lunes, 3 de marzo de 2014

Aprender a ceder


Siempre llega la hora de recordar los sueños, así como las pesadillas. Es esencial comprender la realidad, vivir con los ojos abiertos, acoger la sencillez de la vida antes de querer resolver la complejidad del mundo.

Cada uno de nosotros tiene su lugar en el mundo, tal vez nadie justo el del centro. En nuestras relaciones con el mundo, con los otros y con nosotros mismos, es más sabio aceptar que imponer, admirar que exhibir, amar que procurar ser amado.

Vivir es aprender a ceder. A liberarnos de nosotros mismos. Solamente nuestro espíritu nos puede liberar porque sólo él nos aprisiona. Ser auténticamente feliz depende de una transformación en la forma de ver el mundo, aceptándolo sin grandes condiciones y actuando sin precipitación. Cediendo. Cediendo, siempre. Porque es mejor mantener una amigo que quedarse con la razón, pero solo. Hay que abrir espacios en nosotros para que la serenidad que así se alcanza convide a la felicidad a hacer de nuestro espíritu su morada.
La humildad y la sencillez son formas de ser, no de parecer.

Un error común es querer ser todo ahora. Nunca llega nada… y son tantas veces los recuerdos los que nos revelan el verdadero valor de los instantes vividos pero ya pasados. Las personas atropellan el tiempo

Importa no caer en la tentación de querer ser señor del propio futuro… y aprender a confiar más. Cediendo espacio a la esperanza.

Al final, ¿cuántas veces una tragedia, una decepción, una desilusión o una simple despedida, en vez de ser finales tristes se revelan, después, como los puntos de partida de nuestras mayores aventuras?

José Luís Nunes Martins, in 'Filosofias - 79 Reflexões'
[Autoria da Ilustração: Carlos Ribeiro]

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