Ya se ha convertido en una solución
universal, barata hasta el punto de que en Alemania ofrecen a los
abuelos que trabajan dos años de permiso pagados para cuidar de sus
nietos, supongo yo que preferirán que trabajen los padres que son
más jóvenes y producen más, pero mira por donde, pienso yo, en
muchos casos los nietos saldrán beneficiados por la calidad del
cuidado de los abuelos, tanto en experiencia y en afecto como en el
tiempo a ellos dedicado.
En cualquier caso, la realidad supera
siempre las situaciones imaginables, como en el caso que escuchaba,
atónito, el otro día. Este es un abuelo que cuida de cuatro nietos
de distintas edades , alguno mayor de edad. Precisamente nos hemos
enterado de este caso porque este nieto mayor de edad no se comporta
con normalidad y entonces el abuelo ha tenido que echarlo de casa, no
porque quiera sino porque no puede con él, porque tiene alguna
dificultad en las piernas, y la abuela no le es de gran ayuda, o
mejor dicho pasa de los problemas dándole al cigarro y sentándose a
que pase el tiempo.
¿Cuál es la situación en concreto?
El abuelo del chico es abuelo porque se casó con su abuela, y lo
acogió hace no mucho tiempo. El chico fue rechazado desde niño por
su madre y lo echó a vivir con una tía, pero los problemas que
tuviera con la tía lo devolvieron a la madre; la madre, al dejar de
cobrar la ayuda que recibía por el hijo, lo echa de nuevo a la
calle, pero antes de llegar a eso los abuelos lo recogerán. Pero
este chico no tiene control de su vida y ya es mayor de edad, quizá
tenga algún problema psíquico, pero los abuelos no tienen capacidad
para resolver el problema.
También es verdad que hay mucha gente
buena, como lo son estos abuelos, y unas amistades que se han preocupado
del chico y le están ayudando. Pero, la otra realidad, la mala, es
tan mala que uno no puede llegar a acostumbrarse ni mucho menos a
admitirla, ¿cómo es posible que existan tales padres que antepongan
“sus derechos” a los de sus propios hijos? personas conocidas de
todos, que siguen viviendo la vida a su manera. No puedo admitir que
exista una sociedad donde hay padres que abandonan así a sus hijos y
no les pasa nada. Son situaciones tremendas, una, la del padre que
abandona a la madre embarazada, y se va por ahí; otra, la de la
madre que por disfrutar su vida se deshace literalmente de sus hijos
(no es el primer testimonio que escucho tal cual).
No puede ser que ahora todos nos
hagamos los despistados, no puede ser que culpemos de todos los males
a los gobiernos, a la mala suerte, a los otros, y por qué no a la
Iglesia, que es la única que sigue llamando a las cosas por su
nombre, y sirve a la verdad, porque es el único camino para
encauzarnos por el camino de la salvación. El evangelio, que es
palabra revelada, y como tal nos dice el Papa nos ilumina, y su luz
alumbra siempre, nos dice de manera muy sencilla lo que le sucede
al que sigue la senda ancha y cómoda y en cambio lo que recibe al
final el que sigue la senda estrecha y no se achanta ante las
dificultades.
Quizá por eso los abuelos se han
convertido en auténticos maestros de vida, porque para haber llegado
a esa edad han tenido que superar numerosas dificultades, y con ello
han dulcificado el carácter, son capaces de dar todo porque, a su
edad, necesitan muy poco, su capacidad de renuncia permite que los
hijos, los nietos, y a veces alguno más, sobrevivan a la calamidad
que vivimos, una calamidad fruto de una vida colectiva que se viene
gestando desde hace algunas décadas, y hemos preferido no escuchar
las voces que nos advertían de los peligros.
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