domingo, 9 de octubre de 2011

La “monegasca”




F. es un personaje algo así como un don Quijote versallesco y algo agitanado, su porte es elegante, luce a propósito algunas joyas y se expresa con un lenguaje y ademanes exquisitos. El no anda por esos mundos en busca de batallas contra explotadores y malandrines que afligen a inocentes criaturas, ni sirve a ninguna dama, en un primer momento nos tiene despistados, no somos capaces de descifrar qué puede ser eso que él llama “la monegasca”, con la cual, una vez la consiga, se le abrirán las puertas a su mundo perdido: con ella tendrá acceso a su cuenta corriente y se acabará su penuria y su mala vida; además tendrá acceso a sus propiedades, con ella recuperará su verdadera identidad y le permitirá heredar la casa de su madre en S., donde tiene sus cosas, y la carta que da fe de sus derechos sobre la casa. En la cual vive su hermana ahora.

No es una broma, cuando F. llegó nos dejó sorprendidos, no es alguien que pase desapercibido, entró en la oficina casi como un vendaval, él anda muy deprisa siempre. Acepta el café que se le ofrece con modales muy distinguidos y seguidamente se sienta en el sofá, se pone a ojear unas revistas y de pronto se pone a hablar en voz alta, mirando a cualquier parte; comienza una retahíla de amenazas e improperios que no tienen un destinatario visible, gracias a Dios; sus enemigos imaginarios son los que le alejan de ese talismán : “la monegasca”, que he descrito más arriba. Gracias a Dios no somos los presentes sus enemigos, si no quién resistiría una acometida semejante con tanto brío como pone en sus amenazas.

Esta actitud se repite cada día, llega puntualmente a la oficina, agradece el café que le ofrecemos y realiza algún comentario agradecido o formula un deseo de buenos días. Al poco rato él se retira a sus diálogos con las revistas del corazón y sus personajes que le tienen secuestrado y le hacen imposible una vida tranquila.

Poco a poco vamos deduciendo alguna pista que nos permita a nosotros llegar a descubrir quien es el verdadero F. , lo de la “monegasca” nos lleva a indagar sobre el tipo de vida que ha llevado anteriormente, sabemos que él viene de Francia, de la costa, como él dice, de San Tropez en concreto, como si no dijera nada; ha recorrido también el norte de Italia (todo esto en bicicleta), estos datos nos permiten suponer que ha podido llevar una vida de cierto lujo. La sagacidad de la trabajadora social interpreta lo de “la monegasca” como que hubiera estado en Mónaco, y se refiera a una cartilla de la seguridad social o algo así. Por sus entrevistas con la trabajadora social sabemos que trabajó para una empresa de coches de lujo, y de hecho F. ha trabajado y cotizado algunos años, pero su pista se pierde y sin documentación no sabemos siquiera si su nombre y apellidos son verdaderos. El paso siguiente fue comprobar en la policía si su identidad es la que él dice , y, efectivamente, existe un tal F. con sus mismos apellidos; ya tenemos el carnet de identidad y así dispondremos de una base segura para gestionar el resto de papeles necesarios para conseguirle una ayuda .

Recuerdo la mañana que lo acompañé al INEM, no paró de hablarme y de contarme unas historias tremendas con toda naturalidad; me contó básicamente cómo pudo escapar por los pelos de un atentado que voló su casa que tenía en la costa, con lo cual tuvo que volver a Francia y permanecer escondido un tiempo suficiente; también me contó cómo su familia, concretamente su hermana, le impide acceder a la casa de su madre en S. de la que él es heredero también, y donde él tiene toda su documentación y la famosa “monegasca”.
No hace mucho volvió a aparecer F. por aquí, con su chamarreta militar en pleno verano, y no hay quien se la quite, estaba molesto incluso con la hermana porque se la quería lavar. No hubo manera, pero al menos está más calmado, con su tratamiento médico y, bueno, quizá algún día aparezca la “monegaca”, el remedio de todos sus males, y de sus fantasías, y así encuentre el descanso que necesita y disfrute de la vida que le corresponde.

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