lunes, 31 de marzo de 2014

Amar es darse


José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79 Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. Paulus


El amor no es lo que sucede en esas historias más o menos accidentadas que acontecen entre hombres y mujeres. En la mayor parte de las ocasiones esos “amores” no son sino egoísmos entrelazados.

El amor tal como el ser, implica una salida de sí mismo, una manifestación. Es un flujo constante que sale del que ama para el amado, a fin de envolverlo y confirmar a cada instante que él es digno de existencia.

El amor brota por las brechas que abre en el egoísmo que reviste el alma.

Ante la muerte de alguien que amamos, sentimos una ausencia, porque de hecho se ha perdido el rastro de un pedazo de nosotros que vivía en aquel corazón, en aquella alma, en aquel ser. Cuando muere alguien que nos amó, de hecho, él permanece presente y vivo en nosotros, una vez que fue aquí también, en el fondo de nosotros, donde él quiso estar y ser.

Pero no se debe ver el amor sólo por su luz, pues si ilumina, lo hace para combatir una oscuridad temerosa. Esa es la razón por la cual, en el dolor y el sufrimiento, se reconoce, mide y evalúa el Amor de que es capaz. Por eso dice Sor Mariana: “Desde el fondo del corazón Os agradezco la inquietud que me causáis, y detesto la tranquilidad  en que vivía antes de conocerOs”. El Amor es la suprema contradicción. No es ni siquiera humano. No fuera él el acto divino por excelencia y echaríamos en falta algo humanamente común.  No lo es.


En esta entrega incondicional hay un momento único: es precisamente cuando, por el Amor, salimos de nosotros mismos… y aparecemos delante de nuestros propios ojos…

sábado, 29 de marzo de 2014

La verdad es lo que queda


jornal i
29 março 2014




                                                         Ilustração de Carlos Ribeiro


Sólo se ama la verdad. Sólo puede amar la mentira quien la cree verdadera. La mentira no es ninguna cosa. Es el vacío de la verdad y de mí.

Debemos tratar a cada ser humano como una obra única, que se hace cada día. Es fundamental estar atentos a lo que se va construyendo, de forma sutil y constante… es un error común creer que conocemos bien al otro, sólo porque un día él nos dijese quien era… todas las personas cambian. Muchos para mejor, para mucho mejor… pobre de quien cree que alguien que erró no puede enmendarse y llegar a ser bueno.

Otros cambian a peor, sin grandes por qués o para qués. Se convierten en ruinas de lo que son, escombros de lo que podían ser… y, aún manteniendo la misma apariencia, ahora son sólo lo que queda de una obra que abatió o fue demolida por la fuerza del tiempo.

Es muy importante que cuidemos de no engañarnos a nosotros mismos respecto de nadie.

Las apariencias que hoy llegan a ser parte de la esencia de tantas personas tienden a deshacer la felicidad de una vida plena.

Hay quien lidia mal con el sufrimiento. Se fijan en las apariencias sólo en el tamaño y en la forma de la cruz y casi nunca se dan cuenta de la fuerza de los hombros que la soportan, de su capacidad de resistir, de las posibilidades que tenemos para vencer o, por lo menos, para perder sin perder la dignidad.

Es cierto que la gracia, la fuerza y los talentos van llegando a medida que son necesarios… es maravillosa nuestra capacidad de adaptarnos a nuevas realidades. Claro que  cuando son hipotéticas o mentirosas, no estamos preparados siquiera para entenderlas… y ¿¡ cuántas veces nos dejamos dominar por el pánico generado sólo por la mera posibilidad!?

Sólo se ama la verdad. Sólo se ama con verdad. Con la mentira no se llega a ser cosa alguna. Sólo quien tiene una vida auténtica puede llegar al punto de darse. De ofrecer algo concreto y valioso: su ser. Con mentira, somos solamente un vacío, una carencia que cuando llega a los otros nada lleva en las manos que esconden y van escondidas. Una para atacar y destruir al otro. La otra para suplicarle la limosna de algo esencial como el amor, que, aunque sea concedido, no podemos percibir… porque la mentira no tiene fondo, por lo que no conseguiremos guardar nada de lo que le fuere concedido.

También es un error preocuparnos con las expectativas que los otros tengan en relación a nosotros. Es grave. Nadie debe luchar por ser algo que agrade a alguien. Las opiniones ajenas no se modifican con facilidad. Quien piensa mal, pensará siempre mal, aunque le coloquen delante  las pruebas  irrefutables de la bondad del que juzga mal… quien piensa bien, pensará bien, no importa lo que venga. Las opiniones definen sólo a quien las alimenta y en ellas pone su seguridad

No debemos esperar de nadie que sea el cielo en la tierra. Debemos aceptar a cada persona por entero con sus limitaciones, acogiendo lo poco que nos pueda dar como lo mejor. También a ella le habrá sido concedido el don de aceptarnos,
con nuestras limitaciones, sin preocuparse de querer más, acogiendo lo que con amor conseguimos darle… nuestro don concordará con el suyo.

El perdón nos libra de la culpa de otro hacia nosotros. Por la reconciliación, se alteran los proyectos de vida, integrando en ellos la verdad así alcanzada. El perdón no es un olvido, sólo es una forma de volver a amar las perfecciones de aquello que es limitado.

 Sólo la verdad protege, ilumina y fortalece a quien, a pesar de todos los sufrimientos, vive con autenticidad.

La verdad es lo que queda después de la ilusión del momento.

viernes, 28 de marzo de 2014

El hombre en busca de la Verdad


José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79 Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. Paulus





Existen dos grandes disparates intelectuales: aceptar lo que es falso y no aceptar lo que es verdadero.

Todos nos engañamos. Sí, todos nos engañamos a nosotros mismos, más que el mundo o los otros, como si el fraude sólo fuese posible con la colaboración de un cómplice interno. Por esto, será importante saber que existen en nuestro pensamiento contenidos y mecanismos que pueden funcionar de forma contraproducente. Quizá esta simple toma de consciencia pueda, por sí sola, ser un antídoto eficaz frente a la mayor parte.

¿Pero será peor creer en la mentira o no aceptar la verdad? Tal vez sea más perjudicial volver la espalda a la verdad que abrazar alguna falsedad. Cuando se cree en falso hay una cierta adhesión, que es una voluntad de verdad que se sobrepone a otros elementos más o menos evidentes que pudieran ser pistas para desenmascarar la falta de fundamento real… pero quien no se adhiere a lo verdadero confía más en sí mismo que en lo real y esta pérdida de inocencia puede revelarse verdaderamente desastrosa.

Las personas que más huyen de la verdad tienen una fuerte determinación en recusar el mundo, lo que de mejor y peor existe aquí. Una alienación. En el fondo, construyen para sí, y sólo para sí, aunque intenten implicar a otros, una narrativa donde el funcionamiento de todo depende de la voluntad, como si fuesen el dios único de ese su solitario mundo… el problema mayor es que, con nuestro tiempo limitado, perder días, meses o años, lejos del único mundo real donde cumple que seamos felices, es un pecado capital contra nuestra realización personal.

