OPINIÓN DE JOSÉ LUÍS
NUNES MARTINS
El cuerpo se desgasta, el espíritu se cansa, pero se
renueva.
El espíritu debe guiar al cuerpo, no al contrario. Hay quien
deja a su cuerpo adolecer tornándose esclavo de los apetitos del cuerpo.
Otros
aún, impiden que el espíritu se cure a sí mismo, siempre que prefieran no
librarse de los malos sentimientos y de los malos pensamientos.
Aquello que el cuerpo sufre, el espíritu lo sufre de forma
aún más profunda. El sufrimiento es siempre multiplicado por la consciencia que
tenemos de nosotros mismos.
¿Si el espíritu es más ágil que el cuerpo que lo abriga,
entonces cómo puede este acompañarlo? Es importante que sea el espíritu quien
decida, en cada momento e edad, lo que es mejor para el cuerpo, atendiendo a
sus limitaciones y necesidades.
Quien afronta grandes adversidades tiene, en la mayor parte
de los casos, un espíritu heroico dentro de un cuerpo que se siente capaz de ir
cumpliendo las más duras misiones. Al final, la voluntad puede siempre ser más
fuerte que el cuerpo.
Hoy, se valora el cuerpo por el cuerpo, como si fuese un fin
en sí mismo y en él no hubiese nada más. Como si las líneas externas de un
cuerpo fuesen trazos de personalidad, que pueden ser reconocidos y valorados.
Por el contrario, quien cultiva esta idea acaba por olvidarse que es dentro de
sí donde se define su valor y que se va concretando en las decisiones que toma
y en la forma como las ejecuta. Es la libertad del espíritu la que establece el
valor de cada ser humano. Hay espíritus bellos y jóvenes en cuerpos de mucha
edad.
El espíritu debe guiar el cuerpo con delicadeza y prudencia,
sin ignorar las necesidades, ni el poder y la fuerza de los impulsos. Las
personas nos hacen tropezar y caer.
Cuando el cuerpo no pudiera acompañar, que el espíritu
encuentre la forma de elevarlo hacia donde puedan volar, a pesar de las
apariencias.
La verdadera felicidad, la alegría del espíritu, no se
encuentra en lo que ya se hizo, ni en lo que aún se tiene que hacer... sino en
lo que se hace, aquí y ahora.
(ilustração de Carlos Ribeiro)
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