Amando de
Miguel
Nos hallamos en el cenit de la
curva de eufemismos. Al decir "violencia de género" se nos engaña por
partida doble. Al decir "violencia" se nos transmite no solo trato
vejatorio sino asesinato. Al añadir
"género" se quiere indicar que es un varón el que mata a su mujer, ex
mujer, novia, amante o compañera sentimental. Nunca se desea incluir a la
mujer que mata a su marido. Se trata de un claro abuso de la
voz género. Por lo mismo, la palabra machismo indica algo
vituperable. En cambio, feminismo pasa por encomiable. Con estos
bueyes tenemos que arar.
Llama la atención la cascada
continua de informaciones en los medios sobre casos de "violencia de
género" en el sentido dicho, que mejor sería llamar uxoricidio. Hasta se lleva una
estadística de las mujeres asesinadas por sus parejas. Los casos son
tristísimos, aunque no tantos como los de otras figuras delictivas graves.
Aunque se trate de una
información continua y detallada, las noticias sobre uxoricidios ocultan
cuidadosamente algunos datos que serían pertinentes para interpretar los
sucesos. Listo algunos que me producen perplejidad.
No se suele advertir que la tasa de uxoricidios en España es una
de las más bajas del mundo. Tampoco se precisa que en los últimos años esa
tasa española es mucho más baja que la
que se daba hace mucho tiempo. Contrariamente a la creencia general, la
sociedad española no es ahora particularmente violenta, aunque lo haya sido en
el pasado. La verdad es que cuesta trabajo imaginar cómo es que se ha producido
tal evolución. Al menos se descarta la hipótesis de una carácter español,
común a todos los tiempos, propicio a la violencia y a otras excentricidades.
No se nos dice con claridad que en muchos casos de uxoricidio el
asesino suele ser extranjero; a
veces también la víctima. No se trata de que los inmigrantes sean más
crueles o vengativos; solo es así en los casos en que los inmigrantes se
encuentren desarraigados, aislados. Es lo que sucede en algunas poblaciones
menores con mano de obra foránea, constituida por jóvenes varones solteros,
trabajando en una especie de economía de plantación.
Ya he aludido a que otro sesgo de
estas noticias luctuosas es la ocultación
de los casos en los que la mujer mata al marido o equivalente. La
frecuencia seguramente es menor, pero interesaría el dato. Cierto es
también que los varones son más fuertes y pueden pegar con contundencia a sus
mujeres, pero estas emplean otras armas más sutiles para vengarse de sus
maridos canallescos o insensibles. Una cosa es cierta: los conflictos de pareja (sin llegar a la violencia física) han
aumentado extraordinariamente en España. No creo que tal desastre se pueda
explicar por la crisis económica. El asunto me desborda.
Otra circunstancia que se
enmascara en las noticias sobre uxoricidios es que los tristes sucesos afectan mucho más a las parejas de
hecho que a los matrimonios legales. Es lógico, pues el control social
que contiene la violencia, y no digamos la extrema, se refuerza cuando existen
vínculos legales. Pero entonces, ¿por qué no reseñarlo? No se me alcanza.
Un detalle que casi nunca falta
en las crónicas sobre este tipo de sucesos es si el asesino había sido acusado
antes de malos tratos o había sospechas sobre el particular. Me parece una
circunstancia poco relevante, por obvia. El
uxoricidio suele culminar una penosa serie de vejaciones, que muchas veces no
se denuncian por vergüenza o por un cariño mal entendido. Ahora bien,
también suele suceder (y no se difunde)
que abundan las denuncias falsas por malos tratos que hacen las
mujeres. Es una forma de atacar al marido infiel o del que se quiere
separar la mujer. Naturalmente, resulta difícil calibrar las situaciones reales
de denuncias falsas. Me imagino el trabajo que le cuesta a los jueces dilucidar
una cuestión tan sutil.
El problema del uxoricidio no se podrá erradicar (como algunas veces se
pretende en las declaraciones oficiales), aunque sí atajar. El éxito de la
operación no se asegura mientras el asunto forme parte de la bandera de los
grupos feministas. El problema real y más amplio es el de la violencia de
cualquier forma dentro de la unidad familiar, aunque solo sea la pareja de
hecho. Debe preocupar socialmente
la violencia contra los niños o los ancianos, de la cual apenas
encontramos noticias en los medios. No hay que llegar al extremo del
asesinato, estadísticamente raro, como queda dicho.
http://www.libertaddigital.com/opinion/amando-de-miguel/la-mal-llamada-violencia-de-genero-81420/
No hay comentarios:
Publicar un comentario