Todo hombre procura una vida con sentido. El sentido puede ser construido o aceptado, revelado o descubierto. Pero, de cualquier forma, tiene sus raíces bien firmes en lo real. Se trata de un camino que asume su punto de partida – más que saber para donde vamos, sabemos bien donde estamos.

El que sabe que rumbo dar a su vida acepta los sufrimientos inevitables asociados a eso. Esta disponibilidad para el sufrimiento sólo existe si él tuviera un sentido, si formara parte de una travesía mayor. El que sufre sin sentido sufre mucho más, incluso porque sufre aún más de verse sufrir… sin sentido. Una vergüenza tremenda de no percibir siquiera cómo caímos en el fondo de un pozo. Otra cosa bien diferente serían los dolores, miserias y amarguras de quien sabe como orientar sus días hacia el futuro que desea. Cuando está en cuestión la felicidad, la verdad del ser, el precio a pagar nunca es alto. Por eso, hay muchos que mueren por aquello en que creen, en la firme convicción de que el camino para la realización de su ser es justo por allí.

Hay en el mundo mucha gente de máscara. Más que engañar a otros, se impiden a sí mismos ver la realidad de forma pura. Porque las máscaras perturban seriamente nuestra capacidad de leer el mundo, impidiéndonos distinguir bien las mentiras de la verdad.

El que así se aparta de la Verdad, se convierte en quien no es. Huye de sí. En esos momentos, no creen en el valor de  lo simple y puro, en la verdad auténtica. Se convencen de que eso es poco y quieren más… como si eso fuese posible.

Esta actitud nuestra nos condena a una soledad pavorosa que acaba siempre demasiado tarde, porque siempre se perdió un tiempo precioso; pero, paradójicamente, siempre aún a tiempo de que experimentemos ser quien somos, lo que, aún por breves instantes, vale casi una vida entera.


El que sabe ser humilde percibe que hay más verdad en lo auténtico y simple que en todas las grandiosidades del mundo; Que ser feliz es, antes y después de todo lo demás: ser quien se es. De forma simple. En una alegría honda se celebra el milagro de sernos tan valiosos como únicos y verdaderos.

jueves, 27 de marzo de 2014

Huidas sin fin


José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79 Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. Paulus



No hay viajes, sólo viajeros. De un simple paseo para comprar el periódico a la decisión de emigrar, hay siempre dos formas que están en la base de estas decisiones: la de la búsqueda y la de la huida. Aparentemente será todo igual, pero la diferencia invisible entre los dos casos es absolutamente decisiva.

Los fugitivos, saltando de exilio en exilio, van descubriendo que no están bien en ningún lado… huyen de los lugares intentando escapar de sí mismos… mudan de clima a la espera de que sus problemas les pierdan el rastro… viven permanentemente en un error muy lejos de la verdad.

Las dificultades reales residen en el interior, y es ahí donde el hombre debe hacer su lucha. Ahí mismo, donde cada corte duele profundamente, donde los golpes nos parecen todos fatales y las heridas se empeñan en no cerrar. Decía un sabio: “Si tienes miedo, ve a ver!” Huir de un problema sólo le da más fuerza. Quien sea capaz de dominar sus miedos, enfrentar los gigantes que le viven en el pecho, luchando sin preocuparse de las heridas, puede conquistar para sí un pedazo de perfecta libertad.


El viajero cuyo destino es la verdadera paz de aquí y ahora puede incluso perderse, pero creará, a partir de la nada, un camino. Son admirables esas vías hechas por quien se pierde, no sólo por ser puras y simples, sino también porque en su ruta le sostiene la espera en un mundo mayor y un viajero que puede ser feliz en cualquier lugar.

miércoles, 26 de marzo de 2014

De los vicios y de las virtudes


Por José Luís Nunes Martins
publicado em 1 Dez 2012 - 03:00
Actualizado há 1 ano 1 mês
ilistraçao Carlos Ribero

Ningún acto aislado define a un hombre. La vida humana está hecha de un conjunto enorme de momentos, repeticiones, selecciones, encuentros desencuentros y reencuentros. No hay actos aislados. La construcción de la esencia de cada uno exige un trabajo combativo permanente. Vamos siendo lo que vamos escogiendo, con algunos momentos más decisivos que otros, pero sin grandes sobresaltos. Es la línea que vamos trazando la que nos definirá.

No hay ninguno que se vuelva viciosos (adicto) en lo que quiera que sea sin que haya llegado a un punto de obstinación. El vicio es una dependencia porque, al final de una serie de decisiones, el vicioso renuncia  al control de la construcción de sí mismo a favor de cualquier modelo extraño a su felicidad. Se envició. No hay héroes de un acto solo. Se es virtuoso  a costa de practicar sucesivamente el bien, multiplicándolo.

No puede ningún hombre juzgar, de forma completa, a otro. Se pueden juzgar los actos pero no las historias. Juzgar es un acto vicioso y causa vicio, ya que nos retira la capacidad de mantenernos centrados en la concretización de las mejores posibilidades de nuestra existencia.

En los restantes seres vivos todo parece tener una naturaleza pre-programada, una definición previa. La realidad y la dignidad humanas se fundan en el carácter completamente abierto del mañana. No son pre-programados. Decisión tras decisión nos vamos construyendo, apareciendo al mundo ya nosotros mismos, tal como fuimos capaces de irnos haciendo, tal como somos, tal como quisimos ser.

Será tal vez un misterio la razón por la cual hay tantos hombres que son verdugos y víctimas de sí mismos., se condenan a un infierno que no necesita de otro que no sea su propio miedo al perpetuar una pena de infelicidad irrevocable.

¿Por qué desearon su propio mal? Tal vez porque hay siempre un camino por hacer y, seguir rumbo al bien, puede ser muy doloroso, un pie delante del otro, siempre subiendo, un escalón siempre más alto que el anterior… hay quien duda, de sí mismo, de todo, se encogerá de hombros y sucumbirá en el ansia de descansar, escogiendo no escoger, desiste, una y otra vez, hasta darse cuneta que está en el fondo del pozo.

De la dependencia hay sólo una, y sólo una, hipótesis de rescate: el mismo que cayó, se levante

A través de una larga secuencia de decisiones arduas por el bien. Nunca es sólo una, sería fácil además; y sería injusto. La felicidad es un premio no un derecho universal. La conquistan los que arriesgan corajudamente siguiendo tantas veces por el mismo y más duro camino; aquellos que, a pesar de las montañas de dudas, encuentran la forma de sacar fuerzas y con ellas avanzar en el camino del bien.

La verdad del Hombre, la verdad de cada uno de nosotros, nos es revelada por nosotros mismos a través de nuestras elecciones. Pero, nunca en un acto aislado. Nadie permanece desgraciado por una desgracia solamente. Todos caen. Una y otra vez. Así como todos aciertan, bastantes veces… lo que importa ahora es el camino hecho de forma libre y responsable. O para el cielo o para otro lado cualquiera…

La mayor de todas las virtudes es ser una perfección construida a costa de una multiplicidad de pasos imperfectos, yerros, paradas y tantos, tantos recovecos… la Felicidad es el resultado de una orientación totalmente libre y corajuda hacia el bien.

