Por Roque
“Nadie
puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento”
Eleanor
Roosevelt
Mi
amigo Octóvilo me regañaría, pues es enemigo de las mismas, o
mejor dicho, del abuso o del uso masivo de las mismas; pero,
precisamente de ellas quiero escribir hoy, de las citas, de los
dichos, de proverbios, de fábulas y/o refranes.
Que
estupidísima prepotencia, que pedantería, que soberana estupidez.
¿Sabéis?
Tuve el mal gusto de imprimir e incluso enmarcar, digo más,
colgar en la pared de la oficina de Cáritas, un correo de citas que
me enviaron, pues sí, penoso “ompare”.
Quiero
disculparme y no me justifico, pero el autor de la última cita fue
el que me provocó éste momento de enajenación. Como una fan
adolescente, las palabras de éste autor me pierden.
Bueno,
un vez confesado y fuera de la parálisis neuronal temporal, os digo
que soy de la opinión de que las palabras son importantísimas, pero
sólo las verdaderamente poderosas, las más importantes, sólo las
que son para cada uno de nosotros, limpias de toda generalidad o de
todo matiz, doblez u oscuridad.
Y termino, de veras que termino, la muy respetable señora Roosevelt, no sólo fue esposa de…, fue por sí misma una importante escritora y sobre todo una importante activista del feminismo y la izquierda estadounidense, pero su frase nos es más que una obviedad y muy segura e interesadamente cargada de su visión, de su verdad.
En
definitiva, no todo vale. Parafraseando al atormentado Hamlet, el más
famoso hijo de Shakespeare: “nada es verdad, todo es mentira; todo
depende del cristal por el que se mira”. Por
mi parte, las palabras más limpias que he conocido, no las he
escuchado, después de años de atronadores y sesudos discursos,
no las he leído después de años de farragosas y
densas lecturas, las he encontrado en mi interior,
cuando he
regresado a la casa de mi padre, he vuelto a la fe en Jesús, el
Señor.
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