martes, 10 de marzo de 2015

De "Via-sacra para crentes e não crentes"

Por José Nunes Martins, Paulo Pereira da Silva, Francisco Gomes

2ª estación:
                                                Jesús carga la cruz sobre sus hombros



“Pilatos dice a Jesús: ‘¿entonces Tú eres Rey?’
Jesús respondió:
‘Tú  dices que Yo soy rey’ (Jn. 18, 37)


Somos frágiles, la vida es dura... Hay pesos que no podemos levantar. Toda la rebeldía sería tan ilusoria como inútil. Pero no debemos caer en la simple resignación, es necesario que asumamos esos pesos y los queramos levantar…

Tenemos que aceptar la indiferencia y la incomprensión de otros.

Los males pesan, siempre. Sean los míos, los del mundo o los de los que amo…hay que aceptarlos primero, para hacerles frente después.

Tengo que negarme a mí mismo si quiero amar a otro. Tengo que concentrar mi atención en la fuerza de mis hombros, más que en el peso de la cruz... Tengo que tener voluntad de amar, a pesar de aquel sufrimiento que existe en el camino.

…Pocos quedan al lado del que va a perder. Pocos son los que escogen  el camino cierto o, al menos, admiran a quien lo escoge.

En silencio, asumo que mi camino es este, que lo quiero y en él sigo adelante, paso a paso. Sin grandes lamentos.

¿Asumo mi fragilidad? ¿Me doy cuenta de la fuerza que tengo para cargar las cruces que llevo?  ¿Estoy en mi camino?
***
La sentencia fue pronunciada. El Señor la escuchó en silencio... El Señor recibe el madero. Lo toma decidido, ni a la fuerza ni resignado. La cruz es la misión del Padre, nuestra salvación. Comienza el camino que conduce  al lugar llamado Calvario.

Injurias, blasfemias… La mirada de quien siguen el cortejo infernal con los ojos penetrantes del amor puede adivinar, debajo del horror, el poder de Dios y su juventud eterna.

¿A caso  en los dramas de la vida mi mirada consigue revestirse de amor para adivinar, más allá del sufrimiento y de la injusticia, el infinito amor de Dios?

El Señor tomó con todas sus fuerzas su cruz, la puso sobre los hombros como la carga de nuestros pecados que sólo Él podía llevar.

Ayúdame, Señor, a ser fuerte y lleno de coraje cuando fuere necesario. Que no endurezca mi corazón y no me lamente ante lo inevitable.

Si buscas un Cristo sin cruz, encontrarás una cruz sin Cristo.


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