La vid humana es como una especie de navegación entre lo previsto y lo imprevisto, del puro sueño a la cruda realidad, cada uno de nosotros está en sus propias manos. Siempre. Porque en cada nuevo día todo está, feliz e infelizmente, abierto.




Autenticidad


José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79 Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. Paulus (pág. 89)


Pasamos gran parte de nuestra vida simulando ser quien no somos. Huimos de la autenticidad porque creemos que aquello que deseamos es más valioso que la realidad. Lo queremos de tal forma que asumimos en la vida cotidiana la verdad soñada como ya realizada. Con el tiempo perfeccionamos la mentira… creamos máscaras cada vez más convincentes y coherentes del engaño que somos –queriendo ser quien no somos. Y es triste que así nos condenemos injustamente a la soledad.

Este mal se enraíza en la idea de que somos pobres. Pero el error está en asumir la simplicidad y la pureza originales como carencia. Un día cualquiera, sin un por qué, caen las máscaras que nos mantienen en la apariencia que mostramos ante el mundo… y caemos en el fondo de quien se disfrazó. Nosotros.

Por unos momentos sufriremos una especie de deslumbramiento, habituados como estábamos a media luz. Pero rápidamente descubrimos que aún hay tiempo para que seamos felices.

La humildad es la forma que la autenticidad tiene de celebrar la verdad.


La verdad nos atrapa. Será sólo una cuestión de tiempo hasta que se descubra que al final este mapamundi por el cual nos hemos orientado en la vida fue inventado y pintado por encima de lo verdadero… Felizmente, en la mayor parte de los casos la tinta que utilizamos es de calidad equivalente al beneficio real de la producción… y percibimos entonces que ser feliz no es algo que se encuentre al  final de cualquier camino, sino una simple forma de caminar. Una simple forma de ser. Siendo – simplemente…

martes, 25 de marzo de 2014

En los tiempos de la muerte


José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79 Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. Paulus. (P.83)


Hay diferentes formas de entender el tiempo en cuanto realidad. Las culturas orientales lo ven como algo circular, y cíclico. Por este lado del mundo se piensa que el tiempo es algo lineal, recto.

Sabemos que el tiempo nos antecede y comprendemos relativamente bien que no acaba cuando dejamos esta vida. Pero la muerte aparece como una certeza en diferente grado, que interpela lo íntimo y  obliga a vivir de forma completamente distinta, como si se tratase de la regla más importante del juego.

Nuestra existencia antes del nacimiento, no parece tener el mínimo interés para nadie, en cambio lo que pasará con nosotros después de la muerte tiene a todo el mundo preocupado.

Bien pudiera ser que la muerte no está enfrente de nosotros sino detrás. No nos alcanza pero va cristalizando de forma irreversible todos nuestros momentos, a cada momento.

Lo que se hizo ayer está vedado a alteraciones. Se puede decidir mucho en relación al presente, casi todo en relación al futuro, nada en relación al pasado. A nadie le es dado revivir. La muerte impide completamente cualquier cambio. El presente sólo es presente en cuanto no hubiera pasado por ella.

Imposibilidad absoluta de cualquier otra posibilidad, la muerte aniquila por completo todo el movimiento que no se dirija hacia delante.


Nuestra vida es vivir la muerte de cada uno de nuestros instantes… hasta que un día ella se anticipa y nos lleva antes de ser hoy… sólo nos queda, como siempre, dar un paso al frente, seguir adelante, hacia otro hoy, tal vez fuera del tiempo. Tal vez en casa, nuevamente.

lunes, 24 de marzo de 2014

Navegar en el anochecer del mundo


José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79 Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. Paulus


La mayor parte de las personas no distinguen si ya es de noche o si sólo está anocheciendo. Anda mejor en la oscuridad quien está atento al crepúsculo. Vivimos en un mundo de poca luz, el futuro parece haber huido de aquí, se vive de forma cada vez más solitaria y en una lógica que  se obstina en enviar la esperanza al campo de la ficción. El amanecer, a muchos, les parece estar ya más allá de lo que consiguen soñar. En los tiempos difíciles, debemos ajustar rápidamente aquello que depende de nosotros a las circunstancias externas a nuestra voluntad. Acometer todos los cambios necesarios, sin mirar lo que se pierde, concentrando la atención en lo que realmente tiene valor. Al final, la mayoría de las cosas que creemos importantes y esenciales no sólo son superfluas sino que se convierten en  escollos peligrosos.

El mar es enorme, casi siempre monstruoso. Ante su inmensidad, la verdad de la humildad es evidente. Así es también el mundo de hoy, donde el valor del dinero, del poder y del sexo se agigantan y lentamente ahogan a quien se deja convencer por sus encantos. Prometen ser esclavos de quien se quiere esclavizar… y así va engañando a un mundo entero.

Las certezas de los mapas de antaño se revelan cada día que pasa como superadas. Todo cambia, muy rápidamente. Todo. Es fundamental que se aprenda a vivir sin muchas certezas, sin muchas cosas, sin contar con mucho más de lo que conseguimos llevar dentro del pecho. Lo que somos.

Para quien percibe que el mar es su puerto, su felicidad es un don que puede conceder a sí mismo; una calma en alta mar puede ser una especie de puerto de paz. Quien navega así no conoce fronteras que no sean las de su propio miedo. Traza horizontes que muchos ni siquiera llegan a alcanzar con la imaginación. Va venciendo los cabos de las tormentas de su propio miedo. Pasando la mayor parte de su tiempo en sufrir las penas, los castigos, el precio de quererse a sí mismo feliz… Tragando tanta agua salada, mucha de la cual nace en sus propios ojos.

Nadie tiene su vida, ni nada de ella, asentada en tierra firme. Navegamos solitarios. Con algunos amigos a la vista, pero sin la certeza de su permanencia, pues nada de lo que puede ver aquí es cierto. El amor no es de este mundo, razón por la cual se debe esperar por el mundo que va a seguir a este si se quiere mar en plenitud. Hay casos, muy raros, que se unen ante los desatinos del destino y siguen juntos… a la distancia de una mirada… pero cada uno en su barco. Sufriendo doblemente…

Naufragamos. Muchas veces. Pero somos capaces de mantenernos a flote, aguantamos el frío, reunimos los destrozos y construimos con ellos un barco nuevo, siempre sin ver puerto alguno, siempre en alta mar, siempre con poca luz…

…casi nunca nos damos cuenta de lo héroes que somos.

Por mucho que tarde la mañana, por más revuelto que esté el mar, siempre habrá aquí, en este mundo, hombres y mujeres que luchan contra la muerte, el miedo y el egoísmo… manteniendo viva la esperanza en la vida, la felicidad y en el Amor.

