lunes, 28 de abril de 2014

Gestión de crisis


José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79 Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. Paulus


                                                 Ilustracion Carlos Ribero

Según lo que comúnmente se cree, las personas, ante situaciones límite, o lidian con estrés de forma negativa y quedan incapaces de actuar, o encaran la situación de forma positiva y la dominan a través de actitudes y acciones que podrán, a posteriori, ser consideradas heroicas.

Con todo, esta es una idea errada, la mayoría de nosotros tiende a comportarse ante situaciones de gran anormalidad y peligro de una forma extrañamente calma – como si todo en el escenario de crisis fuese corriente. Casi nadie se deja inmovilizar por el miedo ni es movido por instintos audaces. Tendemos, simplemente, a ignorar la crisis y a pensar, sentir y actuar tal como si nada hubiese sucedido.

Hay, en las tragedias, quien se paralice y quien sea temerario, pero se trata de cualidades que no son desencadenadas por la situación, sino que son rasgos de personalidad que se cumplen también en circunstancias extraordinarias.

Las personas, como los ríos, cambian sus aguas de acuerdo con su profundidad. Pero la mayor parte de la sociedad es radicalmente superficial.

El mayor riesgo de esta no gestión de la crisis es ignorar los peligros y no afrontarlos. En muchas situaciones, las personas, alimentadas por un optimismo ingenuo, incluso tienen una sonrisa en los labios (pero no dejan de morir por causa de eso).

Este estado de apatía, extrañamente normal, impide, de hecho, que se cometan errores graves, pero tampoco hace nada para salvar lo que es importante. Parece preferir ignorar.

Ante una tragedia, sentarse a esperar que pase es, en verdad, correr de forma clara, decisiva y fatal en dirección al centro de la desgracia.
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