Por Gonçalo Portocarrero de Almada
publicado em 10 Maio 2014 - 05:00
publicado em 10 Maio 2014 - 05:00
A pie, millares de fieles ponen rumbo en dirección a Fátima.
Tienen un encuentro señalado con “la Señora más brillante que el sol”, que los
espera donde, en 1917, se apareció a tres pastorcitos. Por esas carreteras van,
arrastran alegrías y tristezas, penas propias y dolores ajenos, acciones de
gracias y peticiones, en las cuentas del rosario que desgranan por los caminos de
nuestra tierra. Y, en el cayado, la esperanza que no desfallece, aún cuando el
cansancio entorpece el andar.
La fe es el camino. Desde tiempos
inmemoriales, los cristianos peregrinan en dirección a los Santos Lugares. En
este año, es la tierra Santa la que viene al encuentro de los romeros de Cova
de Iría, en la persona del Patriarca latino de Jerusalén, Su Beatitud Twal. No
es sólo María sino también su tierra y sus gentes las que van a estar presentes
en las celebraciones de la primera aparición mariana. Dos tierras de Santa María
van, así, a encontrarse en el altar del mundo: la Palestina, que es la patria
de la Madre de Dios, y esta nuestra patria, de la que ella es, hace ya varios
siglos, patrona y reina.
Fue en 1914, hace ahora un siglo,
cuando comenzó la primera Guerra Mundial, a la que la Señora del Rosario quiso
poner término por la oración y el sacrificio de sus hijos. En el centenario de
este conflicto, la presencia del patriarca de Jerusalén en Cova de Iría recuerda que el rosario que logró
la “conversión de Rusia”, es el medio más eficaz para alcanzar la paz en la
Tierra Santa.
“Si
vis pacem, para bellum”, esto es, si quieres la paz, prepárate para la guerra.
La paz en palestina, la patria de Jesús, requiere el uso diario de un arma
poderosa: el rosario de Nuestra Señora. Porque cada cuenta es una bala contra
la guerra y un paso para la paz.
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