José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79
Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. Paulus
Ilustracion Carlos Ribero
Según lo que comúnmente
se cree, las personas, ante situaciones límite, o lidian con estrés de forma
negativa y quedan incapaces de actuar, o encaran la situación de forma positiva
y la dominan a través de actitudes y acciones que podrán, a posteriori, ser
consideradas heroicas.
Con todo, esta es una
idea errada, la mayoría de nosotros tiende a comportarse ante situaciones de
gran anormalidad y peligro de una forma extrañamente calma – como si todo en el
escenario de crisis fuese corriente. Casi nadie se deja inmovilizar por el
miedo ni es movido por instintos audaces. Tendemos, simplemente, a ignorar la
crisis y a pensar, sentir y actuar tal como si nada hubiese sucedido.
Hay, en las tragedias,
quien se paralice y quien sea temerario, pero se trata de cualidades que no son
desencadenadas por la situación, sino que son rasgos de personalidad que se
cumplen también en circunstancias extraordinarias.
Las personas, como los
ríos, cambian sus aguas de acuerdo con su profundidad. Pero la mayor parte de la
sociedad es radicalmente superficial.
El mayor riesgo de esta
no gestión de la crisis es ignorar los peligros y no afrontarlos. En muchas
situaciones, las personas, alimentadas por un optimismo ingenuo, incluso tienen
una sonrisa en los labios (pero no dejan de morir por causa de eso).
Este estado de apatía,
extrañamente normal, impide, de hecho, que se cometan errores graves, pero tampoco
hace nada para salvar lo que es importante. Parece preferir ignorar.
Ante una tragedia,
sentarse a esperar que pase es, en verdad, correr de forma clara, decisiva y
fatal en dirección al centro de la desgracia.
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