Todos morimos. Porque hay un momento cierto para la partida. Aún cuando no se sabe para donde se va. Pero, porque sólo merece lo eterno quien ama lo que pasa, luchemos para mantenernos a tono, siempre que sea posible con una sonrisa, aún con lágrimas; en la certeza de que… los que consiguen ser así no son de aquí.


Y que ninguno llega al cielo sin heridas.

sábado, 22 de marzo de 2014

La razón de mi esperanza




                                                      Ilustração de Carlos Ribeiro


Mi buen amigo,
Sé que has sufrido bastante. No puedo olvidar que un día me enseñaste: que leal es quien no abandona; que debemos procurar ser personas dignas de confianza, más que intentar encontrar alguien así; y,  que la voluntad de amar ya es, en sí misma, amor.

Permíteme que comparta contigo, hoy, algunas ideas respecto de los momentos difíciles…

Son muchas las pruebas que la vida nos ofrece para demostrar que somos, la fuerza que tenemos en nosotros y nuestro valor. Algunas veces una piedra grande viene a caer justo delante de nosotros… otras veces son series interminables de pequeños obstáculos en el camino… largas etapas que nos obligan a seguir adelante sin descansar, en rutas donde casi nunca se ve el horizonte.

La agitación permanente en que vivimos lleva a muchos a desistir de encontrar referencias más adelante (hacia el futuro), pero es preciso que nos apartemos del tiempo para así encontrar la posición más segura, elevándonos por encima de los momentos pasajeros para comprenderlos mejor. En medio de la confusión es preciso ver más allá de lo que alcanza la vista... establecer los  cimientos sobre lo que es sólido, aunque sea preciso excavar mucho más hondo de lo normal… confiar siempre  que hay vida más allá de esta. Que nuestra existencia, tal como la conocemos, es sólo un trozo.

Recuerda que no hay tantas verdades como personas, hay una sola verdad… e inmensas mentiras, errores e imprecisiones. Confía en la verdad, aunque no la puedas ver o comprender.

No vayas donde te lleven las emociones. Ni vayas  donde van los demás. Construye tu plan con base en la verdad que es, construirte… y sé feliz. A pesar de todo.

No piense nunca que, por escribirte estas cosas, sabré más cosas o iré más adelante en el viaje… no. Soy tu compañero de camino y me preocupo por ti, y tu lucha, es inspiración para la mía. Escribir es algo fácil y vulgar. Lo importante y determinante es cumplir un proyecto de vida, con gestos concretos, sonriendo siempre a pesar de las ganas de llorar. Llorando, cuando así tenga que ser, pero nunca desistiendo de creer.

Hay una esperanza esencial en la vida: la fe. Importa cuidar bien de esta certeza. El sentido de nuestra existencia depende de ella.

No desperdicies energía en intentar eliminar el sufrimiento. Podemos combatirlo y limitarlo por medio de la fe, pero el sufrimiento forma parte de la vida. Huir de ella es escoger no vivir. Recuerda que Dios no está solo en la cima de la alegría, está también en el fondo de la tristeza. No estás solo. Nunca.

No dejes que la roca delante de ti te impida creer en el horizonte que hay más allá de él… recuerda que los obstáculos que encontramos en el camino muchas veces nos conducen a las alegrías que de otra forma no conseguiríamos abrazar. No permitas que los largos tiempos llenos de pequeñas nadas te aparten de la certeza de la fe en lo que es pleno, bueno e infinito.

Es la razón de mi esperanza; miro hacia atrás y veo que en la vida siempre me fue dado más de lo que yo soñé, que mis deseos fueran pequeños hace las maravillas que se realizarán delante de mí, para mí y en mí… aprendí con todo esto a esperar lo mejor, sin saber siquiera lo que eso significa… Creo que contigo no será diferente.

El futuro es un reino bien distinto de todos los que podemos imaginar. La única cosa cierta es que estamos en un camino que no tiene fin.

No permitas que nada turbe tu lealtad al amor.

Confío en ti y rezo por ti.

viernes, 21 de marzo de 2014

La ternura



João J. Vila-Chã

“Lo más importante no es hacer el bien (a los otros), sino entrar en relación; lo más importante es pasar de la violencia a la ternura.


¿Y qué es la ternura?

 Ella es aquel momento en el cual en nuestro cuerpo, alma y espíritu se encuentran unificados.La ternura emerge cuando nos encontramos bien con nosotros mismos.

Ella consiste en una integración de la propia sexualidad, en no tener miedo de la relación con el otro.

La ternura es el modo como una madre (o un padre) lleva en los brazos a su hijo o hija; es el modo como una enfermera trata las heridas de alguien.

Ternura es jamás hacer mal a quien es pobre.

La ternura constituye una cualidad de nuestra escucha, un modo de tocar.

Amar a alguien no quiere decir hacer cosas, sino simplemente revelar a alguien su propio valor.


No hay nadie que no tenga un mensaje para dar: el de la ternura”

Riquezas de hierro


José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79 Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. Paulus


La riqueza promete siempre felicidad, pero nunca cumple. Como si el mundo cupiese en los números, muchos quieren llegar a la felicidad acumulando cosas… pero no llegan, porque nunca llega, ni el todo es suficiente…La felicidad no es una estación de llegada, es una forma de viajar…

Sólo los deseos naturales, como la sed o el sueño, pueden ser satisfechos, los demás son insaciables. La mayor de las riquezas es aprender a vivir con lo que se tiene. Y hay  más cosas importantes en el Cielo y en la Tierra que en todas las cuentas bancarias. No se piense sólo en playas, nieve y otras sonrisas, sino también en enfermedades y otros dolores, en luto y otras luchas. Las adversidades forman parte de la vida, renegar de ellas es aceptar voluntariamente una vida sin verdad.

Algunos ricos son como espadas de hierro que necesitan ser afiladas continuamente. El mero paso del tiempo las oxida, exigen incesante atención… hasta gastarse por completo o volverse completamente inútiles. Nunca son realmente valiosas, pues es más el cuidado  que exigen que aquel que consiguen facilitar. No sirven. A estas debemos desear que nunca les venga a faltar  la riqueza, para que sea siempre evidente su real miseria…


Después están los que conocen el secreto del acero. Son fuertes y valiosos, porque sirven a los otros y no a sí. Son duros y duran. Les basta lo que son para ser mayores que aquellos que pasan la vida en desear lo que no son.

jueves, 20 de marzo de 2014

Anatomía de la apariencia


José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79 Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. Paulus
                  

La apariencia es la realidad tal como se manifiesta. La primera impresión que algo imprime en la mente resulta casi siempre de los datos de los sentidos, y a ella se junta una necesidad casi incontrolable de comenzar a sacar concusiones cuanto antes.

Hay cosas que parecen ser lo que son, otras no. Cualquier cosa tiene que revelarse a través de una apariencia, pero esta es una especie de superficie que invita y puede permitir el acceso a lo que las cosas son. En apariencia hay siempre señales fieles de la realidad que la soporta. Pero sólo una atención paciente permite descubrirlos.

