Huyendo de la verdad no se puede ir muy lejos. ¡Cuántas veces veremos a J. por aquí! porque no se enfrenta a la verdad, a su verdad. La verdad tiene un valor universal, y lo mismo lo es para uno mismo que para cualquiera, si a uno mismo le juega malas pasadas y le hace infeliz su ocultamiento, a los demás les puede cansar y hasta molestar . Todos nos esforzamos en confiar en J., pero él no mantiene su palabra mucho tiempo.
J. es un chico aún, más que por edad por su aspecto, su forma de ser y su atuendo, él siempre va muy juvenil, debe darle muy buen resultado pues a primera vista resulta atractivo, simpático, y no parece mala gente, ni lo es en realidad. No es malo para nadie, es malo consigo mismo, como he dicho, por huir de su verdad y no aceptar que sus palabras no responden a los hechos, no tiene en absoluto dominio de sus prontos, ni es capaz de decir no a ciertas invitaciones; por eso se cree lo que no es y esto le llena de insatisfacción; insatisfacción que va en aumento a medida que se van repitiendo sus fallos en la disciplina y el control sobre su conducta.
Hoy mismo me decía “es que aquí ya no me atendéis, no queréis saber nada de mí”. Claro, es que se ha comportado en plan chulesco y quiso entrar en el albergue a toda costa, a pesar de que no cumplía el plazo reglamentario para poder volver a este albergue, del que había salido por causar algún problema de convivencia, incluso se atrevió a amenazar a la hermana con la policía. He dicho que es un niño y eso demuestra ser, pero un niño crecidito, se comporta caprichosamente y quiere las cosas ya, porque sí. Había pasado la noche en la calle, me dijo, y no quería volver a la calle, eso ni hablar; pero él quería este albergue, por lo que fuera, eso no lo dijo, pero dejó muy claro que no le interesaba ir a otro albergue.
¿Por que está en la calle ahora? porque en su segundo mes en Proyecto Hombre ha incumplido una de las normas de convivencia, una vez más, y tiene que salir a reflexionar. ¿Quiere o no quiere J. rehabilitarse? Eso lo sabrá cuando entienda que debe aceptarse, que debe desconfiar de sí y entregarse a una disciplina reparadora y progresiva, y dejarse aconsejar por quien sabe cómo debe afrontar sus problemas con éxito.
No tardaremos en volver a ver J., o mejor, ojalá no lo volvamos a ver hasta que haya cumplido el tiempo que necesite para alcanzar su meta particular.
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