P. GONÇALO PORTOCARRERO
DE ALMADA
Aún era presidente de
la República un militar del antiguo régimen y circulaban por el país
innumerables anécdotas sobre su persona. Una señora, habiendo oído a los hijos
hacer bromas al respecto, les pidió contención,
teniendo en cuenta que el aludido … ¡había sido una persona importante!
No quiero hacer ninguna comparación, no sólo porque todas son odiosas, sino
porque también el Dr. Mario Soares, a quien la democracia y la libertad deben
tanto, merece algún respeto, a pesar de sus desafortunadas declaraciones en
Público el 30-11-2013.
Con la relajación que
le caracteriza, sobre todo en cuestiones religiosas, el histórico líder
socialista cometió algunas imprecisiones, tales como designar al Papa Francisco
como “Santo Papa”, en vez del curial “Santo Padre”. También incurrió en
contradicción al afirmar que Francisco
“representa en el mundo de hoy uno de los mayores papas de todos los tiempos”.
Pos supuesto, si es “en el mundo de hoy” no es “de todos los tiempos”; si, por
el contrario, es “de todos los tiempos”, no es sólo “en el mundo de hoy” …
Hace bien en destacar
que el Papa Francisco “ama al prójimo (…), sobre todo a los más pobres y
desfavorecidos”, pero después, contradictoriamente, sólo le reconoce odios.
Según Mario Soares, Francisco “detesta el capitalismo salvaje” y también
“detesta la austeridad, impuesta por la señora Merkel, que ganó las
elecciones”, seguramente por ignorancia del electorado alemán. Por lo visto, lo
que el Señor Soares querría era colocar a la sotana del Santo padre la insignia
de su tan querida indignación, cuyo derecho institucionalizó.
Parece también querer
reinventar la historia, al decir que la Iglesia portuguesa fue colonialista y
próxima a la dictadura, olvidando que fueron misioneros católicos los primeros
en denunciar, internacionalmente, algunos excesos coloniales y que el obispo de
Oporto, D. Antonio Ferreira Gómes, no fue el único católico perseguido por el
régimen anterior. Por otra parte, la primera República, que es tan grata al ex
presidente, era profundamente colonialista, habiendo arrastrado por eso a
Portugal a la Primera Guerra Mundial; tan anticlerical que desterró a todos los
obispos portugueses; y de tal forma antidemocrática que, de hecho, restringió
el derecho al voto.
Dudo que, como afirmó
Soares, la iglesia portuguesa se haya vuelto abierta y progresista “gracias a
la intervención del PS”. Esto cierto, no lo es menos, que fue gracias a la
Iglesia portuguesa y a la reacción de muchos católicos al PREC, sobre todo en
el norte del país, por lo que hoy existe en Portugal un régimen democrático,
sin el cual el PS ciertamente no existiría. Así como fue también la iglesia la
principal fuerza de paz en los países de habla portuguesa, sumergidos en
sangrientas guerras civiles después de la desastrosa descolonización, que el
Dr. Mario Soares tan bien conoce.
Más inaceptable, con
todo, la afirmación de que la iglesia portuguesa y, en particular, el Señor
Patriarca de Lisboa, no están unidos al Santo Padre, o no se hacen eco de sus
enseñanzas. El Dr. Soares, que se ufanó de que el Papa había confirmado, dos días
después, su apocalíptico discurso, olvidó que el Patriarca de Lisboa, que
siempre fue lo que es y que nunca se hizo pasar por ningún otro, siempre estuvo
y está en total sintonía con el
magisterio de este Pontífice y el de sus predecesores. Lo mismo ya no se puede
decir del referido socialista que, ciertamente, no suscribe la gran mayoría de
las enseñanzas de la Iglesia y, por tanto, del Papa Francisco, por más que en
ese artículo, por razones que sólo Dios sabe, lo haya incensado públicamente.
Quedaría bien, el Dr.
Mario Soares, desagraviando al Señor Patriarca y a los católicos portugueses. A
cuenta de su pasado, el Dr. Soares es ciertamente una figura histórica que,
aunque controvertida y polémica, muchos portugueses también cristianos,
consideran. Pero, si lo que el ex presidente pretende es politizar y dividir a
la Iglesia, oponiendo la de Lisboa a la universal, o separando al Señor Patriarca
de su rebaño, déjeme que, con todo respeto, también yo le diga: -¡Mire que no,
Señor Doctor, mire que no!
*Texto enviado para
o Público em Dezembro de 2013 e, até à data, não publicado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario