jueves, 13 de octubre de 2011

Un recuerdo a Fermín Salvoechea, el santo laico




Hoy nos ha llegado un gigante a la oficina, tiene un aspecto bonachón y parece inofensivo, tiene una voz cálida y ofrece enseguida confianza, diría que es tan generoso como la naturaleza lo ha sido con él, por eso todo en él es grande, su cuerpo, su voz, su simpatía, sus inquietudes. El se mueve con cierta dificultad por algunos problemas de salud, con problemas en las piernas y en la vista, incluso a veces lleva un lazarillo, un buen compañero del albergue, pero si no lo dijera él no se notaría, tiene un humor excelente, no se queja, bromea siempre, no en vano es gaditano. Como lo cortés no quita lo valiente, P. también es bastante sensato y se preocupa por tener un futuro aceptable.

Fue una sorpresa muy desagradable para él comprobar al recibir la vida laboral que le faltaba más de un año para poder solicitar una pensión, pero por suerte había una oferta en cáritas para realizar un curso con prácticas remuneradas en una empresa, la trabajadora social lo inscribió sin dudarlo. Hoy me ha dicho que le han ofrecido prolongar el contrato una semana más. Poco a poco, debe pensar P. Por otro lado lo han citado en el hospital para preparar la operación de cataratas. Poco a poco se llega lejos, y P. tiene madera, sabe aguantar, pero también sabe disfrutar cada momento, porque es persona agradecida.

Todavía más cosas buenas, él es profesor de Bellas Artes, las prácticas que está haciendo las realiza en un centro de mayores y se dedica a enseñar manualidades a los ancianos. Como no podía ser de otra manera los ancianos están encantados con P. Ojalá que tan buena sintonía consiga un milagrito y se renueve el contrato indefinidamente. Aquí es donde deberíamos pedirle al santo laico de Cádiz que mirara por su paisano P.

P. además ha sido un buscador de aventuras, un comunero libertario, y un enamorado no correspondido. Yo prefiero ver en él a uno de aquellos primeros anarquistas o socialistas utópicos, maestros generalmente, que creían en la educación libre como el motor del progreso hacia una sociedad justa, igualitaria y feliz, aún no había llegado el socialismo científico con su lucha de clases; ahí quiero yo encuadrar a P. , en el comienzo entusiasta y espontáneo, por su carácter pacífico , aunque a él no le guste. (Quizá es que yo disfruté en mis tiempos de profesor de historia cuando enseñaba precisamente el anarquismo, diferenciando bien el primer anarquismo, pacífico, con una fe absoluta en la educación, del anarquismo violento con su “acción directa”, tratando de inculcar indirectamente en los alumnos el amor por la libertad, la sencillez y un deseo de saber práctico y benéfico para la sociedad. (Perdón, yo aquí no pinto nada, y además estoy dando una imagen de P. que no sé si aprobaría).

Quizá no apruebe esta imagen de buen socialista que he expuesto, pero creo que tengo una prueba de que no es así, P. es bastante tolerante y aguanta como he dicho el chiste, la ironía y, cómo no, las buenas intenciones. Tanto es así que el primer día que llegó estaba yo un poco hablador y tanto él como los demás más bien callados o expectantes, a ver si este voluntario
resultaba un plasta o un vulgar charlatán; yo me atreví a ver en uno de ellos un perfecto modelo para un fraile nada menos que de Zurbarán, y a P. le asigné el modelo para un San Pedro u otro apóstol para un buen pintor . Yo entonces no sabía que P. era licenciado en Bellas Artes, y él no protestó, al menos no me puso mala cara, sonrió, como pueden ver es muy discreto también y no ofendería jamás a nadie.

No hay comentarios:

Publicar un comentario