martes, 20 de mayo de 2014

El Papa y la Iglesia Portuguesa


P. GONÇALO PORTOCARRERO DE ALMADA
Voz da Verdade, 2014.05.18 *

  
Aún era presidente de la República un militar del antiguo régimen y circulaban por el país innumerables anécdotas sobre su persona. Una señora, habiendo oído a los hijos hacer bromas al respecto, les pidió contención,  teniendo en cuenta que el aludido … ¡había sido una persona importante! No quiero hacer ninguna comparación, no sólo porque todas son odiosas, sino porque también el Dr. Mario Soares, a quien la democracia y la libertad deben tanto, merece algún respeto, a pesar de sus desafortunadas declaraciones en Público el 30-11-2013.
  
Con la relajación que le caracteriza, sobre todo en cuestiones religiosas, el histórico líder socialista cometió algunas imprecisiones, tales como designar al Papa Francisco como “Santo Papa”, en vez del curial “Santo Padre”. También incurrió en contradicción  al afirmar que Francisco “representa en el mundo de hoy uno de los mayores papas de todos los tiempos”. Pos supuesto, si es “en el mundo de hoy” no es “de todos los tiempos”; si, por el contrario, es “de todos los tiempos”, no es sólo “en el mundo de hoy” …

Hace bien en destacar que el Papa Francisco “ama al prójimo (…), sobre todo a los más pobres y desfavorecidos”, pero después, contradictoriamente, sólo le reconoce odios. Según Mario Soares, Francisco “detesta el capitalismo salvaje” y también “detesta la austeridad, impuesta por la señora Merkel, que ganó las elecciones”, seguramente por ignorancia del electorado alemán. Por lo visto, lo que el Señor Soares querría era colocar a la sotana del Santo padre la insignia de su tan querida indignación, cuyo derecho institucionalizó.

Parece también querer reinventar la historia, al decir que la Iglesia portuguesa fue colonialista y próxima a la dictadura, olvidando que fueron misioneros católicos los primeros en denunciar, internacionalmente, algunos excesos coloniales y que el obispo de Oporto, D. Antonio Ferreira Gómes, no fue el único católico perseguido por el régimen anterior. Por otra parte, la primera República, que es tan grata al ex presidente, era profundamente colonialista, habiendo arrastrado por eso a Portugal a la Primera Guerra Mundial; tan anticlerical que desterró a todos los obispos portugueses; y de tal forma antidemocrática que, de hecho, restringió el derecho al voto.
  
Dudo que, como afirmó Soares, la iglesia portuguesa se haya vuelto abierta y progresista “gracias a la intervención del PS”. Esto cierto, no lo es menos, que fue gracias a la Iglesia portuguesa y a la reacción de muchos católicos al PREC, sobre todo en el norte del país, por lo que hoy existe en Portugal un régimen democrático, sin el cual el PS ciertamente no existiría. Así como fue también la iglesia la principal fuerza de paz en los países de habla portuguesa, sumergidos en sangrientas guerras civiles después de la desastrosa descolonización, que el Dr. Mario Soares tan bien conoce.

Más inaceptable, con todo, la afirmación de que la iglesia portuguesa y, en particular, el Señor Patriarca de Lisboa, no están unidos al Santo Padre, o no se hacen eco de sus enseñanzas. El Dr. Soares, que se ufanó de que el Papa había confirmado, dos días después, su apocalíptico discurso, olvidó que el Patriarca de Lisboa, que siempre fue lo que es y que nunca se hizo pasar por ningún otro, siempre estuvo y está en total sintonía  con el magisterio de este Pontífice y el de sus predecesores. Lo mismo ya no se puede decir del referido socialista que, ciertamente, no suscribe la gran mayoría de las enseñanzas de la Iglesia y, por tanto, del Papa Francisco, por más que en ese artículo, por razones que sólo Dios sabe, lo haya incensado públicamente.

Quedaría bien, el Dr. Mario Soares, desagraviando al Señor Patriarca y a los católicos portugueses. A cuenta de su pasado, el Dr. Soares es ciertamente una figura histórica que, aunque controvertida y polémica, muchos portugueses también cristianos, consideran. Pero, si lo que el ex presidente pretende es politizar y dividir a la Iglesia, oponiendo la de Lisboa a la universal, o separando al Señor Patriarca de su rebaño, déjeme que, con todo respeto, también yo le diga: -¡Mire que no, Señor Doctor, mire que no!

*Texto enviado para o Público em Dezembro de 2013 e, até à data, não publicado.


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