http://observador.pt/opiniao/eu-pecador-me-confesso-directamente-a-deus/
La confesión, que decidió la conversión de
Chesterton, es la jubilosa expresión del amor de dios porque, dice este autor, ¡la
alegría, que era pequeña publicidad del pagano, es el gigantesco secreto del cristiano”.
Juan, joven
universitario, vino a estar conmigo para decirme que no quería confesarse con
un padre, porque considera que no es necesario hacerlo para obtener el perdón
divino. Prefiere reconciliarse directamente con Dios. Al final ¿¡no está Él en
todas partes!?¿¡Y no sabe ya todos nuestros pecados!?
Razón no le faltaba y,
por eso, estuve de acuerdo con Él:
- ¡Tienes toda la razón!
¡Yo también creo lo mismo y, por eso, no me confieso con un padre!¡Era lo que
faltaba! Además, ¿¡Qué sentido tendría que yo le dijera mis pecados a una
persona que ni siquiera ofendí!? ¡Más aún –y sé de lo que hablo, porque yo
mismo soy padre y soy pecador! –los padres no siempre son los mejores
cristianos. Yo me confieso siempre directamente con Dios. ¡Nunca me confesaría con
un padre!
Juan se quedó perplejo
con la respuesta pero, ante la duda, me preguntó:
Pues con Dios, directamente,
como tú dices y dices muy bien. ¡Y por tus mismas razones! Ninguna otra cosa
tiene sentido, creo yo.
- Pero – sugirió, algo
temeroso, el joven universitario -¡no es eso lo que la Iglesia enseña o, por lo
menos, la gran mayoría de los padres dicen!
-En eso estás tú muy
engañado. Todos decimos lo mismo y todos reproducimos fielmente la doctrina de
la Iglesia que, sobre este particular, no deja lugar a dudas. Es que Tú todavía
no has percibido que lo que deseas es lo que la iglesia te ofrece, o sea, ¡la
confesión directamente con Dios!
- ¿¡Cómo es eso, si la
confesión individual, para que sea válida, requiere siempre el recurso de un
confesor!?
- Me dice primero: ¿como
hablas tú con tu enamorada, Mónica, que está haciendo el Erasmus, en Bélgica?
- Por el skype, o, si
fuera muy urgente, por el móvil.
- ¿Pero hablas
directamente con ella?
- Sí, claro, es con
ella con quien hablo, aunque a través de un instrumento.
- ¿No hablas con el
skype, ni con el móvil, no es verdad? ¿No comienzas tus conversaciones con ella
saludando al skype, o al móvil, no?
- ¡Claro que no!¡Sería
absurdo! No hablo con el skype, ni con el móvil, sólo me sirvo de ellos para
hablar directamente con Mónica!
- Pues, Juan, ¡es eso
mismo! Es lo que sucede cada vez que me confieso: hablo directamente con Dios,
es a Él y sólo a Él a quien cuento mis pecados, porque también sólo Él me puede
perdonar. Lo hago también a través de un instrumento, en este caso humano, que
es el confesor. Pero no es con Él con quien me confieso, aunque sea a través de él
como mi contrición llega a Dios y el perdón de Dios me llega a mi, por la
absolución sacramental.
- ¿¡Pero, no sería
mucho mejor si el perdón divino nos llegase sin necesidad de recurrir a un ser
humano!?
-Pero, si fuese como
dices, ¿¡cómo alguien, aunque verdaderamente arrepentido, podría tener la
certeza del perdón de Dios!?¿¡No sería angustioso quedarse sin saber si había
sido, o no, perdonado!?¿No es reconfortante saber que el confesor, precisamente
porque es también un pecador, nos comprende, por graves que sean nuestras
faltas?
-Tiene razón, así es más
fácil porque quien nos oye en confesión, sabe, por experiencia propia, de lo
que nos acusamos…
La charla no quedó ahí,
porque Juan ya se confiesa directamente con Dios. Me dice, de la última vez,
que es como hablar con Mónica, pero con la ventaja de que, en la iglesia, hay
siempre red y es gratis! Porque es, es gracia de Dios… que tiene una gracia
inmensa! La confesión, que decidió la conversión de Chesterton, es la jubilosa
expresión del amor de Dios porque, según este autor, “la alegría, que era
pequeña publicidad del pagano, es el
gigantesco secreto del cristianismo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario