viernes, 9 de mayo de 2014

El amor es el contraegoísmo


José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79 Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. PAULUS. Pág. 234


                                                                Ilustracion Carlos Ribero


Cada vez más personas están preocupadas consigo mismas. Cuidan de sí de una forma tan delicada que se podría suponer que están construyendo algo verdaderamente bello y fuerte; pero no… los resultados son normalmente flacos y frágiles. Gente manipulable que se deja abatir por una simple brisa… cultivan el yo como un dios, pero son fácilmente derrumbados por la mínima contrariedad.

¿Teniendo la originalidad por moda, no será paradójico que la sociedad esté volviéndose cada vez más uniforme? Como la multitud tiende siempre a nivelarse por lo bajo, estamos volviéndonos cada vez peores.

Hoy parece no haber tiempo ni espacio para un cuidado más a fondo de nuestra propia esencia – son pocos los que hoy tienen amigos verdaderos con quienes aprende, a quien darse y de quien reciben valores esenciales.

Por miedo a la soledad se quiere conocer gente, cada vez más gente. Tal vez el hecho de buscarse amistades en cantidad  más que por la calidad de las mismas explique por qué , al final, hay cada vez más soledad… siempre que prefiero partir en busca de lo nuevo, escojo abandonar a aquellos con quienes estaba.

El suceso de las redes virtuales es hoy un síntoma, un resultado del malestar hondo de quien se siente solo, de quien busca el encuentro con el otro, pero no quiere ir hasta su presencia; de quien busca palabras de apoyo, pero no está dispuesto a abrirles  su corazón y a escucharlas íntimamente… se pierden horas, días y años así. Parece un ejercicio de eremitas  narcisos. Si necesitan tanto del otro, porque se quedan tras el teclado? ¿Más allá del brazo y del abrazo de amor del otro?

La vanidad no eleva al sujeto, lo ahoga. Sucumbe porque le falta la ligazón vital con el otro, esa humildad que engrandece, esa pobreza que nos hace ricos  a través de la sonrisa del otro.”

El amor es una especie de compromiso con la felicidad del otro. La voluntad y el empeño real por el bien del prójimo. Un contraegoísmo. Se olvida de la autoestima, el amor propio o la autoayuda… amar es olvidarse de sí. Quedarse atrás. Pero delante, irá la lúcida consciencia de que es sólo cuando me doy genuina y gratuitamente como me encuentro. Que necesito salir de mí para, a través del otro ver como soy. Allí, paradójicamente, lejos del espejo. Donde las palabras importantes se escuchan con los oídos y las sonrisas verdaderas se dan mirándose a los ojos.

La sociedad está progresivamente más pobre, con gente que, en vez de tener una interioridad autónoma capaz de soñar y de luchar por un camino suyo, tiene por alma una mera caja de resonancia de los contextos, previsible, estable… triste. Horroroso.

Sólo una revolución de las voluntades profundas, una toma del poder individual de las dimensiones más libres y creativas del hombre, podrá invertir esa tendencia de degradación esencial del alma humana.

Nadie se encuentra en la soledad. Nadie puede siquiera soñar de forma verdadera si no tiene con quien compartir sus deseos íntimos. Nadie llegará siquiera cerca de la felicidad si no vive brazado a alguien. Nadie se completa a sí mismo. Nadie se basta.

El egoísta y el vanidoso no perciben que nuestra felicidad no pasa por cuidarnos de nosotros mismos, sino de los otros. Que sólo olvidándonos de nosotros y entregando lo mejor de nosotros mismos conseguiremos permanecer siempre en aquellos a quien así amamos.

Ser es amar, y amar es darse.

Es urgente cuidar la dimensión más honda de nuestra existencia, haciendo prevalecer el amor sobre todas las vanidades, con la felicidad por fin y la verdad por regla… después, en el mundo, entregándonos bondadosamente al otro, iluminando las tinieblas, pues el Amor es la luz del mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario