Por José
Luís Nunes Martins
publicado em 14 Set 2013 - 05:00
publicado em 14 Set 2013 - 05:00
La existencia humana implica que
comprendamos que no fuimos creados para cualquier especie de inmutabilidad, antes
al contrario, para una incesante creación de nosotros mismos.
Son muchos los que
sufren hoy los dolores de lo que les aconteció en el pasado. Se angustian
porque visitan y revisan tantas veces los mismos tiempos y espacios, sienten y
re-sienten el dolor de las mismas espinas clavándoseles en los pies… viven en
una especie de noche eterna donde parece no haber voluntad de mañana… y mañana
es ahora.
Juzgan que estarán para
siempre condenadas a acarrear el peso de lo que pasó, desconocen que su hoy está
abierto y que puede, eventualmente, servir para redimirse, para traspasarlo…para
volar bien alto. Finalmente, ninguno de nosotros es lo que fue.
Los sucesos y fracasos
de cada día pertenecen más a ese día que a quien los protagonizó. El hombre
existe en cuanto lanzado en el tiempo, sigue a una velocidad constante en
dirección a todos los horizontes posibles, a un futuro abierto. Hace este viaje
en el que no se puede demorar más en un lugar que en otro… vive el vértigo
radical de no pertenecer a un lugar ni tiempo alguno.
Amamos… y podemos
permanecer junto a alguien para siempre… pero nunca de forma estática ni
definitiva. Seguimos los dos lanzados, entre espacios, tiempos, alegrías y
sufrimientos… en una expedición en que el fin es el hoy de cada uno. La mayor
parte de las relaciones no soportan el tiempo, sucumben a la necesidad de renovar
cada día la atención y el cuidado, porque, hoy, yo soy ahora mismo diferente – y el otro
también.
Las alegrías y
tristezas más valiosas son las de hoy. Aquí y ahora. Son las únicas de las que
somos responsables. Cuánta gente se da cuenta demasiado tarde cada día… creen
que un presente arruinado es lo que merecen por el pasado que aún no los dejó,
así nunca se dejan redimir, nunca se perdonan, nunca miran hacia delante…abortan
los sueños. Se anulan… y, de este modo, encuentran poco. Agarrados a lo que
ahora mismo no existe sufren con su pasado como si fuese real, pero no lo es. Las
frustraciones del pasado asesinan las esperanzas.
Otros infelices hay que
viven agarrados a las alegrías de otrora… no se dan cuenta que la felicidad es
una forma de vivir cada día como único. Y que el verdadero heroísmo consiste en
crear siempre nuevas formas bellas de ser en el mundo. Sin herencias ni anclas.
Navegando tempestades con una sonrisa de fe en el fondo del corazón. Atracando
en puertos siempre nuevos, nunca demorándose en mar alguno.
La infelicidad se
alimenta de los recuerdos. Los distorsiona y los hace peores. Lo mismo ocurre
con los buenos recuerdos, pronto el pesimismo nos grita que son… inaccesibles e
irrepetibles. Ahora bien, realmente, son los más, pero, esos, quiere la falta de fe que nos vuelvan a
visitar en cualquier momento, haciéndonos daño, más y más.
Aprender del pasado no
significa tener que permanecer en él.
La existencia humana
implica que comprendamos que no fuimos creados para cualquier especie de
inmutabilidad, sino para una incesante creación de nosotros mismos… en la
sublime certeza de que seremos tan felices cuanto quisiéramos ser. En la
estricta medida de lo que hiciéramos de nuestros días.
El pasado no existe. Pasó.
Por lo que hiciéramos y
por lo que dejemos de hacer… el
arrepentimiento es siempre una certeza. Es preciso comprender la importancia y
la urgencia de existir. De tratar de ser quien queremos ser, sin retrasarnos
nunca.
Sólo se vive hacia
delante… en dirección al infinito.
Hoy me quedo sin palabras, se las cedo todas a José Luis, se comenta solo…y me son tan oportunas que han coincidido con una reflexión que hacía yo ayer tras la conversación con un chico que me decía que había algo en su vida que le impedía aceptar la vida normal…consumía, se normalizaba…y cuando iba a dar el salto a la vida real, y lo tenía todo, dinero, trabajo, novia… volvía a tener una recaída. Precisamente he puesto a mi humilde blog “la caverna de platón”… Muchos hombres tienen miedo a la luz del sol, a la verdad, José Luis…
ResponderEliminarTú sigue, José Luis, insiste, danos caña. Me gustaría que un día te adentraras en el tema de los consumos… Gracias una vez más. (Perdona que utilice también los puntos suspensivos, no te copio, ya lo hacía yo antes…qué casualidad.)