lunes, 26 de mayo de 2014

Hoy, como entonces, ¿esperamos ansiosamente un “Mesías”?



Rezaba y pedía, quería pedir por todo y por todos a la vez, primer misterio: la Encarnación del Hijo de Dios… y de pronto se me ilumina la mente y me ofrece un pensamiento que me deja sorprendido, pero no asustado: “Dios envió para salvar al mundo, después de siglos esperando la llegada del Mesias,  a un niño indefenso, a su Hijo, nacido de una mujer, como uno más, del cual podemos esperar con toda seguridad la verdadera, definitiva, salvación…” Pero había que saber esperar, había que ir creciendo con el Niño para poder valorar y aceptar la  salvación que  Él nos ofrece.


Hoy, como entonces, esperamos ansiosamente un “Mesías”, queremos que todo se arregle, en todas partes, a todos. Pero la prisa que hoy padecemos a unos les hace desistir de esa esperanza tierna, que crece como un niño hasta hacerse adulta y conduce sin duda, pero no sin dificultades, a la vida sin fin; otros buscan atajos para conseguir la paz que Dios no nos concede inmediatamente, agarrándose a ideologías utópicas, o impulsando sectarismos radicales, que no dudan en justificar y utilizar la violencia para conseguirla; otros hay que encuentran en otras religiones, filosofías, o concepciones del mundo, soluciones personales más placenteras e inmediatas, en las cuales no depende de Dios la solución. Otros, sencillamente abandonan; y todavía los hay que se revuelven contra la iglesia, que es obra de Dios, como no les aporta la solución que quieren lo deprecian, a Dios, como un ser inútil, o incluso peligroso porque consiente el sufrimiento de los hombres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario