domingo, 1 de abril de 2012

Dos historias muy diferentes


                                                         El hombre oportuno

Hay personas que siempre llegan a tiempo para echar una mano, sin que nadie las haya llamado, y sin que nadie les pida nada. Ese es nuestro amigo F., que desaparece cuando a él le conviene, el tiempo que necesita y vuelve. Vuelve generalmente renovado, de buen humor y con la sonrisa en la cara, saluda como si no hubiera pasado nada, y se sirve un café. Muchas veces llega cuando yo me encuentro hecho un lío y él en seguida se da cuenta y me ayuda a resolver el problema, una puerta que no cierra, un cable que no aparecía y de repente aparece, hay que buscar azúcar, etc.

F., además me has dado varios ejemplos, claros e impagables, con los cuales he afrontado yo con mayor tranquilidad ciertas dificultades.

Recuerda

Pongo este título porque me recuerda la película de Alfred Hitshcot, por si alguien la ha visto, aunque con otro tema y sin tantos peligros, o sea, “Recuerda” pero algo bueno en este caso, digamos que la versión amable de la primera.

Nuestro amigo R. no habla a penas y sólo si se le pregunta algo, en cambio sonríe permanentemente, y es su modo de seguir la conversación, porque eso sí, atento está a todo y a todos. Estoy seguro de que sabe mejor que nadie todo lo que pasa a nuestro alrededor, que nos conoce a todos perfectamente, pero él calla y a nadie le niega su palabra, nos iguala a todos con su silencio y su trato afable e indiscriminado.
De pronto debe acordarse de alguien y comienza a escribir y a firmar cartas que irán sabe Dios donde. Él conserva un recuerdo más feliz y debe haber sucedido en un lugar lejano, por eso nos mira como a seres desconocidos, oye nuestras conversaciones y le suenan a cosas conocidas, pero no se decide a participar, como si no se fiara de que era real lo que ve y oye, o temiera perder sus recuerdos.

A pesar de todo, me atrevo a asegurar que sus menajes, que firma con tanta convicción, tienen un destino y tendrán una respuesta algún día, y será buena para R, un premio a su constancia y paciencia.


1 comentario:

  1. Me uno a tu deseo de esperanza para F., por cierto que gordito se le ve, je, je. Quién habló ¿no?
    Un abrazo a ambos.
    Roque.

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