sábado, 18 de marzo de 2017

A propósito do 11 de Março…




En estos tiempos, en que es común insultar a cuantos no militan en el mismo partido, o no profesan la misma fe, es urgente recordar ejemplos de respeto en la diversidad de las convicciones políticas y religiosas.

Hace ya días de ello. O, mejor dicho, hace días y días. Algunos parecen condenados a datos prosaicos que no hacen más que acontecer, con la inflexible cadencia del calendario y que, todos los años, irremediablemente, se repiten. Otros días, por el contrario, parecen señalados para grandes designios históricos, tal es la coincidencia de hechos memorables en esas fechas. Así aconteció el día 13, que las apariciones marianas de Cova de Iria rescataron del mal augurio la que, hasta entonces, estaban condenada por la supersticiosa ignorancia de algunos. Otro tanto puede decirse del día 11 de Marzo, fecha relevante en la historia reciente de Portugal, no solo por los acontecimientos sucedidos en tal fecha del año 1975, sino también por lo que, en ese día de 1959, ocurrió en nuestro país.

En el Portugal amordazado, Mario Soares refiere el golpe del 11 de Marzo de 1959 como “la eclosión de un movimiento militar y civil” que, “debido a las dudas de última hora(...) iría a fracasar”. No obstante, tuvo una importancia relativa en la historia nacional, principalmente por las consecuencias habidas en el ámbito judicial. Por eso, dado el fracaso de la operación militar, fueron “apresados varios militares y civiles, que serían juzgados, un año más tarde, en el Tribunal Militar de Santa Clara”.

En esa malograda intentona destacó sobre todo el capitán Carlos Vilhena, Que Mario Soares recuerda como elemento muy activo de la candidatura del general Humberto Delgado y que, a pesar de la edad avanzada sobresalía “por su contagioso idealismo y por la indefectible firmeza del combatiente de la democracia”. Los restantes conspiradores eran, en la autorizada opinión del autor de Portugal amenazado, “gente nueva, en su mayoría nacida para la política con la candidatura  Delgado, mucha de ella de procedencia católica”. Según el mismo autor, el fallido golpe del 11 de marzo de 1959 fue, de hecho, “un movimiento de clara inspiración católica, aunque con la participación importante de elementos no católicos, demócratas de diferentes corrientes de oposición”.

 “Como dije, uno de los aspectos que sobresalió en la conspiración del ’11 de marzo’ –escribe Mario Soares- fue la participación importante de ciertos católicos. La concentración de los ‘conspiradores’ civikes, antes de la salida del movimiento se hizo en la Sede Patriarcal de Lisboa, de la que era párroco el padre [Joao Augusto] Perestrelo de Vasconcelos [que después obtuvo la dispensa de sus votos y abandonó el ministerio sacerdotal]. Alguna de las insignias exteriores, ciertas cintas distintivas usadas y las propias palabras de contraseña –‘Manuel’, ‘María’, ‘Inàcio’- serían ciertamente de inspiración católica...”

de respeito pelo presidente do Tribunal – o coronel Rui da Cunha, que se houve no difícil lugar com uma nobreza de atitudes e um desassombro dignos de todos os elogios”. “O coronel Rui da Cunha era um oficial à antiga, enérgico, monárquico de feição conservadora, mas com um sentido raríssimo da dignidade”. Sendo católico, para além de monárquico e conservador, Rui Pereira da Cunha era, por assim dizer, a antítese de Mário Soares, que sempre se identificou como laico, republicano e socialista. Neste sentido, a sua homenagem à integridade do coronel Pereira da Cunha é tanto mais significativa quanto ambos divergiam no que respeita às suas crenças religiosas e opções políticas e ideológicas.

La depuración de responsabilidades criminales de los implicados sería hecha en un “enjuiciamiento que quedaría, sin exagerar, en la historia de los procesos políticos en Portugal”. Una de las razones de la particular relevancia de este proceso se desprende de la personalidad llamada a presidir el plenario, el coronel Rui Pereira da Cunha, que mereció de Mario Soares palabras de gran consideración: “no debo terminar este punto sin dejar consignada una palabra de respeto al presidente del Tribunal –el coronel Rui da Cunha, que se vio en el difícil lugar con una nobleza de actitudes y una audacia dignas de todos los elogios”. “El coronel Rui da Cunha era un oficial a la antigua, enérgico, monárquico de orientación conservadora, pero con un sentido rarísimo de la dignidad”. Siendo católico, además de monárquico y conservador, Rui Pereira da Cunha era, por así decirlo, la antítesis de Mario Soares, que siempre se identificó como laico, republicano y socialista. En este sentido, en homenaje a la integridad del coronel Pereira da Cunha es tanto más significativa por cuanto ambos divergían en lo que respecta a sus creencias religiosas y opciones políticas e ideológicas.

Rui Pereira da Cunha era coronel de artillería, con el curso del Estado mayor, y había sido poco antes, entre 1954 y 1956, comandante militar de Macau. Fue, en su juventud, un fervoroso adepto de Sidònio Pais, el ‘Presidente Rey’, de quien también fue ayudante de campo y secretario particular. Monárquico por convicción y tradición familiar, Rui Pereira da Cunha fue aún diputado a la Asamblea Nacional, subdirector y consultor de la Compañía de Mozambique y director de la Radio Clube Portugués. Era también comendador de la orden de Aviz, medalla de oro de comportamiento ejemplar y medalla de plata de servicios distintos. Nacido en Lisboa el 8 de mayo de 1896, vendría fallecer súbitamente, al volante su coche, en el día de Navidad de 1962.

En estos tiempos de crispación política y social, en que es práctica común insultar en la prensa y en las redes sociales a cuantos no militan en el mismo partido, o no profesan la misma fe o ideología, es urgente recordar estos raros ejemplos de dignidad y respeto en la diversidad de las convicciones políticas y religiosas. No obstante su conservadurismo político, su fe católica y su condición monárquica, el coronel Rui Pereira da Cunha supo merecer el inmenso respeto de los acusados presentes nen el Tribunal militar que presidió, así como la admiración de sus abogados. A su vez, el Dr. Mario Soares, a pesar de ser agnóstico, republicano y socialista, tuvo a bien homenajear a quien no se identifica con sus opciones.

 “Habituados a la tacañería temerosa de los jueces togados del Plenario (...), ¡la experiencia de compañerismo cortés, impregnado de un profundo sentido de humanidad, venido de un juez provisional, de formación militar, como Rui da Cunha, no puede dejar de ser profundamente reconfortante! Como en la historia célebre, podríamos haber gritado, después de la sentencia del Tribunal de Santa Clara: ‘¡Aún hay jueces en Portugal!’ Aunque sea bien cierto que una golondrina no hace, por sí sola primavera...”


http://observador.pt/opiniao/a-proposito-do-11-de-marco/

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