sábado, 19 de abril de 2014

Traidores hay muchos




                                                           Ilustração de Carlos Ribeiro


Parece que hoy solamente se estima que las relaciones humanas son buenas si no hubiera que pagar un precio… todos quieren lo mejor sin tener que pasar por lo peor.

Amar es respetar, sí, pero sólo en la salud, no en la enfermedad… en la alegría, pero no en la tristeza… sólo se quiere eso, a lo que se llama amor en cuanto significa placer y confortabilidad… en el caso contrario, y al mínimo desagrado, se pone luego todo en cuestión… ahora no hay voluntad de construir futuro, e incluso lo pasado es visto como una pérdida de tiempo, teniendo en cuenta que fueron frustradas las expectativas de una vida de sueños… y se parte entonces en busca de lo mejor.

Hoy, si por cualquier caso se descose un botón de un abrigo, se prefiere tirarlo y comprar otro, en vez de repararlo, o de aceptarlo así, con esa su imperfección. ¡Como si fuésemos perfectos y nada imperfecto nos quedase bien!

La traición supone intimidad, sólo aquellos a quienes abrimos el corazón nos pueden traicionar…traicionar es impedir al otro ser lo que es, por medio de un gesto hecho desde dentro de una relación de confianza.

Buena parte de los sufrimientos envuelven un dolor adicional… ya que somos confrontados con la verdad cruel de que muchos de aquellos con quienes cotábamos, al final, ni están siempre presentes… ni son quienes creíamos. Son… infieles.

El traidor se divide en dos. El que era –o el que creíamos que era- y el que es. Deja de ser digno de nuestra confianza. Se convierte en una pérdida… que nos hace sangrar.

Intentemos perdonar a quien nos traiciona, intentemos no traicionar a quien nos perdona.

No hay amor sin perdón.



1 comentario:

  1. ¡Cuánto cuesta perdonar!... quizá por eso nos atrae tanto Jesús, porque pasó haciendo el bien, para morir en una cruz, y desde ella perdonarnos a todos, sin distinción, sin preferencias. Tratando de seguirlo nos será más fácil siguiendo la recomendación final de la crónica: “Intentemos perdonar a quien nos traiciona, intentemos no traicionar a quien nos perdona.”
    Claro que muchas veces nos traicionamos a nosotros mismos, nos engañamos poniendo disculpas a nuestros fallos o a los incumplimientos de algún propósito. En muchas ocasiones hemos de perdonarnos a nosotros primero, estar entrenados para comprender y perdonar a los demás…
    Muito obrigado, por aliviarnos con tu crónica puntual la incertidumbre y el desasosiego del Sábado Santo, por más que sepamos que resucitará.

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