¡Si con las cosas es difícil distinguir, con las personas todo empeora... La apariencia de los seres humanos es controlada en buena parte por ellos mismos y la tentación de cuidar de sí es de las que cuentan con más adeptos!

Más allá de eso, las personas cambian. La esencia de lo humano lo lleva a construirse continuamente. Quizá el gran secreto de las relaciones humanas consista en ser capaz de descubrir incesantemente al otro, en su evolución constante. De ahí que el amor, siendo eterno, deba renacer cada día que pasa.


La apariencia puede engañar, pero es siempre quien saca conclusiones precipitadas que se engaña sí mismo. Si faltara la paciencia y la prudencia, no hay vuelta que dar, estamos condenados a engañarnos respecto de los otros y hasta de nosotros mismos. Porque las personas nunca son lo que parecen, ni tampoco cuando parecen ser lo que son…

miércoles, 19 de marzo de 2014

La infelicidad del deseo

                                                       
José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79 Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. Paulus
                            

Un deseo es siempre una falta, carencia o necesidad. Un estado negativo que implica un impuso para su satisfacción, un vacío con voluntad de ser llenado.

Toda la vida es, en sí misma, un constante flujo de deseos. Gestionar este torrente es esencial para una vida con sentido. Cada hombre debe ser señor de sí mismo y ordenar sus deseos, intereses y valores, so pena de llevar una vida vacía, inmoderada e infeliz. Los deseos son enemigos sin valentía o inteligencia, dominan a partir de su capacidad de cegarnos y atraernos hacia su abismo.

La felicidad es, por esencia, algo que se siente cuando la realidad supera lo que se espera. La superación de las expectativas. Ser feliz es exceder los límites preestablecidos, así se concluye que cuanto más y mayores fueren los deseos de alguien, menores serán sus posibilidades  de felicidad, pues aunque la vida le traiga mucho… ese mucho es siempre poco para llenar sus vacíos que creó en sí mismo.

En la sociedad de consumo en que vivimos hay cada vez más necesidades. Las naturales y todas las que son producidas artificialmente. Hoy, se inventan carencias para poder vender lo que las colma y anula. Valorar más el tener que el ser  es una decisión tan inconsciente cuanto maléfica, porque arrastra a quien así se vuelve hacia vacíos mayores que el mundo. Los esclavos de sus apetitos se condenan al infierno de la eterna insatisfacción… renuncian a la paz, cambiándola por una nada mayor que todo. Mientras el paraíso… eso es lo que siente quien ama.

El camino hacia la felicidad pasa por aprender a esperar, permitir que el tiempo ayude a filtrar los deseos, garantizando que nuestra libertad no se deja encantar por lo que es pasajero.

Los deseos determinan la felicidad. Cuanto menos desea alguien, más feliz puede ser.

Como si los hombres fuesen tazas; unos, a través de los deseos, se hacen enormes y exigen cantidades; otros, con sabiduría, se limitan a lo esencial; a estos últimos, la vida, aunque pobre, conseguirá fácilmente hacerlos rebosar; pero a los que tienen deseos mayores, aunque todo les sea favorable, es poco posible que consigan siquiera llenarse, menos todavía rebosar…

La pobreza es el supremo test de la felicidad auténtica.

Si la tristeza y la privación no atentan contra lo que somos y queremos ser, entonces estaremos en el camino cierto, donde la voluntad de hacer al otro feliz conducirá (por entre incontables escenarios fríos y sombríos) a la fuente de la luz que todo lo ilumina, sosiega y anima… Siempre en el silencio de la fe de quien sabe esperar.

Todo hombre desea naturalmente ser feliz, pero lo que es necesario para alcanzar ese punto no es más que un desprendimiento de los deseos de lo que es exterior y superficial para encontrarnos en lo que somos y sentir gratitud por la gratuidad de eso.

¿Cuántas veces nuestras palabras, gestos y decisiones no son reflejo de nuestros valores más profundos? Es fundamental descubrir en nosotros el lugar de nuestra quietud. Dar valor a lo que se tiene, en vez de procurar tener lo que se desea… al final, lo que cuenta verdaderamente no es la cantidad de lo que se sueña sino la cualidad de lo que se es.

Para ser feliz es preciso cambiar la mirada, el pensar y el sentir. Aprender a desear menos, desear bien, desear el Bien.

Ante el misterio de todo, hay que comprender que la vida es en sí misma una dádiva, y el tiempo que nos es dado, nuestras horas, el mayor de todos los dones…


La vida más que una búsqueda es un encuentro.

martes, 18 de marzo de 2014

El camino del infinito


José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79 Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. Paulus


Una cosa es pensar que se está en el buen camino, otra, bien diferente, es acreditar que ese camino es el único. Son muchos los caminos buenos. Donde algunos llegan por l naciente, otro llegan por el poniente, lo que algunos consiguen por la alegría, otro lo alcanzan por la tristeza. Los trayectos pueden parecer puestos pero son las distancias las que engañan, muchos aspiran al mismo objetivo, por los diferentes caminos del mundo y por los diferentes mundos de cada camino. Los sacrificios exigidos en la vida son inmensos y a cruz de cada uno ha de ser llevada con sus propios hombros, no en los de ningún otro. En un camino original y sagrado. Creado por los pasos que ligan el principio al final… y religan al infinito.

No estamos solos. No somos seres solitarios y la realización humana  presupone compartir. Tal vez el alma del mundo es la fe que importa que la depositemos unos en otros. Respetando los itinerarios de cada uno, aceptando las diferencias, asumiendo siempre con humildad que podemos y debemos ayudar, pero no dirigir.

Los caminos nada dicen, o se muestran o no se muestran, pero igual cuando se muestran prefieren guardar silencio. Como si las propias piedras admirasen la libertad de aquellos a quienes fue dado el don de crear la propia vida. Importa estar atento a los silencios que cruzan los sonidos a cada paso. Escuchar la sabiduría de los tiempos.

Vivir esta vida es estar aquí. Ayudar a este mundo y a los otros. Respetar, confiar y amar. Entregar la vida toda a la certeza de que ella es eterna…


En un abrazo, suave, como un beso.

lunes, 17 de marzo de 2014

Los caminos posibles


José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79 Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. Paulus


En tiempos difíciles como los que estamos viviendo, importa analizar con todo cuidado qué caminos existen, cual de ellos serán escogido por la multitud y si hay alguno para nosotros, o si tendremos que abrir uno. En la duda, que la vida se una historia de amor. Significa eso que cada uno de nosotros se dedique a cumplir interiormente un designio, a recorrer un camino difícil o abrirlo. Si todos comprendiésemos que la vida sólo así tiene sentido, preferiríamos cualquier cosa a desperdiciar una sola de las oportunidades únicas y casi infinitas que cada día nos llegan generosamente a las manos.

La multitud, que respira el mismo aire de los que viven la vida, nada bueno consiguen traer al mundo lo consume sólo de forma egoísta; y aún se queja de que haya tan poco por aquí. Pone nombres a quien vive y crea el bien, lo bello, y ni se da cuenta de que una vida sin éxito, si es vivida apasionadamente, vale más que mil de las normales.

