Por José Nunes Martins, Paulo Pereira da Silva,
Francisco Gomes
2ª estación:
Jesús carga la cruz sobre sus
hombros
“Pilatos dice a
Jesús: ‘¿entonces Tú eres Rey?’
Jesús respondió:
‘Tú dices que Yo soy rey’ (Jn. 18, 37)
Somos frágiles, la vida
es dura... Hay pesos que no podemos levantar. Toda la rebeldía sería tan
ilusoria como inútil. Pero no debemos caer en la simple resignación, es
necesario que asumamos esos pesos y los queramos levantar…
Tenemos que aceptar la
indiferencia y la incomprensión de otros.
Los males pesan,
siempre. Sean los míos, los del mundo o los de los que amo…hay que aceptarlos
primero, para hacerles frente después.
Tengo que negarme a mí
mismo si quiero amar a otro. Tengo que concentrar mi atención en la fuerza de
mis hombros, más que en el peso de la cruz... Tengo que tener voluntad de amar,
a pesar de aquel sufrimiento que existe en el camino.
…Pocos quedan al lado
del que va a perder. Pocos son los que escogen
el camino cierto o, al menos, admiran a quien lo escoge.
En silencio, asumo que
mi camino es este, que lo quiero y en él sigo adelante, paso a paso. Sin
grandes lamentos.
¿Asumo mi fragilidad? ¿Me
doy cuenta de la fuerza que tengo para cargar las cruces que llevo? ¿Estoy en mi camino?
***
La sentencia fue pronunciada. El Señor la escuchó
en silencio... El Señor recibe el madero. Lo toma decidido, ni a la fuerza ni
resignado. La cruz es la misión del Padre, nuestra salvación. Comienza el
camino que conduce al lugar llamado
Calvario.
Injurias, blasfemias… La
mirada de quien siguen el cortejo infernal con los ojos penetrantes del amor
puede adivinar, debajo del horror, el poder de Dios y su juventud eterna.
¿A caso en los dramas de la vida mi mirada consigue
revestirse de amor para adivinar, más allá del sufrimiento y de la injusticia,
el infinito amor de Dios?
El Señor tomó con todas
sus fuerzas su cruz, la puso sobre los hombros como la carga de nuestros
pecados que sólo Él podía llevar.
Ayúdame, Señor, a ser
fuerte y lleno de coraje cuando fuere necesario. Que no endurezca mi corazón y
no me lamente ante lo inevitable.
Si buscas un Cristo sin
cruz, encontrarás una cruz sin Cristo.
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