viernes, 27 de abril de 2012

Los abuelos



Ya se ha convertido en una solución universal, barata hasta el punto de que en Alemania ofrecen a los abuelos que trabajan dos años de permiso pagados para cuidar de sus nietos, supongo yo que preferirán que trabajen los padres que son más jóvenes y producen más, pero mira por donde, pienso yo, en muchos casos los nietos saldrán beneficiados por la calidad del cuidado de los abuelos, tanto en experiencia y en afecto como en el tiempo a ellos dedicado.

En cualquier caso, la realidad supera siempre las situaciones imaginables, como en el caso que escuchaba, atónito, el otro día. Este es un abuelo que cuida de cuatro nietos de distintas edades , alguno mayor de edad. Precisamente nos hemos enterado de este caso porque este nieto mayor de edad no se comporta con normalidad y entonces el abuelo ha tenido que echarlo de casa, no porque quiera sino porque no puede con él, porque tiene alguna dificultad en las piernas, y la abuela no le es de gran ayuda, o mejor dicho pasa de los problemas dándole al cigarro y sentándose a que pase el tiempo.

¿Cuál es la situación en concreto? El abuelo del chico es abuelo porque se casó con su abuela, y lo acogió hace no mucho tiempo. El chico fue rechazado desde niño por su madre y lo echó a vivir con una tía, pero los problemas que tuviera con la tía lo devolvieron a la madre; la madre, al dejar de cobrar la ayuda que recibía por el hijo, lo echa de nuevo a la calle, pero antes de llegar a eso los abuelos lo recogerán. Pero este chico no tiene control de su vida y ya es mayor de edad, quizá tenga algún problema psíquico, pero los abuelos no tienen capacidad para resolver el problema.

También es verdad que hay mucha gente buena, como lo son estos abuelos, y unas amistades que se han preocupado del chico y le están ayudando. Pero, la otra realidad, la mala, es tan mala que uno no puede llegar a acostumbrarse ni mucho menos a admitirla, ¿cómo es posible que existan tales padres que antepongan “sus derechos” a los de sus propios hijos? personas conocidas de todos, que siguen viviendo la vida a su manera. No puedo admitir que exista una sociedad donde hay padres que abandonan así a sus hijos y no les pasa nada. Son situaciones tremendas, una, la del padre que abandona a la madre embarazada, y se va por ahí; otra, la de la madre que por disfrutar su vida se deshace literalmente de sus hijos (no es el primer testimonio que escucho tal cual).

No puede ser que ahora todos nos hagamos los despistados, no puede ser que culpemos de todos los males a los gobiernos, a la mala suerte, a los otros, y por qué no a la Iglesia, que es la única que sigue llamando a las cosas por su nombre, y sirve a la verdad, porque es el único camino para encauzarnos por el camino de la salvación. El evangelio, que es palabra revelada, y como tal nos dice el Papa nos ilumina, y su luz alumbra siempre, nos dice de manera muy sencilla lo que le sucede al que sigue la senda ancha y cómoda y en cambio lo que recibe al final el que sigue la senda estrecha y no se achanta ante las dificultades.

Quizá por eso los abuelos se han convertido en auténticos maestros de vida, porque para haber llegado a esa edad han tenido que superar numerosas dificultades, y con ello han dulcificado el carácter, son capaces de dar todo porque, a su edad, necesitan muy poco, su capacidad de renuncia permite que los hijos, los nietos, y a veces alguno más, sobrevivan a la calamidad que vivimos, una calamidad fruto de una vida colectiva que se viene gestando desde hace algunas décadas, y hemos preferido no escuchar las voces que nos advertían de los peligros.

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