Por
José Nunes Martins, Paulo Pereira da Silva, Francisco Gomes
Ed.
Paulus. Lisboa 27 de enero de 2015
8ª estación
Jesús encuentra a las mujeres de
Jerusalén
¡Mujeres de Jerusalén,
No lloréis por Mí!
¡Llorad por vosotras
Y por vuestros hijos!”
...
Pero, ¿Por qué esta gente no llora por sí misma y por aquellos que le
son próximos? ¿A caso huyen de lo suyo e intentan encontrar justificación para
esa fuga en la compasión por el dolor del otro? ¿O será que perciben que, en el
sufrimiento, no hay extraños?
Son siempre los que menos tienen los que más dan. Porque conocen mejor
que nadie el valor de lo esencial. Y la grandeza de lo particular.
*****
...
¡Sorprendentemente, el Señor levanta la cabeza y habla a las mujeres!
Aquel que casi no abrió la boca ante Pilatos ni ante Caifás, no dice una
palabra a los que lo juzgan, habla ahora a aquellas mujeres que lo lloran.
¿Privilegio de amor femenino?
El Señor no se esconde en las lágrimas, no es un desgraciado que
padece por su culpa o contra su voluntad, sino para obedecer al Padre para salvarnos. Una vez más el
Maestro instruye…
Se lamenta de que las mujeres ofusquen su esperanza con las lágrimas.
...
“Llorad antes por vosotras y por vuestros hijos…”
9ª estación
Jesús cae por tercera
vez
¿Hasta cuándo atacaréis a uno
tratando de derribarlo todos juntos
como a un muro que se desploma
como a una pared a punto de caer?
Sl. 62, 4
Caída. Caída. Caída… mi
flaqueza es evidente, sin la menor duda.
...
Se pierde la voluntad de expresar lo que se siente y piensa, se pierde
la capacidad de ser tocado por las cosas
exteriores, buenas o malas. Se pierde esta respiración esencial por la cual nos
enriquecemos: darse al mundo y dejarse tocar por él. Los otros pisan. Ya poco
sentimos. Ya casi no somos nosotros. Estamos ahí, a duras penas, a la espera de
todo y de nada… de lo que viniere. Nos condenamos a nosotros mismos al fracaso absoluto, que llegamos
incluso a considerar justo.
...
Si hay algo que se sirve de mi
tristeza para hacer lo peor, también hay algo que necesita de un pequeño rasgo
de amor por la vida, para hacer en mí el milagro de la multiplicación de las
esperanzas… Sólo el amor me puede hacer mejor de lo que soy.
...
¡Sólo cuando me levanto, después de haberme perdido, es cuando me encuentro…
a mí mismo!
*****
Camina sobre la tierra.
Tierra dura. Tierra sobre la cual los hombres caminan, siembran, construyen,
trabajan, guerrean, se destruyen y se autodestruyen.
...
No es posible ir más lejos: Dios acompaña a la creación. La divinidad
acepta las afrentas. La bondad se entrega a los látigos.
Los huesos del Cordero son visibles entre las llagas, su cuerpo no
puede más.
Quebrado, se tambalea y cae.
Es la tercera vez.
...
¿Dónde está el Padre?
En todas partes y en ninguna. Está aquí. Aquí en lo más sensible del
cuerpo del Hijo, en su intimidad, se abandona en su espíritu.
10ª estación:
Jesús es despojado de
sus vestiduras
“Pero yo soy un gusano, no una
persona,
la deshonra del ser humano, la
vergüenza del pueblo.
Cuantos me ven, se ríen de mí.”
Sl. 22, 7-8a
...
Un hombre despojado de sus vestiduras es el mismo hombre.
Quien lo despojó, no.
Hay quien cree que la dignidad se pierde en la pobreza.
Hay quien cree que es miserable quien vive en la miseria.
Pero quien pierde la dignidad es quien provoca la pobreza.
Miserable es quien no hace nada en auxilio de los que viven con casi
nada.
Exponer la intimidad de alguien no atenta contra su valor.
*****
...
A medida que la Hora se aproxima el silencio crece y la multitud
curiosa, con sed de muerte, espera las imágenes irreversibles.
...
El Señor se levanta, grande, lentamente, y contempla la cruz. Su cruz.
Es el pecado lo que mata, no los hombres. Alguien se aproxima, algún
soldado que, bruscamente, le quita la túnica sin costura.
El rey está desnudo. Desnudo, frágil y pobre, como cuando vino al
mundo en Belén, pero ahora no adorado por pastores y magos.
...
Ahora en la colina, odiado por los hombres. Rechazado, rey proscrito,
Hijo desnudo, destituido del amor humano y privado del Amor del Padre. Desnudo,
herido, el Rey se viste con la piel del hombre que sufre.
11ª estación:
Jesús es clavado en
la cruz
“He ungido a mi rey,
en Sión, mi monte santo!”
Sl. 2,6
...
Tantas veces somos nosotros los que crucifican, los que consideran que
es por la vía del castigo implacable como se hace justicia y se alcanza la paz.
Creemos que somos superiores y que podemos y debemos sacrificar a
quien nos dice la verdad que duele, por ser verdad.
…
Pero amar es respetar al otro y comprender sus decisiones. Perdonarlo.
Es permanecer con los brazos abiertos, el corazón bien abierto… a su
espera.
Es ir a su encuentro, así que dé un paso en nuestra dirección.
...
Es el infierno de la soledad, del dolor, del absurdo... del escarnio y
del esputo.
...