El amor anima a los hombres y los hace volar, porque les da una condición casi divina. El perdón de que son capaces los torna leves. No se trata de gente diferenciada, su nobleza no salta a la vista. Es preciso mucho más que un simple intercambio de palabras para distinguir quien en este mundo tiene una existencia plena. Sólo quien vive con amor vive una vida entera.


Más cerca del fin cuando la muerte viene a interrumpirnos, aprovecharemos para descansar un poco y seguir adelante, sin dejar de sonreír.

sábado, 15 de marzo de 2014

Los milagros “imperfectos” de Jesús


P. Gonçalo Portocarrero de Almada


Na Voz da Verdade de 16 de Março de 2014:


Sé bien que la Sagrada Escritura dice que Jesús “todo lo hizo bien” (Mc 7,37) pero, paradójicamente, muchos de sus milagros parecen imperfectos, tan imperfectos como las bellísimas capillas de Batalha, que lo son precisamente porque nunca fueron concluidas. También varios milagros del Señor parecen incompletos, porque fueron realizados de forma deficiente.

Veamos si no. El primero, en las bodas de Caná,  parece extraño, si se atiende a todos los pormenores. A petición de María, Jesús accede a resolver milagrosamente la falta de vino en aquel banquete nupcial que, en pura verdad, corría serios riesgos de convertirse en una auténtica “copa de agua”. Para el hecho, manda a los sirvientes que llenen seis tinajas de piedra, teniendo cada una capacidad de unos cien litros, aproximadamente. O sea, obligó a los empleados a acarrear nos seiscientos kilos de agua, lo que no es broma. Un milagro “perfecto” podía y debía suprimir esa operación previa, pues Dios tiene poder más que suficiente para hacer surgir, directamente de la nada, el mejor vino del mundo.

Es verdad que el milagro de las bodas de Caná fue el primero y, por eso, se le debe conceder algún descuento. Pero, también más tarde, siendo ya el Señor más experimentado en el arte, vuelve a repetir situaciones que parecen denotar alguna imperfección en el oficio. Por ejemplo, cuando la segunda multiplicación de los panes y los peces, el Maestro se excedió en la producción: con lo que sobró, se llenaron siete cestos  bien llenos. ¿¡No habría sido más lógico y económico que hubiese acertado en la cantidad de alimentos a proporcionar a aquella multitud de cerca de diez mil personas!? Por otro lado, Jesús se sirvió de los discípulos, como una improvisada empresa de catering, para la distribución de aquel alimento milagroso y para recoger las sobras, operación que, siendo tanta la gente a servir, debe haber durado mucho y producido cansancio. ¿¡Por qué no puede surgir, delante de cada comensal, su ración, según su propia necesidad!?¿¡No habría sido más ejemplar un milagro bien calculado y sin necesidad de recurrir al servicio de los apóstoles!?

Otro milagro extraño el de la curación del ciego, en dos etapas. Después de la primera intervención de Jesús, el ciego consiguió ver alguna cosa, pero tan desenfocada que le parecía que los hombres eran árboles que andan, lo que es, obviamente, un insulto para los seres del reino vegetal. Fue precisa una segunda actuación del Maestro para que el hombre llegase a ver bien. Pregúntese: ¿¡ No habría sido más lógico que el hecho ocurriese de una vez!?  ¿¡Qué decir, o pensar, de un médico que tiene que recurrir a una segunda cirugía, para corregir el resultado de la primera!?

Lo mismo ocurre después de la resurrección, los milagros de Cristo parecen insuficientes, inexplicablemente. La pesca milagrosa, que denuncia la presencia del Divino Resucitado en la orilla del lago, vuelve a ser paradójico: el artífice del hecho extraordinario no ahorra a los pescadores, después de una noche entera de faena infructuosa, la penosa labor de retirar del mar ciento cincuenta y tres grandes peces, tantos que la red casi se rompía. ¿¡No les pudo evitar este sacrificio!? ¿¡ No habría sido más cómodo que la barca remase hacia tierra sin ese pesado lastre!? ¿¡No sería preferible que, desde el inicio, el pescado apareciese en la orilla, ya listo para llevar a la lonja!?

Como diría el Cardenal van Thuan, son precisamente estos “defectos” de Jesús los que Lo hacen más amable. Si Él sólo hubiese hecho milagros “perfectos”, los files no serían más que meros espectadores pasivos de su acción. Por eso, es la “Imperfección” de los milagros la que invita a cooperar a los cristianos. También el milagro en dos etapas es estimulante, en la medida en que es un llamamiento a la esperanza, a la oración y a la acción.

Gracias a esas “imperfecciones” divinas, todos los cristianos somos llamados a tomar parte activa en la redención del mundo, en unión con Cristo y en su Iglesia, que es también la nuestra. ¡No falte, entonces, nuestro trabajo, ni nuestra fe!


Las personas no son cosas


jornal i, 15 março 2014


                                                         Ilustração de Carlos Ribeiro

La dignidad de cada ser humano se mide por su capacidad de reconocer que una persona es en sí misma un fin, nunca un medio. Tratar al otro como una cosa, un instrumento, es no reconocer su valor fundamental. Su dignidad esencial.

Ser humano es sólo un estado entre el animal y la persona… al humano le falta crearse en cuanto ser único e irrepetible. Ser persona es cumplir el proyecto de sí (que tal vez exista desde mucho antes de nacer…), asumiendo la capacidad crítica que le permite conocer el bien y el mal y a partir de ahí realizarse. Sin quedarse en la intención.

Hay mucha gente impersonal, aplazada, que se esfuerza por parecerse a los demás… frágiles y cobardes que se olvidan de construir su personalidad, que nunca es un dato adquirido, sino una tarea para realizar siempre…

Intimidad inmensa, misterio profundo, cada uno de nosotros es un universo secreto lleno de estrellas entre las tinieblas. Cada hombre, a imagen y semejanza de Dios, debe ser creador. Autor de sí mismo… Original, verdadero y auténtico.

La construcción de la identidad personal se hace por la apertura del yo al otro, al mundo, por la capacidad que tengo de, más que de encerrarme, de comprometerme, asumiendo para mí alegrías y tristezas que, en el origen, no son mías. Será esta la dinámica que permite la (re)construcción de un mundo mejor. Sólo hay persona dentro de una vida compartida y comunitaria.

El otro es siempre un fin. La única persona que puede ser tenida como un medio soy yo… cuando me hago instrumento de la felicidad de aquel a quien fuere capaz de darme.


Un abrazo es la forma más simple de llegar al que está por detrás de las máscaras. A la sustancia que ama y es amada. A la real presencia de un nosotros.

viernes, 14 de marzo de 2014

La verdad murió y resucitó


José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79 Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. Paulus


Un padre que sufre la muerte de su hijo. Un hombre que amó hasta el final. La Pascua es el tiempo en que las promesas se cumplen, el tiempo de la verdad se impone a los fingimientos.

