Enrique Dans
Un artículo con predicciones de Stephen
Hawking compartido en el World Economic Forum con sus perspectivas sobre la sustitución del hombre por la progresiva
automatización y el uso de inteligencia artificial me lleva a
reflexionar un poco sobre las circunstancias en las que se desenvuelven ese
tipo de procesos.
El artículo considera las profesiones relacionadas con la
conducción, como taxista o chófer, como una de las más susceptibles de sufrir
el impacto de la automatización, con una probabilidad del 89%. La promesa de Mercedes Benz de poner en el mercado taxis
completamente autónomos en un plazo de tan solo tres años, unida a las inyecciones
económicas de algunos gobiernos en ese tipo de proyectos y a la
entrada progresiva de nuevos competidores significativos como Apple o Cadillac parecen estar configurando una hoja de ruta en conducción autónoma cada vez más clara
y decidida.
En este contexto, los modelos económicos que rodean el
fenómeno parecen ir definiendo de una manera cada vez más clara un escenario
de carrera hacia el abismo, en el que la dinámica competitiva en un escenario desregulado lleva a una
caída cada vez más fuerte de los ingresos que termina por asfixiar a los
competidores tradicionales, dejando espacio únicamente para los entrantes que
son capaces de aprovechar mejor las ventajas tecnológicas.
Una startup californiana creada en torno al
concepto de taxis autónomos, Voyage, anuncia
sus intenciones de ofrecer en el futuro transporte completamente gratuito,
posiblemente financiado mediante publicidad. La idea resulta profundamente
provocativa, y enlaza con algunas de las interesantes reuniones que mantuve en
las oficinas de Daimler en Stuttgart hace algún tiempo, en las que algunos de
sus directivos de innovación afirmaban estar trabajando de cara al futuro con
modelos en los que el transporte dentro
de las ciudades evolucionaba hacia esquemas completamente gratuitos para el
usuario, y planteados siempre en modo servicio en lugar de en términos de
posesión de un activo utilizado de manera subóptima. La idea de sistemas
de transporte completamente gratuitos en función de una exposición a
publicidad o mediante modelos de esponsorización no resulta extraña cuando
hablamos de ciudades como Londres, en las que por
tan solo dos euros, una persona tiene acceso al uso ilimitado de una bicicleta
pintada con el rojo característico del logotipo del Santander, durante
veinticuatro horas.
En San Francisco, la compañía de taxis más grande de la ciudad, Yellow Cab
Co-Op, ha sido vendida a un competidor por un total de ¢810,000, menos de lo que cuesta una casa en
la ciudad. Los culpables de tan brutal depreciación no son únicamente
Uber, Lyft y compañías similares que operan en la ciudad, sino la coincidencia
de varias demandas por accidentes que resultaron en
indemnizaciones multimillonarias, y dejaron a la compañía en bancarrota. En
un escenario en el que la siniestralidad inherente a la conducción humana se
convierte en una variable capaz de hundir compañías, la conducción autónoma,
sujeta a un número dramáticamente inferior de accidentes, se perfila
claramente como la alternativa triunfadora.
¿Puede pensarse en evitar la transición de una actividad
configurada como tradicionalmente humana, como la conducción, hacia su
automatización total, en un escenario en el que la dinámica competitiva se
configura de esta manera? No, los
procesos como tales son total y absolutamente inevitables, y aquellos que
intenten negarlos se verán inmersos en la obsolescencia y en la pérdida de
competitividad. La única solución es anticipar ese tipo de procesos y optar
por sistemas que mejoren la cobertura social y las alternativas de los cada vez más afectados, en lugar
de permitir una espiral descendente que termine generando un problema social
irresoluble.
https://www.enriquedans.com/2017/04/la-sustitucion-del-hombre-por-la-maquina-y-la-carrera-hacia-el-abismo.html
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