José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79
Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. Paulus (pág. 175)
Ilustración: Carlos Ribero
Una explosión de
conocimientos, producida a la vuelta del siglo XVII, parece haber adquirido
dimensiones que sobrepasan los límites de la imaginación en los últimos
veinticinco años.
Todas las áreas
tradicionales del conocimiento se han expandido. Hay cada vez más especialistas
que a su vez perciben cada vez mejor que
los saberes se entrecruzan. En un futuro muy próximo quizá se retorne al saber
único. Más profundo y rico que hasta ahora… o eso, u otro modelo tan genial
como simple.
La información debe ser
recogida y almacenada. Después filtrada y organizada. Pero aquí reside un
problema fundamental: aún estamos aprendiendo a ver el inmenso mar de datos.
Andamos, más o menos, maravillados con los prodigios de la técnica, nos
divertimos y fingimos que no se trata de nada relevante. Cuando, en verdad, nos
cumple adecuar, tan rápidamente como sea posible, nuestra inteligencia a las
necesidades importantes y urgentes, que surgen de la inmensidad de
potencialidades a nuestra disposición. Ya que si algunas no pueden ser
desperdiciadas, hay otras en las que no debemos dar un paso en su dirección.
Vivimos en una sociedad
rica en información. Riquísima, tal vez en el peor de los sentidos. Casi todo
está a distancia de dos o tres cliques y en cuatro o cinco segundos tenemos
delante de nuestros ojos una montaña de información.
Uno de los efectos
perversos de este contexto es la falta de responsabilidad del individuo en llamar
así la capacidad de recoger y almacenar los datos importantes de su propia realidad.
Parece que no le interesa saber este o aquel contenido, mientras se sepa como buscarlo. Pero, los llamados motores de búsqueda,
así como los contenidos por donde navega, resultan de selecciones más o menos
inteligentes que sobrepasan completamente al usuario corriente. Son opciones
ajenas. Resultan de criterios muy específicos, a veces altamente perversos, tan
bien disfrazados de simplicidad y transparencia que son pocos los que llegan a
percibir lo que alimenta y sustenta esta
máquina que parece tan bondadosa…
Es admirable y extraña
esta fe en la tecnología. Son millones los que confían de forma tan
completamente voluntaria como estúpida lo que piensan, sienten o desean a las
bases de datos… tal vez con la secreta esperanza de que se puedan analizar y
evaluar de aquí a unos meses o años, o tal vez para que alguien, cualquier día
en el futuro, les diga quien son… pero estas informaciones son íntimas y
constituyen, por sí mismas, una de nuestras mayores riquezas: ser misteriosos a
los otros, profundos y absolutamente únicos. Renunciar a esto es desistir de
ser quien se es.
Los hombres de hoy son
esclavos de la tecnología, en vez de señores de ella.
En la vida, todo debe
ser conducido con sabiduría. Sin establecer criterios, prioridades e
importancias, casi nada sale a derecho. A cada uno de nosotros se nos requiere
que personalmente, analice y evalúe lo que nos rodea. Descubra valores, trace y
siga un camino. Uno solo. El nuestro. Sólo nuestro. Absolutamente único.
Pero la mayoría de las
personas prefiere grupos, cambian su capacidad de ser únicos por la sonrisa de
aprobación de aquellos a quien imitan…
En la formación de cada
ser humano es esencial la promoción de su total autonomía; una dignidad que se
asienta en la libertad y responsabilidad de crearnos a nosotros mismos de una
forma tan auténtica como bella y original.
La educación es
crucial, hoy más que nunca. Importa aprender a discernir bien lo esencial de lo
accesorio, lo privado de lo público, lo que es valioso de lo que sólo parece serlo. Es importante lanzarnos a la
formación de seres cada vez más humanos, que constituyan mejores familias, a
fin de que toda la humanidad mejore. Pero, cuidado: es nuestro ejemplo el que
educa, más, mucho más, que nuestras mejores palabras…
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... Hay cada vez más
especialistas... En un futuro muy próximo quizá se retorne al saber único. Más
profundo y rico que hasta ahora…
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aún estamos aprendiendo a ver el inmenso mar de datos. Andamos, más o menos,
maravillados con los prodigios de la técnica…
… Casi todo está a
distancia de dos o tres cliques y en cuatro o cinco segundos tenemos delante de
nuestros ojos una montaña de información.
… Parece que no le
interesa saber este o aquel contenido, mientras se sepa como buscarlo. Pero, los llamados motores de búsqueda,
así como los contenidos... Son opciones ajenas. Resultan de criterios…, a veces
altamente perversos…
... Son millones los
que confían de forma tan completamente voluntaria como estúpida lo que piensan,
sienten o desean a las bases de datos…
En la vida, todo debe
ser conducido con sabiduría. Sin establecer criterios, prioridades e importancias,
casi nada sale a derecho…
La educación es
crucial, hoy más que nunca. …Es importante lanzarnos a la formación de seres
cada vez más humanos, …, a fin de que toda la humanidad mejore…
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