martes, 18 de octubre de 2011

J. y P.



No es ninguna pareja extraña a la moda, son una par de amigos inseparables que se apoyan uno en el otro y se llevan francamente bien. Uno es malagueño y el otro rumano.

J., es todo un personaje, hombre de mundo, ha trabajando en hostelería y sobre todo en varios casinos, repartidos por la geografía española, es un crupier muy solicitado, ha ganado y gastado cantidades sustanciosas de dinero. Pero, ha malgastado una fortuna en drogas y alcohol. Aún así él conserva buen aspecto, es joven y si quisiera, dice, podría volver a trabajar en cuanto se lo propusiera.

Pero tiene un problema familiar que le obsesiona un poco a mi entender, la relación con su madre es un tanto contradictoria, en cualquier caso él no quiere ir a M. para no volver a caer en ningún vicio. Ahora está intentando entrar en un centro para rehabilitarse totalmente y empezar una vida ordenada.

Ha pasado varios meses con nosotros y realmente es un tipo encantador, simpático, servicial, está informado como el que más de todo tipo de cursillos, de ofertas, muchas veces nos informa a nosotros, y acompaña a cualquiera a cualquier oficina, pero sobre todo a P., P. sin J. no es nadie.

Le encanta hablar con nosotros, tiene interés en todos los temas y le gusta debatir. Ya digo que es todo un personaje, tiene una libreta que es una maravilla de orden, con una información completa de todo lo que pueda interesarle a él o cualquiera de los colegas del albergue, no es nada egoísta ni presumido, todo lo contrario, es siempre afable y nunca lo he visto de mal humor. Se le ve siempre muy seguro de sí mismo, salvo cuando sale el tema familiar.

Ahora P., el niño P. Efectivamente salió no hace mucho de un centro de menores y ha llegado hasta aquí, donde parece que se encuentra a gusto, y se ha puesto a buscar trabajo con la ayuda inestimable de J. Él se lo pasa muy bien. Pero, el tiempo pasa y no encuentra trabajo, y también se le va J. Al quedar solo lo pasa peor, pero insiste en quedarse en España. Por fin la trabajadora social le consigue un trabajo de camarero en Cádiz y parece que todo se le arregla, incluso el alojamiento en el mismo Cádiz.

Pero P., no tiene mucha disciplina, ni sabe muy bien lo que quiere, es un poco infantil, quizá tampoco entiende muy bien el español ni se adapta a la forma de vida autónoma y responsable. No supo mantener el trabajo y después de muchas dudas decide volver a Rumanía.

La historia de J. No ha terminado. Se fue de aquí a un centro de rehabilitación, cerca de su familia pero lo suficientemente lejos para mantener su independencia. El caso es que pasado un tiempo supimos que había abandonado el centro y tiempo después hemos sabido que lo han detenido y nos pide ayuda, quiere que demos un informe favorable de su estancia entre nosotros a su abogado. Ojalá consigas salir pronto y ahora sí, te comprometas de verdad a vivir sin caer en nuevos engaños o fantasías.

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