La misión de cada uno de nosotros es ser feliz escogiendo el bien, lidiar con las dudas y los absurdos que nos tientan, sufrir las amarguras de esta ruta sin ceder nunca de forma definitiva, y, a pesar de los tropiezos y pausas, seguir andando.

Por el camino, servir a nuestros iguales menos fuertes, aquellos que la sociedad desprecia, aquellos a los que les falta todo tipo de abrigo en nuestras ciudades llenas de gente sola, los que mueren de hambre y enfermedades simples en todo el mundo, y otros, tantos otros… es con estos con los que casi siempre que se reza en el vacío se dice que se va a estar. Una señal que nos debía hacer entender por donde es el camino, por donde anda la verdad y lo que es, al final, la vida.

Tal vez hoy mismo muchos de los que viven y mueren solos y abandonados pidan también perdón por aquellos que no saben lo que tienen que hacer, ignorándolos.

La muerte no es lo importante, es a honestidad en la misión lo que define el valor de cada hombre.

La resurrección no es una respuesta a la muerte, sino la fidelidad. No hay más vida para quien no hubiere sido, de alguna forma, fiel en sus elecciones y en sus acciones.


Por todos los errores, por todas las decisiones deliberadamente erradas, por todo el desamor de que fui capaz… a Ti extiendo mi mano: Jesús, acuérdaTe de mí cuando llegues a Tu reino.

jueves, 13 de marzo de 2014

Todo pasa

José Luis Nunes Martins
en "Filosofías". 79 Reflexiones. Edit. Paulus 2013. Lisboa


Nunca nada es así para siempre así… Quizá la temporalidad sea un principio de armonía. Cuando se aprende a vivir la mudanza, sin estar contra ella, se permanece en armonía con todo el universo. Cada uno de nosotros forma parte del orden esencial de las cosas, aportando a la vida una contribución única. La magnífica belleza del universo procede de esta diversidad de pequeñas nadas. Casi insignificancias. Pero tal como las gotas de agua hacen un mar, también nuestra existencia esta hecha de estos casi insignificantes gestos, pensamientos y acciones. Actos libres, de los cuales somos siempre enteramente responsables. Un universo entero en un hombre sólo.

Cualquier momento, persona y gesto es siempre valioso, porque contiene en sí la esencia inmutable de todo: el amor.

Si vivimos en un paraíso o en un infierno es, muchas veces,  una simple cuestión de perspectiva. Hay quien ve todo mal y quien no consigue descubrirlo en nada. Pero comprender el mundo pasa por percibir que nuestros ojos, así como nuestras manos, contribuyen decisivamente a hacer un mundo bueno o malo. El mundo al final soy yo.

Tenemos una vida, una sola. Pero muchos creen que hay siempre  tiempo de sobra y, por eso, muchas veces, decidimos retrasar lo importante para desperdiciar el tiempo con lo que vale poco.

El bien, el amor, debe prevalecer sobre todo mal. Pero en este mundo, la armonía resulta de una lucha que se gana y se pierde  a cada instante. No nos deslumbremos con los buenos minutos, ni nos desalentemos con las horas malas…


Que se sostenga y se repita, cuantas veces fuere preciso, hasta que el mundo quede a nuestros ojos tal como realmente es: Nunca nada es así para siempre.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Lanzarse al vacío hasta el abrazo


José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79 Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. Paulus

La vida es una inestabilidad constante. Todo obedece a una lógica de subidas y bajadas, avances y retrocesos, alegrías y tristezas…

Es preciso comprender esta armonía de respiración emocional como si navegásemos en un mar infinito de mares y vientos siempre nuevos.

En los momentos críticos experimentamos un vacío tremendo,  semejante al que sienten los trapecistas cuando se ven en el aire entre un trapecio y otro, donde el coraje tiene que vencer la nada. Momentos de vértigo único. Instantes de vida, que pueden durar años, en que se debe mantener una fe a prueba de todo y de todos.

En los peores momentos se descubren los grandes gestos. Hay personas que son puertos seguros, trapecistas que arriesgan su propia caída para ayudarnos, para agarrarnos, para que su fuerza supla nuestra flaqueza. No nos condenan, sólo nos sonríen, mirándonos a los ojos, como iguales. Sin juzgarnos. Sin cobrarnos. Dejándonos marchar, si eso quisiéramos…

Después están las otras personas, las normales, aquellas que cuanto menos tienen que decir más hablan… que sólo saben manipular y a eso incluso lo llaman amor. Las que están siempre llenas de sí mismas y de prisa, juzgan, agarran, dicen y dicen, abandonan, condenan y olvidan… sin vacilar o tener dudas o resentimientos. Con un orgullo en sí mismas tan épico como ridículo.

Hoy parece que no hay paciencia ninguna, Fe,  tampoco, para esperar por el bien. La recurrente victoria de los fatalismos sobre la esperanza demuestra que, cuando se trata de confiar,  la mayor parte de las personas prefieren volver la espalda y procurar algo más inmediato, en vez de  afrontar una lucha que bien podía merecer la pena sufrirla, pero  la simple incertidumbre en cuanto al resultado es entendida como motivo más que suficiente para justificar el abandono… aunque nunca lo llamen desistir. Estas personas, las de los egos planetarios, ¡son genios de los eufemismos! Mentiras.

Ya casi nadie ama verdaderamente. Hoy parece preferirse la manipulación. Juegos de estrategias emocionales que persiguen la supervivencia y a la multiplicación de los egoísmos.

Quien ama no manipula. Quien ama es el que promueve el ser del otro, sin grandes condiciones. Mirando a los ojos. De verdad.

Es claro que la mejor forma de garantizar que nuestro corazón no se daña es guardarlo lejos de todo y de todos. Así se preservará, pero no tardará hasta encontrarse en una decadencia de autoestima, porque sin amar un corazón muere y vive en el infierno: ese ataúd en que lo echamos, impenetrable, oscuro, inmóvil y sin aire. Aunque estuviera con otros, en la misma tumba…

Quien ama está vivo y presente. Es el presente. Vive a la distancia justa de un intercambio de miradas que atestiguan la verdad del amor. Pero nunca, por nada, aprisionar a otro. Se sufre el peso de montañas. Se lloran ríos. Pero siempre se acredita que hay una vida, entera y eterna, donde quien ama es feliz. También ahí, con altos y bajos, al final el bien no es monótono.

La vida nos da más de lo que conseguimos retribuir, y es la mayor maravilla: no espera nada a cambio.

Ser agradecido por lo que soy es el paso decisivo que me hará arriesgar todo entre los vacíos infinitos de los trapecios… hasta llegar a abrazar, para siempre, alguien que es mi puerto seguro. Donde quiera que él esté, Acontezca lo que acontezca.


Cuando hay amor a muerte no interesa. “Hasta que la muerte nos separe” acaba por ser una proposición pesimista de gente con poca fe que desconoce lo que es y lo que hace el amor.

martes, 11 de marzo de 2014

Los enemigos del progreso


José Luís Nunes Martins
publicado em 8 Dez 2012 - 03:00

La miseria y la ignorancia son dos frenos al desarrollo.

