Después
de Jesús casado, ahora es a la vez Jesús papá … y de ahí seguirá Jesús abuelo!
Es
fatal como el destino: de tiempo en tiempo, invariablemente, se descubre un rarísimo
manuscrito del siglo I, con revelaciones explosivas sobre Jesucristo; un nuevo
heterónimo de Fernando Pessoa, encontrado por la mujer un día, al limpiar la fecundísima arca del
autor de Mensagem; y un post-it en el frigorífico, utografiado por el Nobel portugués,
que da después ocasión a una voluminosa obra póstuma, original e inédita.
Este
parece ser al caso del sensacional libro que el Sunday Times anunció, con gran
tipografía, y que tiene por autores a Barri Wilson, profesor de estudios religiosos
de la universidad de York, en Toronto, Canadá, y Simcha Jocabovici, escritor y
periodista israelo-canadiense. A lo que parece, esta prometedora obra acaba de
llegar a las librerías, justo a tiempo para la Navidad.
Esta
nueva versión “histórica” de Cristo es, convengamos, poco original pues,
contradiciendo la tradición evangélica del Jesús célibe, demasiado ascético
para los gustos modernos, copia a Dan Brown, el romántico casamentero que
patrocinó el enlace matrimonial del hijo de Nuestra Señora con María Magdalena.
La
novedad está ahora en los dos hijos habidos de ese casamiento. No sé si se
trata de dos niños, de dos niñas, o uno de cada, o sea, aquello que antes se
llamaba, muy burguesmente, un parejita. Tampoco sé si esta inesperada generación
del Mesías y de su putativa mujer, sin ofensa, tiene alguna cosa que ver con la
bonificación que, en la sede de IRS, se da ahora a las familias, por cada hijo
a su cargo. Es que, como es sabido, las cosas no están fáciles para nadie…
Si
un Jesús casado ya contradecía la verdad histórica de los evangelios y de los más
serios y científicos estudios biográficos sobre Cristo, del que es principal referencia
el Jesús de Nazaret en tres volúmenes, de Benedicto XVI, este Jesús papá, probablemente
con pantuflas, todavía menos atrayente que el revolucionario Che Guevara,
augura prometedora continuidad en un próximo episodio, digno de hacer competencia
a Papá Noel: el abuelo Jesús.
El
nuevo libro se basa, por lo que se ve, en un “Evangelio perdido” que, por así
decir, es infeliz hasta en el título porque, si después fue encontrado, se debía
llamar el “El Evangelio perdido y hallado”, no vaya el lector a quedar, también
él, perdido. O mejor apodarse, tal como el hijo más joven de la conocida parábola,
“El
evangelio pródigo”, que lo es, además, en inverosímiles disparates.
Es
de extrañar la coautoría de un periodista israelo-canadiense. Un periodista es,
en principio, un cronista de la actualidad, no un historiador de acontecimientos
de hace dos mil años. Y, ahora, ¿por qué
dice ser israelo-canadiense? En cuanto a canadiense, normal, pero la precedente
referencia parece indicar su alineamiento ideológico con la política de Israel
y, en ese sentido, contrario al cristianismo y a su presencia en Tierra Santa. Si
así fuese, esta obra no es más que una expresión seudocientífica de esa misma
beligerancia.
Entre
nosotros, otro artesano del mismo oficio, famoso por sus guiños a la teología,
dio a Jesús algunos hermanos, todos igualmente hijos de María, a la cual
atribuyó varias inmaculadas concepciones (¿¡), por ignorar que tal privilegio
se refiere a la concepción de la misma virgen y no a su maternidad, que fue única
y exclusivamente de Jesús. Es lo que pasa, cuando alguien se mete a hacer
ciencia teológica sin saber siquiera las verdades más elementales del catecismo…
La
banalidad de estos “decubrimientos”, que no tienen nada de científico, tienen
con todo una ventaja porque, cuanto más insisten en la aparente vulgaridad de
Cristo, más adensan su misterio. De hecho, si Jesús de Nazaret era, solamente,
un hombre común, carpintero de profesión, casado y padre de dos hijos, ¿¡cómo
explicar que, más dos mil años después, su nombre y su mensaje susciten tanta
aversión –la religión cristiana es, actualmente, la más perseguida del mundo-
y, sobre todo, tanto amor?!
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