Es la suprema agonía... la del sufrimiento que no tiene fin.
*****
...
Un temor atraviesa el cuerpo de María, cuando el Hijo es llevado junto
a la cruz. Se echa sobre ella. De una sola vez, como si siempre hubiese dormido
allí.
El Señor se casa con su cruz. Un soldado se arrodilla junto a un
brazo. Con duros golpes, espeta un clavo en la carne viva. Se escuchó un
terrible grito. El Verbo sufre de su humanidad. Se realiza la profecía del
Siervo sufriente.
...
Sangre por todos lados. Sangre que corre sobre la madera, por las
manos de los soldados o de la boca del Mesías. Al mismo tiempo que clavaban las
manos y los pies del Señor, quedaban clavados y perdonados los pecados de los
hombres. Al mismo tiempo que crucificaban el cuerpo, quedaba crucificado el
hombre viejo.
...
Una vez más deshace los lazos de sangre para que circule en total
libertad la energía del amor. Confía su
Madre a su amigo y su amigo a su Madre.
Tres palabras son proferidas en vómito de amor: Padre, perdónalos.
12ª estación
Jesús muere en la
cruz
“Ni en tu fuero interno
maldigas al rey,
ni en tu propia alcoba
maldigas al rico;
porque un pájaro del cielo
correrá la voz
y un ser alado contará el asunto.”
Ecl. 10,20
Los ojos se fijan en aquel que consigue entregar su vida por algo
mayor que ella.
...
La muerte es el momento del supremo abandono.
...
La separación es inminente, y el misterio más profundo de la
existencia a punto de ser evidente. La verdad.
...
Queda lo que hubiéramos sido capaces de dar.
Quedan los sufrimientos que vencemos y los que no conseguimos
sobrepasar.
...
En un salto a lo alto... hacia el misterio de la vida.
*****
...
Desnudo y solitario, abandonado por todos y, en aquel momento, hasta
por el padre, carga nuestros pecados, en una constante fidelidad a su misión,
revestido por su inconcebible amor por nosotros. El Señor se agota en ese
amor aunque todo se haya consumado: consumatum est.
Su respiración cesa. Son tres horas y la muerte acontece sobre toda la
tierra.
13ª estación
Jesús es bajado de la
cruz
“Todas las cosas bajo el sol tienen
un tiempo y un momento:
Hay un tiempo para nacer
Y un tiempo para morir;”
Ecl. 3, 1-2
...
Ver morir a
un hijo es sentir el corazón traspasado por una espada.
Es el
corazón de la madre el que muere. Que parte para siempre con el hijo. Pero el
corazón del hijo queda, late en el pecho de la madre y de todos los que amó…les
da vida…
Sin embargo,
todo sucede contra las apariencias.
El amor
conlleva la promoción de la libertad y
de la independencia de quien se ama, dejándolo ir. Para siempre...
La verdadera
fuerza es la de quien se humilla y va junto a los débiles, ...
*****
En las
oscuras tinieblas, oculto el sol, la tierra tembló, se abrió una brecha en la
roca donde fue levantada la cruz y el velo del templo se rasgó de arriba abajo.
El templo queda vacío, y caduco el culto
de la Ley Antigua. La verdad está ahí, frente a todos. Desnuda. El corazón
parado y traspasado por la lanza.
..
José y
Nicodemo se aproximan a la cruz y comienzan a retirar los clavos. El cuerpo del
Señor cae, pesado y ensangrentado sobre ellos. Lo reciben en sus brazos
quedando también ellos con sangre y agua
en sus vestiduras. Lo colocan en los brazos de su Madre.
Siempre que
la muerte pasa cerca, se detienen mis ojos
para mirar a esta Madre, a Su Madre,
a nuestra Madre, a mi madre.
¿Por qué
sufrir? La respuesta viene de aquí, de esta colina, de este momento. Si el
lenguaje de la cruz es locura para los que se pierden, para nosotros, cristianos,
es fuerza de Dios. (1Cor. 1, 18)
14ª estación:
El cuerpo de Jesús es
colocado en el sepulcro.
“¿No sabéis que yo debo ir a la casa
de mi Padre?” (Lucas
2, 49)
...
Si el amor
por quien ha muerto no se acaba, entonces no es el fin.
Sepultados
en el fondo de los corazones de quienes amamos, permanecemos. Así como todo
aquel que muere lleva con él todo cuanto por amor le fue entregado.
Es
tiempo de esperar, de sufrir con
paciencia, a que llegue el tiempo de comprenderlo todo, de conocer el sentido de
la vida y del sufrimiento… Antes, tal vez, llegue mi hora…
...
Asumir el
amor como el camino hacia la felicidad es difícil y muy exigente, pero es lo
único que le da verdadero sentido.
...
Aquel que
vive sólo para sí y el que, por amor, se da a los otros… ambos mueren. Puede
ser que ninguna de estas formas de vida tenga sentido, pero también puede ser
que sólo una lo tenga…
*****
...
Después de
lavarlo y cuidarlo, envolvieron el cuerpo del Señor en un lienzo inmaculado.
Después es vendado y depositado por José y Nicodemo, en un sepulcro de piedra.
El sepulcro es cerrado.
Esta
noche, de la muerte va a surgir la vida.
El Rey está
acostado en la roca fría.
Desciende
hasta la oscuridad de la tierra, en la profundidad del tiempo.
Visita
los confines de su reino, abre los túmulos y llama a los muertos. Liberta a los
cautivos.
Los que Lo
aman Lo siguen.
...
¡Ahora,
comienza la esperanza!
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