Hoy, ninguna pobreza es casual o inevitable, porque existen los medios que permiten garantizar la total erradicación de la indigencia. La que existe es fruto de una decisión mayoritaria de voluntades individuales. Algunos creen que es consecuencia de la acción de los mercados que, al seleccionar y premiar a los mejores, filtra y castiga a los que tienen menos capacidad de contribuir al hecho tal como lo entienden algunos; otros, prefieren apuntar como causa de la pobreza a la existencia de gente rica, luego, la solución pasaría, para estos, por eliminar las capas sociales más pudientes.

La ignorancia es un mal. La libertad supone el privilegio incluso de equivocarse, pero siempre dentro de un cuadro con todas  las opciones. Quien no sabe, no puede escoger bien. Sólo hay libertad con conocimiento. Pero hay muchos que creen que sólo serán libres en cuanto no lo seamos todos…

Si en vez de sentarnos a divagar, nos levantásemos y, sin justificaciones o teorías, diésemos pan a quienes tienen hambre y saber a quien no sabe, el verdadero progreso acontecería de forma lógica. No se trata de dar todo sino, tan sólo, de garantizar que a nadie le falte lo mínimo.

Hoy, son muchos los que teniendo pan y ciencia deciden vivir lejos de su esencia humana, justa y humilde. Gente miserable e ignorante. Son ellos la ignorancia que impide el progreso.

El don del encuentro


José Luís Nunes Martins
En “Filosofías. 79 Reflexiones” Lisboa 20013. Ed. Paulus


Estamos aquí, condenados a muerte, en busca de fuerza para hacer un camino que trae inquietudes a cada momento, pero que también nos lleva paso a paso. No estamos solos –nunca se está solo cuando se espera a alguien- porque hay quien quiere construir este camino con nosotros, olvidándose del suyo.

Hay alguien que nos sigue en silencio. Diferente de nosotros, no nos ayuda a levantarnos cuando nos hemos caído, pero tampoco se aprovecha de la proximidad para derribarnos. Anda por ahí esperándonos, admirando la forma como soñamos y la fuerza con que luchamos por la realización de nuestra vida. A veces nos presta su voluntad y nos da más firmeza y coraje para que seamos felices. Y somos. Aún cuando no nos damos cuenta de eso.

La vida de cada uno de nosotros es esencial para Dios. Pero… ¿Qué razón le habrá llevado a crear para sí mismo esta prisión?

El amor es la entrega de la vida. Es saber que se es un medio para que el otro sea feliz. Una fuerza pura para la realización  de los sueños de otros. Un sentido para la vida.

En este mundo, los días del amor son siempre cortos.

Es urgente percibir que no vamos a quedar aquí para siempre. Este mundo no es, con todo, un lugar menor. Es un espacio y un tiempo de bellezas infinitas. Es preciso mirar de forma pura lo que nos rodea, aprender a ver otra vez el sol y la lluvia, la arena y las olas. Que son siempre bellas, desde que quien las siente las haga así.

Si todo te parece ceniciento y silencioso, tal vez esté así…porque tú quieres.


Al final, para cambiar un paisaje es preciso que cambies lo que sientes.

lunes, 10 de marzo de 2014

Sonreír hasta el fin del mundo


 José Luís Nunes Martins
publicado em 15 Dez 2012 - 03:00


La muerte planea sobre nosotros a cada instante. Casi la podemos respirar. Muchos no se dan cuenta de que estamos siempre mucho más próximos del fin, que tenemos la muerte por vecina, íntima. Se temen muchas cosas sin importancia, al mismo tiempo que se lidia con la finitud como si fuese tan (im)posible como el premio máximo de una lotería nacional cualquiera. Pero la muerte es una certeza, absoluta y personal. Ninguna vida será debidamente vivida  si el sujeto no siente que este mundo, tal como es posible para nosotros ahora, puede acabar… en este instante.

Para que comprendamos nuestra vida debemos mirar a nuestro pasado, pero, si la queremos vivir debemos también mirar hacia adelante, tal vez con una sonrisa, hacia el mañana, que será hoy, justo de aquí a poco.

A veces, nos perdemos en grandes análisis sobre secuencias hipotéticas de momentos de nuestro pasado, a nada, ni a nadie, eso trae algo  bueno, por varios tipos de razones: no altera lo que aconteció; no es siquiera plausible que las secuencias de sucesos que suponemos encadenados sucediesen tal como las imaginamos; se pierde tiempo… y se pierde siempre tanto tiempo en cosas sin importancia alguna.

No importa adivinar lo que habría acontecido, si esto o aquello… eso sólo perturba la vida que realmente interesa: la de hoy. ¿Valdrá la pena haber dado mil pasos si, en ello, no se tiene presente futuro alguno?

La vida de cada uno es única e irrepetible. Tenemos, en este mundo, obligatoriamente un principio y un fin. Lo que pasa, o no  pasa, más allá de ese fin, tal vez no deba ser motivo de preocupación inteligente -en la medida en que no es en ese mundo que vivimos ahora-  y corresponden a cada mundo sus propias preocupaciones. Tiene sentido ser feliz aquí, porque está a nuestro alance luchar por eso. A pesar de las duras tristezas que a veces nos llueven sobre los hombros, hay una fuerza que nos anima y no hace resistir, que nos da esperanza y nos hace sonreír. La fuerza de la vida cuya esencia es la simple busca de la felicidad. Una fe que nos ilumina el camino.

Morimos todos, uno a uno. Sin grandes ceremonias, lógicas o escenografías.

Naturalmente. Cumple pues aprovechar la vida, lo mismo cuando llueve… tal vez en estas circunstancias de forma especial, celebrando los hombros fuertes que tenemos, que mantenemos levantados a pesar de las pesadas penas de nuestra circunstancia. No se debe esperar que pasen los momentos más difíciles, se debe, sí, caminar hacia delante, con la certeza de que nuestro lugar no es la lluvia.

 Hoy, una sonrisa. Gesto simple que permite que las alegrías más hondas pasen de un corazón a otro atravesando el mar de este mundo. Muchas veces los hombres esconden su sonrisa, privándose a sí mismos y a los otros de algo que hace… maravillas. A veces es duro sonreír, pero el milagro de la multiplicación de la alegría profunda vale todos los sacrificios. El amor es el mayor de todos los dones, capaz de ofrecerse lo mismo cuando no lo vemos o sentimos. El verdadero don, que sólo existe cuando se da. Capaz de encontrarse todo en una simple sonrisa.

No perdamos tiempo en grandes pensamientos sobre lo que pasó. En verdad tenemos solamente un pasado. Importa asumirlo sin dejar interpretar a la imaginación, justificar o aliviar lo que sucedió. Estamos presentes, aquí, ahora…tendremos un número infinito de futuros posible y la muerte como certeza absoluta. No tiene ninguna importancia la posición en que el pasado nos dejó ayer. Importa ser feliz, hoy.

Mientras la muerte no nos lleve, debemos sonreír… por voluntad o por amor.


Que la felicidad comienza en una sonrisa