Hoy vivimos un momento histórico complejo, inseguro e incierto, no sabemos si desembocará en un mar tranquilo donde se mezclen equilibrada y armónicamente todas las razas y culturas, de modo que podamos disfrutar de un futuro en paz y bienestar, o por el contrario la mezcla contenga alguna sustancia no bien detectada que la haga explotar.
Ojalá se produzca el primer desenlace, será señal de que los casos como el que quiero exponer hoy han servido felizmente de aprendizaje y ha modelado a las personas de tal modo que podamos decir con San Pablo que vivimos en una nueva sociedad donde ya no habrá diferencias entre los hombres, ni por su procedencia, ni por su cultura, ni por su religión.
Hace algún tiempo se me presentó un caso de aborto, para mí era una cosa nueva y confieso que temía que algún día me tocara atender a alguna mujer ante el dilema de abortar o dar a luz. Doy gracias a que tenía noticia de la existencia de Red Madre, asociación creada para dar apoyo material, psicológico y moral a las mujeres que se vean en la terrible situación de tener que decidir si sacrificar o dar a luz a su hijo, bien por la presión familiar, o la de un marido irresponsable que la amenaza con el abandono, o por la presión social y económica. Las responsables de Red Madre me respondieron en cuanto vieron mi llamada de socorro y al día siguiente a primera hora quede con ellas para presentarles a la señora, es una mujer marroquí, con dos hijos, uno suyo y otro de ella con su marido actual, estaba muy deprimida y muy decidida a abortar, su argumento principal era que no podía criar un hijo más que los dos ya le costaba lo suyo.
Yo pasé aliviado a las voluntarias de Red Madre la solución del caso, no por desentenderme, sino porque entre mujeres es más fácil comprenderse y detectar cualquier cosa favorable o desfavorable, y por supuesto quedaba en pie la oferta de ayuda material de cáritas: leche, pañales, etc. para el bebé y la ayuda mensual de víveres a la familia. La conversación avanzaba con dificultad, en parte porque para la señora suponía volver a explicarse, porque ella es marroquí y no habla del todo bien español, pero en un momento determinado una de las voluntarias se da cuenta de que conoce al marido y se ofrece a mediar, entonces la mujer reacciona y promete que si el marido se hace cargo del hijo ella no abortaría.
Luego vino el trámite de la negociación con el marido, pero aquí aparecen datos nuevos que complican la solución del caso. Ella decía que su marido no la quería y que maltrataba a sus hijos, que venía borracho o drogado a casa. Él negó rotundamente lo que la mujer decía, es más estaba muy dolido porque siendo una persona conocida y bien vista en el barrio , había tenido que ir a la cárcel por la denuncia de su mujer. Él no estaba dispuesto a ceder. Entre tanto tuvieron que cerrar un negocio que tenían por falta de pagos y tampoco podían hacer frente al pago de la hipoteca. Por otra parte, ella también acusaba a la familia de él de entrometerse en su vida, dando a entender que no la querían como mujer de su marido, por eso proponía que vivieran ellos solos, que eso solucionaría muchos problemas.
¡Cuántos líos! Después de hablar con el marido las voluntarias de Red Madre intentan ponerse en contacto con la señora pero parece que las rehuye. Volvió a cáritas a solicitar la ayuda familiar, yo le pregunté por el embarazo y me responde que sí, que va a abortar; le pregunté por su relación con Red Madre y me da una respuesta evasiva, se quejó de que sólo le hablaban de Dios, y no le ayudaban como ella quería. Yo me atrevo a asegurar que en Red Madre no le niegan la ayuda a ninguna mujer por su religión, luego supe que sí que la trataron de convencer, siempre de buenas maneras, de que Dios y Alá no aprobarían el aborto.
No volvió a dar señales de vida hasta pasados algunos meses, yo esperaba que me comentara algo, porque no se le notaba el embarazo, pero no me habló del aborto y yo, naturalmente, no le pregunté por discreción. Ahora ha vuelto para pedirnos ayuda, porque ya está en proceso de divorcio, tiene muchas facturas sin pagar, y seguramente la echen de la casa, ya que era la de su marido y la tiene embargada por deudas.
Esta es una situación muy común, la mujer cobra la ayuda por malos tratos, sobrevive, y el marido pasa pronto a ser un “usuario” del Programa de Personas sin Hogar.
Este caso no ha terminado, y seguramente no termine muy bien, porque está tejido de verdades y mentiras, pero aquí hay un agravante, una mentira atroz: el chantaje mediante el aborto al marido y a terceras personas. Ella ha seguido el proceso de divorcio y la orden de alejamiento de su marido. Ojalá ambos recobren la paz y los hijos no sufran las consecuencias.
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