OPINIÓN DE JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS
Aquel día, María salió temprano de su casa. Más temprano de
lo que era habitual, porque su amiga que vivía sola moraba lejos y necesitaba
de su ayuda, a pesar de no haber tenido el coraje de pedirla.
Los años le pesaban a María, más de 80... pero su voluntad y
determinación eran grandes. Había aprendido, desde niña, que las necesidades
más básicas son las más importantes. Las nuestras y las de los que están más
próximos. Sólo después es como, si sobran las fuerzas y tiempo, nos podemos y
debemos preocupar de los problemas de menor importancia.
María caminó durante más de una hora. Pudo pensar en todo,
pero sus dudas y dolores no le trababan las piernas. Sabía bien donde
necesitaban de ella. Iba... donde otros no iban. Iba... porque no era como los
otros.
La amiga moraba en una casa rodeada de otras en ruinas,
muertas de forma lenta y cruel por el tiempo. Se respiraba miseria y hambre. La
única esperanza era la de que aquel infierno acabase. Con todo, la certeza de
que otros también sufren y pueden necesitar más de lo que nosotros y nuestras
fuerzas y talentos son capaces en este escenario, es una verdad tan cruda como
bella. Los pobres se ayudan. Conocen mejor que nadie el valor de lo esencial y
la riqueza de dar.
Encontró a la amiga postrada en aquella casa oscura y fría,
sin agua ni amor.
La amiga de María no vivía... moría. Respiraba solo para
sobrevivir. Todo lo que le quedaba era morir.
María fue a buscar agua. Le dio de beber, le lavó la cara y
las heridas más profundas... puso cuidado en escuchar todos los ayes. Cuando la
amiga le preguntó el porqué de tanto esfuerzo y cuidado, María le respondió luego
con un silencio profundo, en el cual se hizo la luz.
María preparó un plato de sopa mientras iba canturreando muy
bajito una melodía celestial, que expulsaba, uno a uno, todos los males que
habían tomado aquella casa como suya...
La amiga lloraba y sonreía porque se sabía en la presencia
de Dios. Se sentía amada y ese amor había despertado el suyo. Se abrazaron.
María le dice:
- En este abrazo encuentro las alas que me llevan al cielo.
No vine para recibir... vine sólo para ser útil. Vine para poder continuar
siendo yo, ayudando a que también tú puedas ser quien eres. Voy en paz porque
te dejo en paz. Llevo más de lo que traje. Llevo el corazón lleno de bondad,
belleza y verdad... llevo el corazón lleno de ti. Agradecida.
(ilustração de Carlos Ribeiro)
http://rr.sapo.pt/artigo/77526/o_amor_e_tao_importante_como_a_agua
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