin ejemplos suficientes para evolucionar como verdaderos seres humanos asequibles a su edad y entendimiento. Sumando a esto el fracaso académico en los más débiles y vagos, y en los listillos que quisieron aprovecharse.
ResponderEliminarLa crónica de hoy es verdadera, como siempre, clara, rotunda y contundente sin molestar. Nos dice muy claro por donde debemos empezar, en casa, en familia, con responsabilidades y sin imposiciones autoritarias o falsas. Educar en la verdad, qué bien suena. El comportamiento de los padres como el mejor maestro de la vida, de la persona humana. Al colegio a empezar a conocer el mundo y a entrenarse y a cultivar las relaciones humanas en sociedad…