José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79
Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. PAULUS. Pág. 234
Ilustracion Carlos
Ribero
Cada vez más personas
están preocupadas consigo mismas. Cuidan de sí de una forma tan delicada que se
podría suponer que están construyendo algo verdaderamente bello y fuerte; pero
no… los resultados son normalmente flacos y frágiles. Gente manipulable que se
deja abatir por una simple brisa… cultivan el yo como un dios, pero son fácilmente
derrumbados por la mínima contrariedad.
¿Teniendo la
originalidad por moda, no será paradójico que la sociedad esté volviéndose cada
vez más uniforme? Como la multitud tiende siempre a nivelarse por lo bajo, estamos
volviéndonos cada vez peores.
Hoy parece no haber
tiempo ni espacio para un cuidado más a fondo de nuestra propia esencia – son pocos
los que hoy tienen amigos verdaderos con quienes aprende, a quien darse y de
quien reciben valores esenciales.
Por miedo a la soledad
se quiere conocer gente, cada vez más gente. Tal vez el hecho de buscarse
amistades en cantidad más que por la
calidad de las mismas explique por qué , al final, hay cada vez más soledad…
siempre que prefiero partir en busca de lo nuevo, escojo abandonar a aquellos
con quienes estaba.
El suceso de las redes
virtuales es hoy un síntoma, un resultado del malestar hondo de quien se siente
solo, de quien busca el encuentro con el otro, pero no quiere ir hasta su
presencia; de quien busca palabras de apoyo, pero no está dispuesto a
abrirles su corazón y a escucharlas íntimamente…
se pierden horas, días y años así. Parece un ejercicio de eremitas narcisos. Si necesitan tanto del otro, porque
se quedan tras el teclado? ¿Más allá del brazo y del abrazo de amor del otro?
La vanidad no eleva al
sujeto, lo ahoga. Sucumbe porque le falta la ligazón vital con el otro, esa
humildad que engrandece, esa pobreza que nos hace ricos a través de la sonrisa del otro.”
El amor es una especie
de compromiso con la felicidad del otro. La voluntad y el empeño real por el bien
del prójimo. Un contraegoísmo. Se olvida de la autoestima, el amor propio o la
autoayuda… amar es olvidarse de sí. Quedarse atrás. Pero delante, irá la lúcida
consciencia de que es sólo cuando me doy genuina y gratuitamente como me
encuentro. Que necesito salir de mí para, a través del otro ver como soy. Allí,
paradójicamente, lejos del espejo. Donde las palabras importantes se escuchan
con los oídos y las sonrisas verdaderas se dan mirándose a los ojos.
La sociedad está
progresivamente más pobre, con gente que, en vez de tener una interioridad autónoma
capaz de soñar y de luchar por un camino suyo, tiene por alma una mera caja de
resonancia de los contextos, previsible, estable… triste. Horroroso.
Sólo una revolución de
las voluntades profundas, una toma del poder individual de las dimensiones más
libres y creativas del hombre, podrá invertir esa tendencia de degradación
esencial del alma humana.
Nadie se encuentra en
la soledad. Nadie puede siquiera soñar de forma verdadera si no tiene con quien
compartir sus deseos íntimos. Nadie llegará siquiera cerca de la felicidad si
no vive brazado a alguien. Nadie se completa a sí mismo. Nadie se basta.
El egoísta y el
vanidoso no perciben que nuestra felicidad no pasa por cuidarnos de nosotros
mismos, sino de los otros. Que sólo olvidándonos de nosotros y entregando lo
mejor de nosotros mismos conseguiremos permanecer siempre en aquellos a quien
así amamos.
Ser es amar, y amar es
darse.
Es urgente cuidar la dimensión
más honda de nuestra existencia, haciendo prevalecer el amor sobre todas las
vanidades, con la felicidad por fin y la verdad por regla… después, en el
mundo, entregándonos bondadosamente al otro, iluminando las tinieblas, pues el
Amor es la luz del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario